LOS
ÚLTIMOS VEINTE AÑOS EN EL GULAG
Alexander Solyenitsin
A los
perseguidos de la tierra…
Leyendo un
artículo en una revista literaria de circulación semanal, decía que muchos
escritores ya no eran leídos como antes, para este fenómeno daba varias causas
peregrinas, entre las más importantes, estaba que “habían
pasado de moda” o “no respondían a
los nuevos cuestionamientos de la sociedad”, uno de los casos más
emblemáticos que presentaba era la de Alexander Solyenitsin, esta última
revelación me causó un gran impacto, hasta donde yo sabía el escritor ruso
había sido catalogado como el “continuador
de la gran tradición literaria rusa que se remontaba a Fedor Dostoievski,
pasando por León Tolstoi, Nicolás Gogol, Maximiliano Gorki hasta llegar a Boris
Pasternak” que ya no se leyeran las novelas y ensayos de este
extraordinario pensador era una desgracia sin lugar a duda, pero más me impactó
la justificación liviana que se entregaba para tal hecho, y era que el fin de la Guerra Fría había dejado sin
público atento a un hombre que exponía <<SOLO>>
las brutalidades del comunismo soviético, particularmente en la época de
Stalin, en otras palabras su literatura y todo lo que significaba ésta habían “pasado de moda” como muy bien
clarificaba el artículo. Qué había de verdad en tal aseveración, era lo que
correspondía dilucidar, para esto me aboqué a estudiar los últimos veinte años
de la vida de Alexander y ver si su literatura se había quedado suspendida en
el tiempo, como “El Paso Suspendido de
la Cigüeña”, película del director griego Thódoros
Angelópoulos, en la que nos muestra
un pueblo fronterizo de Grecia en donde el tiempo no existe, es un espacio
estático y sin vida. Había pasado lo mismo con los escritos de Solyenitsin, que
un día después de la caída de la Unión Soviética y del triunfo del liberalismo
económico y la democracia burguesa, sus narraciones y ensayos quedaron
suspendidos en el tiempo y su persona como parte del decorado de un museo, era
una posibilidad. Pero también podría estar sucediendo un segundo fenómeno que
el autor del artículo no conocía o no quería reconocer, me refiero a que el
escritor de “Gulag” no se había comportado como se esperaba en el nuevo
ordenamiento mundial y en la práctica fue un crítico ácido del modelo
neoliberal y esto no era muy bien aceptado por el mundo unipolar que quiso
acallarlo de la forma habitual y brutal a través de las dos fórmulas que se
utiliza, la crítica liviana o el ostracismos de los medios, en cualquier caso
castigándolo al “gran olvido”, dejándolo como una estatua viviente de un tiempo
remoto que no volverá, la idea del articulo era clara, un hombre que expuso
sobre los horrores, no podía tener cabida en un mundo en donde estos “YA NO
EXISTEN”, porque en este nuevo orden ya no hay campos de concentración,
torturas y censura, ese es un interesante punto a analizar.
Para
comenzar recordemos aquellos agitados y precipitados últimos días de la Unión Soviética.
Entre los años 1988 y 1992 hubo cambios que nadie pensó que podrían ocurrir y
que se dieron con una velocidad que rayo en lo demencial, fue un tiempo realmente caótico, el majestuoso
elefante soviético se desplomó casi por completo, las causas de esta caída
fueron complejas y múltiples, y aun hoy no están del todo bien clarificadas, el
caso es que el derrumbamiento de esta estructura política provocó también el
colapso de los socialismos reales a nivel mundial, con excepciones como Cuba,
Vietnam, Corea del Norte y China Popular, los estados socialistas se precipitaron
cómo una verdadera línea de dominó, para muchos esto significo “el sonido de la
trompeta del ángel del apocalipsis”, anunciando el fin del mundo, así lo
comprendieron personas como el economista Francis
Fukuyama que por aquella época publicó un polémico libro titulado “El Fin de la Historia y el Último Hombre”,
en este texto nos expone en grandes líneas el fin de las luchas ideológicas y
la victoria de una única visión en todo orden de cosas, por tanto en esta nueva
lógica mundial ya no primarán las ideas políticas, debido a que existirá solo
una <<La Democracia
Liberal>>, por tanto el ideal político se conjuga con la real-
política. Los conflictos estarán dados en el reordenamiento económico, el
pensamiento de Fukuyama, si bien es extremo en el sentido de colocar fin a la
historia, no ésta lejos de la imposición real de una idea ideológica univoca,
para eso solo basta observar el mundo actual para darse cuenta que en el
pensamiento político solo existen matices a grandes rasgos, a excepción del
fundamentalismo islámico, el cual si bien es tremendamente virulento, también
responde a una lógica de la concepción a – geométrica que tienen los conflictos
actuales y de las políticas intrasistemicas del Medio Oriente, en donde
Occidente, principalmente Estados Unidos, ha jugado un importante papel
desestabilizador a través de su apoyo a las poderosas monarquías de la
península arábiga y por medo de ellas a los grupos más extremistas islamistas,
sin desearlo claro está.
En este
nuevo orden mundial autocomplaciente de Europa Occidental y Estados Unidos las críticas a los antiguos regímenes
comunistas eran más que bienvenidas, como lo fueron y lo son las críticas a los
fascismos después de la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, escritores como
Alexander Solyenitsin podían ser muy apreciados, siempre y cuando se
comportaran dentro de los esquemas establecidos o sea, una descarnada
exposición del sufrimiento de las personas bajo el régimen totalitario
comunista y como son felices ahora desde la llegada de los grandes valores
democráticos, punto final de la historia. Pero hombres como Alexander Solyenitsin que tienen un verdadero
espíritu de <<libertad>>
en sus venas, no estaban para presentar pleitesías cortesanas a nadie.
Stalin y Maximiliano Gorki |
Recordemos que su carácter se
forjó a través de su vida, en una terrible y dolorosa fragua que se inició con
su nacimiento en la Rusia post revolución, durante el primer totalitarismo del
siglo XX, sintió la persecución y destrucción de los grandes valores culturales
y religiosos ortodoxos de Rusia de manos de un hombre que Solyenitsin calificó como el “no-ruso” nos referimos a Vladímir Ilich Uliánov más conocido
en la historia por su alias <<Lenin>>, hombre brutal y frío que veía en cada fibra de <<la ortodoxia>> y la sociedad rusa una cuestión retrograda
digna de ser exterminada, como no veía nada bueno en su tierra, siempre se
giraba para observaba con ojos lánguidos
a estados como el imperio Germano y la Inglaterra victoriana, en donde se daría
la gran <<Revolución
Proletaria>>. Posteriormente debió enfrentar el gobierno del “Hombre de acero” y su política de “adoración a su persona” y toda la
persecución que desencadenó en uno de los primeros estados del terror, nos
referimos a Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, más reconocido como
<<Stalín>>, para después sufrir la
invasión de su tierra por parte de las hordas salvajes germanas, y todo lo que
implicó esta acción, masacres, devastaciones y exterminios. Para más tarde,
cuando la victoria a parecía al final del largo túnel de sufrimiento, ser
acusado y encerrado en un Campo de Concentración que el bautizó como <<GULAG>>, por ser anti – revolucionario y traidor a Stalin,
él que había sangrado en las trincheras, que vio morir a su pueblo, era acusado
de traición, vaya injusticia y todo por escribir una carta con sus ideas. Salió del Gulag ocho años más tarde, no para
quedar en libertad, sino para ser
desterrado en un pueblo perdido de la Provincia
de Zhambyl, entre el desierto y las ásperas montañas, el gobierno podía
hacer de su libertad un segundo cautiverio, paralelamente a esto debió enfrentar
un cáncer virulento, al cual venció, parecía que este indomable escritor podía derrotar
a los más formidables adversarios con la fuerza de su fe inquebrantable en los
valores de la “gran ortodoxia”.
Después de la muerte del
“Amado Stalin”, vino su pequeño “veranito
de San Juan”, fue rehabilitado y su primera obra publicada “Un Día en la Vida de Iván Denisovich”,
elogiado por las nuevas autoridades comunistas que deseaban desentenderse del
periodo “stalinista”, como si ellos mismos no hubieran participado de la locura
salvaje del amado líder, pero esto duro poco, ya que nuevamente el ala
conservadora del partido, aquellos que ven cualquier cambio como una traición,
se impuso y en un acto de fuerza al vencedor de Stalingrado Nikita Kruschev, fue depuesto y en su
lugar un viejo amante del orden stalinista se entronizó Leonid Brézhnev, lo que significó en lo inmediato para Alexander una
nueva “Era” de persecución a su
persona, los serviles del partido, tanto dentro de la Unión Soviética como
fuera de está, lo difamación por ser un traidor a la “causa” del pueblo, lo que
se traducía en realdad a traidor del partido. Sus libros se escribían y leían
en la clandestinidad más absoluta, a través de los “samizdat”, que pasaban de mano en mano, los rusos y todo el mundo
podrían apreciar el gran talento de un hombre que decidió decir <<NO>> al miedo, la
opresión y la persecución. El merecido premio nobel llegó, y a diferencia de
Boris Pasternak que lo rechazó por imposición del partido, Alexander si lo
aceptó, pero no pudo ir a recibirlo por temor a que después del viaje no le dejaran
regresar a su tierra. Pero la vieja jerarquía soviética ya lo había condenado,
sería expulsado y su ciudadanía quitada. Su fortaleza de espíritu se puso a
prueba nuevamente porque a un hombre que amaba su tierra y se le expulsa de
ella, es como quitarle a un niño el amor de su madre, se le envió fuera de las
fronteras de la URSS, sin ciudadanía, lo trasformaron en un parias de la tierra,
pero la tierra lo acogió y se trasformó en ciudadano del mundo.
en el Gulag |
Fue recibido en la República
Federal de Alemania y desde ahí se marchó a Zúrich, gran ironía de la historia,
antigua ciudad de Suiza que cobijó en su momento a los disidentes del gobierno zarista,
entre ellos al propio Lenin. No permaneció por mucho tiempo en ella, ya que
pronto viajó a Estados Unidos, y se radicó en la apacible y aislada localidad
de Cavendish (Vermont), pero a diferencia de otros escritores que de
inmediato comulgaron con la causa neoliberal y norteamericana, como por ejemplo
Tomas Mann, que se encumbró hasta ser “consultor
en cultura germana para el presidente Roosevelt” y con ello sacó dadivas
generosas, Alexander Solyenitsin se recluyó en su casa, más aun rechazó cada
una de las ofertas para impartir clases en prestigiosas universidades, dar
entrevistas o realizar alguna asesoría bien pagada e inservible, solo sustentada
como medida propagandista, incluso y dentro de este esquema la dictadura de
Augusto Pinochet lo invitó a través de la Universidad de Chile para dictar una
cátedra y de pasada ser parte de la coreografía “antimarxista” creada por el
régimen militar, invitación que declinó totalmente al decir que “él no apoyaba a gobiernos brutales y
represores”, Solyenitsin tenía las ideas claras, él era un verdadero
defensor de la dignidad humana, no tenía esa extraña confusión mental y dialéctica
de muchos intelectuales que se confunden a la hora de reconocer una dictadura
de otra. Permaneció como dijéramos casi enclaustrado en Cavendish escribiendo
ensayos, proyectos de libros, pagando sus cuentas con los dineros de la venta
de sus textos publicados, ni siquiera aprendió a hablar correctamente inglés,
alguna vez dijo con relación a este período “debí ser mejor vecino y comprender más a la gente común que habita en
Estados Unidos, que no es lo mismo que su gobierno”, para él solo era un
momento de transito su estancia en el país de América del Norte, ya que pronto
volvería a su soñada Rusia.
Finalmente
la URSS fue disuelta en 1991. Antes, en agosto de 1990, al escritor le fue
devuelta la ciudadanía soviética. La caída del sistema le permitió ese regreso,
ahora Rusia lo recibía como un héroe, un héroe que hablará mucho del pasado y
poco del presente, solo para exaltar el nuevo orden o así creyeron ingenuamente
las nuevas autoridades, que lo deseaban utilizar como parte del circo político
que habían construido, todos los nuevos líderes rusos deseaban sacarse fotos
con el “perseguido de la tierra”, el
antiguo parias, no escatimaron en elogios y premios, deseaban transformarlo en
un monumento viviente, y comprendamos este punto como literal. En mayo de 1994 Alexander Solyenitsin y su familia emprendieron
el viaje de regreso a la patria desde el
Oriente Lejano, por el puerto de Vladivostok, y con numerosas paradas en
ciudades a lo largo de los diez mil kilómetros que recorrieron hasta Moscú. Solyenitsin dialogó con gente de diferentes
edades y profesiones, vivencias y realidades, compartió con ellos sus
pensamientos, acercándose también a los problemas de la actualidad rusa, quería
palpar el verdadero ethos de la legendaria Madre Rusia, aquella que su oriente
había sido la expansión de la cultura y religión Católica Ortodoxa, quería
saber cuánto de aquello quedaba aun después del ensayo fallido ateo, muchos,
por no decir casi todos, deseaban que la historia de Alexander quedara hasta
ese momento, de hecho ese fatídico artículo con el cual empecé este ensayo lo
daba a entender claramente, el viejo y amado Alexander debió morir en 1994 y no en 2008, pero para
desgracia de muchos y alegría de pocos, el viejo perseguido de la tierra siguió
viviendo veinte años más, mostrando una faceta que dejo perplejos e indignados
a cientos, Solyenitsin no críticó al comunismo para decir que el liberalismo
era lo correcto, sino que críticó el comunismo por ser perverso, eso no
implicaba que él no considerara el liberalismo como otra perversión del siglo
XX, por lo tanto, no se debe extrañar que el otrora perseguido volviera a
sentir los brutales tiempos de la censura que se erigieron como muros de
alambres, se podía palpar nuevamente el viento del Gulag, pero esta vez era de
orden democrático.
Aun en Vermont escribió un
ensayo que comienza a presagiar cual es el rol que él va a tener en el nuevo orden,
y no será otro que el que siempre tuvo, ser la voz de aquellos que no se pueden
expresar libremente, ser una conciencia de un mundo sin conciencia. Este ensayo
Alexander Solyenitsin lo titula “¿Cómo
reorganizar Rusia?” o Reconstruyendo Rusia, salió publicado en dos
periódicos soviéticos simultáneamente, “Komsomolskaya
Pravda”, diario de las juventudes comunistas y “Literatunaya Gazeta” órgano oficial de literatura y cultura del
estado. Este escrito optimista y lleno de sueños era más bien un plan para
volver a retornar los valores reales rusos, es un texto conmovedor, porque
realiza una síntesis de los desastres sufridos por el país durante el
experimento marxista, como por ejemplo cuando los líderes comunistas en su
deseo imperialista destruyeron el medio ambiente y la vida social rusa,
sobretodo del campesinado, que a juicio del escritor fue el que más sufrió con
las reformas. Pero el ensayo no solo se enfoca en una revisión reciente de la
historia rusa, sino que colocaba la voz de alerta sobre el gravé peligro que se cernía sobre la tierra de
Pasternak, si en un acto de locura y sin medir consecuencias se pasara a rasa
tabla del “derroche comunista” al nihilismo liberal. Para Alexander la tragedia
de Rusia debía ser una lección para no abrazar ideologías occidentales, como
panaceas de salvación “El Telón de Acero
ofreció a nuestro país una magnifica protección contra todos los rasgos
positivos de Occidente: contra sus libertades civiles, su respeto al individuo,
su libertad de acción personal, su alto nivel de bienestar, sus espontáneas
actividades caritativas. Pero el Telón no llegó al fondo y permitió la
filtración de estiércol líquido: la inmoderada y miserable <<cultura
popular de masas>>, las modas totalmente vulgares y los subproductos de
la publicidad desmedida, que han sido ansiosamente asimiladas por nuestra
desvalida juventud. La juventud occidental ha enloquecido a causa del exceso,
mientras la nuestra se afana en imitarla mecánicamente a pesar de su pobreza. Y
la televisión de hoy en día distribuye amablemente estos raudales de porquería
por toda la tierra” (p 40). Por lo que el camino para construir un modelo
de progreso para su país se debe basar en lo que fue, es y lo que debe ser la
“gran Madre Rusia”. Aunque el ensayo se enfoca en la profundidad del pasado y
los peligros de los cambios, no es el centro mismo del trabajo, ya que la idea
central en realidad es ser una guía segura de cómo se debía reconstruir la
tierra de los antiguos Zares. Daba para esta reconstrucción la necesidad de que
resurgieran los “nacionalismos locales” como una forma de adquirir una
identidad real y la construcción de las naciones otrora subyugadas por el sueño
imperialista comunista, por lo tanto él esperaba la disolución de la URSS y el
nacimiento de un crisol de naciones. Deseo aclarar que Solyenitsin no era
partidario de un nacionalismo enfermo y destructivo, para él estos eran
sinónimo de fascismos, si no que predicaba el concepto de la reivindicación de
la personalidad cultural de una nación y el respeto a ella como base para la
construcción de un futuro, algo que persiguen por ejemplo pueblos como el
mapuche en Chile.
El texto fue leído al principio con complacencia por las
autoridades y los nuevos apóstoles del orden neoliberal, pero pronto se dieron
cuenta que el Premio Nobel no les estaba alabando por sus hazañas, entonces
como generación espontánea aparecieron
los detractores, los que verán en sus palabras un discurso “xenófobo” y “nacionalista”
que no está de acuerdo con las ideas de igualdad y tolerancia imperantes, lo
acusaron de desear ideales muertos hace cien años y de querer el retorno de las
políticas del despotismo depravado de los zares. Alexander a través de cartas públicas
defiende sus ideas y expuso que si Rusia sigue la senda del liberalismo
occidental entraría a un callejón sin salida, por supuesto no es escuchado,
toda Rusia está afiebrada y deslumbrada con Occidente, una anécdota que grafica
esto nos la relata el escritor e historiador Joseph Pearce, el cual paseando por una librera de Moscú preguntó
por los libros de Solzhenitsin, el dependiente le dijo que no se editaban y que
los podía encontrar en alguna librería de textos usados, pero le señaló la
fascinación que existía por la novela basada en la película <<Death Wish>>
protagonizada por Charles Bronson o
la teleserie mexicana <<Simplemente
María>>, por tanto el pueblo ruso no estaba dispuesto a escuchar
predicas de nadie, sino que reivindicaba su sagrado derecho a la “pura
entretención” como los occidentales.
Joseph Pearce |
Asentado en Moscú inició una
serie de proyectos como su programa de televisión en donde exponía temas de
interés político y cultural en general, pero Alexander Solyenitsin no se podía
conformar solo con eso, era un espíritu por esencia crítico, prueba de ello era
su vida misma, y por esto no se pudo quedar callado con el show de la
corrupción y la desmedida en que se sumergió el nuevo estado de Rusia, el cambio
no iba por el camino adecuado a todas luces y Solzhenitsin
decidió denunciarlo públicamente.
Rusia definitivamente había
tomado la ruta del capitalismo neoliberal, con una permisividad absoluta,
pronto las mafias y los nuevos empresarios salidos de las antiguas filas
comunistas y de la KGB se hicieron con el poder económico y político. El
desmembramiento de Rusia y su palpable debilidad frente a su incapacidad para
poder reaccionar en contra de las acciones de Occidente y los Estados Unidos era
más que evidente, solo se debía colocar como ejemplo el triste espectáculo que
daban sus fuerzas en la fallida primera guerra en el Cáucaso en contra de los
chechenos, en donde los otrora invencibles soldados rusos debieron hacer frente
a un pueblo unido por un sueño, dispuesto a realizar los sacrificios más
grandes, que rayaban en el fanatismo y la brutalidad máxima para conseguir su
independencia. Solzhenitsin
decidió que debía exponer la tragedia de
Rusia en una trilogía de ensayos que fueron mostrando en progreso la decadencia
de las reformas neoliberales y los errores políticos del nuevo gobierno
democrático, decir las cosas por su nombre y no con eufemismos como a los
políticamente correctos guardianes del nuevo orden gustan que se expresen las
personas.
El primero de estos escritos a
parece en 1991 con un sugerente título “El
problema ruso: al final del siglo XX”, es un ensayo que continua con la crítica a las
políticas del gobierno, pero esta vez colocándole nombre y apellido a esos
problemas, por ejemplo desnuda las malas prácticas de Boris Yeltsin como gobernante y hace ver aquello que odiaba de
Estados Unidos, el sentido del <<Nihilismo Puro>> de la sociedad
individualista, que se estaba filtrando por todas partes y que se hacía
presente en los cambios de Rusia. Por su puesto las críticas no se hicieron
esperar y esta vez se le tildo de retrogrado empedernido, casi un vende patria,
a pesar de ello se le perdono el escrito, después de todo era un premio nobel.
Continuando
con sus ensayos de denuncias público en 1992, solo unos meses más tarde que el
anterior, “Rusia bajo los escombros” o
“Rusia en el Abismo”, este sería un extenso texto que tiene como idea
central la pérdida del poder político y económico de Rusia, frente a grupos de
élite y mafias organizadas, con la entrada de capitales occidentales sin un
filtro, expone crudamente como los dirigentes políticos de Rusia están más
preocupados de mantener y extender sus nichos de poder, sin importarles los
costos sociales, culturales y económicos. Hace hincapié en la necesidad de
detener en Rusia la invasión de la anti – cultura de occidente, la cual impone
valores sin sentido y mina las culturas locales, creando una homogenización con
el único fin de crear un mercado dócil y consumidor. De más está decir que este
nuevo ensayo molesto a muchos dentro de Rusia y fuera de ella también, nuevamente
los descalificativos de nacionalista fanático aparecieron, pero en esta ocasión
optó por el silencio inteligente, frente a la desmedida de sus críticos.
Los
invisibles, es el tercero y último de estos ensayos
de denuncia, pero a diferencia de los otros anteriores en los cuales se exponía
la decadencia de los poderes fácticos, en este otorga la solución, al igual que
León Tolstoi expone que la solución se encentra en la población común, el
campesino y el obrero, los silenciosos, aquellos que han guardado el verdadero
ethos de lo que es la Rusia autentica, notable ensayo por sus características
históricas, sociológicas y emocionales que con talento Alexander
Solzhenitsin supo exponer. Las críticas nuevamente arreciaron con firmeza, su
programa fue cancelado por falta de rating, aun cuando tenía una muy buena
audiencia, se retiró a la vida privada, a leer y seguir escribiendo en su
modesto, pero cómodo departamento. Las entrevistas se fuero distanciando, él se
fue distanciando, al igual que los grandes intelectuales Solzhenitsin, ya no
deseaba conversaciones con hombres, sino con ángeles, de vez en cuando se le
veía en algún programa o recibía algún escritor en su casa.
En 1998 Solzhenitsyn público
el que sería a la postre su penúltimo ensayo titulado “El error de Occidente” , en este escrito realiza un recorrido por
su vivencia en Estados Unidos, Alemania Federal y Suiza, para luego indagar en
los patrones de Occidente criticando mordazmente su democracia liberal, que él
considera de “Sloganes” y carente de
profundidad, la califica como una mera “rutina”, como algo que se debe
realizar, pero no se sabe claramente el porqué, este punto se podía asimilar
con el cuento de Frank Kafka “La Gran Muralla
China”, una democracia que solo beneficia a las minorías y mantiene cierto
apoyo gracias a la maquina alienante de los que usufructúan de ella, para
transformarla en un “Valor Humano”, de
ahí la necesidad de condenar todas las demás alternativas al sistema. Con la
democracia liberal viene de la mano su economía que se basa en el más profundo
egoísmo, la comodidad y la complacencia, pero sin un sentido social y menos
solidario, para terminar exponiendo el carácter nihilista de los nuevos
valores, laicos, ateos e ingenuamente libres de la sociedad egoísta e individualista
de occidente, finalizando con una afirmación que es una profecía, que no será
otra que la destrucción de occidente como cultura, la idea más lapidaria se
encuentra en la decadencia de la literatura “La literatura que no es aliento para la sociedad contemporánea, que no
se atreve a transmitir los dolores y los temores de la sociedad, que no
advierte a tiempo las amenazas contra la moral y los peligros sociales, no
merece el nombre de literatura, sino que es sólo una fachada. Esa literatura
pierde la confianza de su propio pueblo, y sus obras publicadas se utilizan
como papel higiénico en lugar de ser leídas”. Las críticas fueron muy
fuertes, aparte de nacionalista, ahora era un retrograda, misógino, machista y
fanático. A pesar de ser un hombre tremendamente criticado, el gobierno de
Putín, quiso premiarlo por su
trayectoria, pero durante la entrevista entre el Premier ruso y Solzhenitsin, este último le enrostro todo lo
que él consideraba errado de su política, para luego negarse a recibir el
premio “No puedo aceptar el galardón de
parte del poder estatal que ha llevado a Rusia a la desastrosa situación
actual. Puede ser que, transcurrido bastante tiempo, este galardón lo acepten
mis hijos”.
Solzhenitsin aún le quedaba su
último combate, por muchos años acaricio la idea de escribir un gran libro de
historia - ensayo sobre las relaciones entre los rusos y los judíos, por diez
años investigó y escribió un largo texto que fue publicado en 2001 con el
sugerente título de “Doscientos años
juntos (1795 – 1995)”, debo confesar antes de hacer mención a las ideas
centrales del texto, que para mí fue una verdadera odisea poder leer solo una
parte pequeña del libro, no porque no quisiera leerlo o fuera muy complejo,
sino por la casi imposibilidad de encontrarlo, no existe una versión en
español, tampoco en inglés (a excepciones de traducciones piratas de dudosa
veracidad y rigurosidad), solo hay versiones del libro en francés y alemán que
además son muy limitadas, el gobierno ruso ha realizado una censura del libro
para “defender la honra de un genio, que
cayó en la demencia senil” o por lo menos esa parece ser la justificación
infantil que se ha entregado a occidente, que dicho sea de paso, no le ha
molestado para nada tal censura, parece que existe un miedo casi terrorífico a
dar a conocer el texto, como si este dijera una verdad que no se puede saber,
pero en honor de lo poco que he podido leer me ha parecido mesurado e
intelectualmente superior.
Después de las explicaciones y
apelando a la indulgencia del lector paso a explicar un poco este ensayo, en
primer lugar es muy sincero, descarnado y realista, muestra los vaivenes de las
relaciones entre rusos y judíos, exponiendo con detalle las crueldades que
ambos grupos se infringieron en su larga historia, probablemente el punto
máximo del ensayo es cuando entra a relatar los movimientos revolucionarios
dirigidos por anarquistas y comunistas, no escatima constantemente mostrar que
estos no estaban integrados ni por
judíos, ni rusos, en verdad, ya que eran hombres odiosos de las culturas rusa y
judía, que habían abrazado ideas occidentales contrarias a los grandes valores
de las culturas que representaban respectivamente, para implantar por la fuerza
de la irracionalidad en Rusia una ideología “del odio”, cómo se puede ser judío
se pregunta el escritor sin creer en Dios y los valores de la judería, como se
puede ser ruso sin creer en Dios y la gran ortodoxia, ese es el punto central
de su examen, finalmente el texto termina con una reflexión sobre la culpabilidad
de ambos grupos y la necesidad del perdón como única forma de construir una
verdad liberalizadora y una relación de hermandad, Solzhenitsin plantea que ya
no se puede seguir con esas viejas y anquilosadas mistificaciones y mutuas
acusaciones que solo crean un muro de separación, por esta razón la verdad es
fundamental para el perdón y este para construir una convivencia genuina.
Cathy Young La auto impuesta defensora de los derechos cíviles |
Antes de ser publicado el
texto varios editores sobre todo de Francia, Inglaterra y Estados Unidos le
hicieron presente el problema de publicar su obra porque se podría considerar “antisemita”, lo que significaría una a
remetida más fuerte que nunca en contra de su trabajo, Solzhenitsin
nuevamente no tuvo miedo, porque iba a tener miedo, solo lo tienen aquellos que
no aman la vida, el libro se publicó en Rusia, Francia y Alemania, la crítica
no se hizo esperar por parte de “grupos
de defensa de los derechos civiles” o por lo menos dicen hacerlo,
socialistas de la “nueva era” y algunos grupos judíos extremistas que a la más
leve critica enarbolan la bandera del “fascismo” y “antisemitismo”, la
periodista del Boston Globe Cathy Young
fue el vivo ejemplo de esta barbarie inquisidora, lo crítico furiosamente con
un artículo titulado “Tradicionales
perjuicios: El antisemitismo de Alexander Solzhenitsin”, lo curioso de la
crítica de esta periodista es que el libro no estaba disponible en inglés y al
menos que ella supiera ruso no veo la forma de cómo pudo leerlo en 2002 (aun no
salía publicada las versiones en francés y alemán), aún más después de una
leída simple del artículo se puede apreciar que la señora Cathy utiliza solo
fuentes periodísticas para construir sus argumentos y en ningún caso las obras
del escritor ruso, pero obviando esta acción, ya que los periodistas gustan de
citarse entre ellos como fuente de absoluta confianza, y perdonando las ironías
ridículas que realiza ahondemos en las partes que la señora periodista obvio en
su destemplado y aparentemente ignorante comentario del libro y es que
Solzhenitsin realiza una crítica dura y directa a las políticas inhumanas de
los “polgromo”, alaba las ideas del
ministro Pyotr Stolypin por terminar
con las injustas medidas antijudías del gobierno de Nicolás II, muestra
descarnadamente las lamentables acciones de los ejércitos blanco y la odiosa
propaganda en contra de los judíos tildándolas de inhumanas, realiza un sentido
homenaje a las víctimas del holocausto durante la Segunda Guerra Mundial y
destaca la acción de la comunidad judía en la defensa de la madre Rusia. Además
de exponer una descarnada crítica al fascismo germano y su torpe política anti
judía. Por tanto, que ideas antisemitas vierte Solzhenitsin en su libro, decir
por ejemplo que una parte de anarquistas y comunistas eran de origen judío, que
eran jóvenes extraviados, cansados de las injusticias hacia su comunidad y que
abrazaron estas ideologías nihilistas como única forma de sacudirse el yugo de
la opresión, pero que con esto traicionaron su legado, creo que eso no podría
considerarse un concepto antisemita, más bien una verdad histórica y una
interesante hipótesis, que está muy de la mano con la opinión de muchos rabinos
que condenaron las acciones de miembros de su comunidad por alejarse del camino
de la “Tradición”, al parecer la
señora Young, solo ve lo que desea ver, y es que ella es una mujer de ideas
fanáticas e intolerantes, ya que al final de su pobre articulo remata este con
el siguiente pero muy clarificador argumento “El anticomunismo de Soljenitsin, cada vez más claro, nunca fue una
defensa de la libertad individual. Era una defensa de un tipo diferente de
colectivismo: étnico, religioso y tradicionalista. Esto está lejos del único
momento en que una mentalidad tan antisecular, antimodernista y antiindividual
ha estado vinculada a prejuicios contra quienes no encajan en el colectivo”
aquí se puede apreciar todo su odio
reprimido en contra de los que no se alinean a su visión de lo “POLITICAMENTE CORRECTO”, por eso el ruso
Sholem Aleijem, debe cuidarse de la
señora Young, ya que su libro “Las hijas
de Tevye” (El Violinista en el Tejado, versión cinematográfica) expone un
tema que no se debe mencionar a juicio de la periodista y puede ser acusarlo de
expandir el antisemitismo por presentar a un judío – bolchevique - comunista en
su narración, como lo era “Perchick”.
Amos Oz |
Solzhenitsin
salió de su exilio autoimpuesto y dio una rondad de prensa en donde explicó sus
dichos, cosa ridícula porque se debe leer el libro para darse cuenta que no
tiene nada de antisemita, pero hay personas que por su condición intelectual requieren
mayores explicaciones, expuso con honestidad que su libro no habla de odio sino
de “verdad” y “reconciliación”, porqué sin una no puede existir la otra,
finamente de la inteligencia israelita salió la defensa a su texto encabezada
por el eterno candidato al premio Nobel Amos
Oz, no podía ser menos, un intelectual y novelista que palpo en carne
propia la incongruencia de los fanáticos de siempre, aquellos que solo
entienden, lo que desean comprender y todo lo demás lo vuelven un tribunal
inquisidor, defendió a Solzhenitsin, porque consideró que su libro era un acierto y
una verdad ineludible de la que se debe hacer cargo rusos y judíos, defendió a Solzhenitsin
porque por muy dura que sea la verdad, es la única fuerza liberalizadora de los
hombres y lo defendió porque un espíritu libre, reconoce a otro espíritu libre
en su camino, lo tildaron de traidor, pero Oz no le importó, no era la primera
vez que lo hacían y no sería la última “Autores,
intelectuales, artistas: Emile Zola, Thomas Mann, Pasternak, Solzhenitsyn. ¿Por
qué irnos tan lejos? (…)Puedo seguir
así toda la noche, pero quiero decirles que este club es tan honorable que si
lo comparáramos con el de los políticos, líderes e intelectuales que jamás
fueron acusados de traición por sus contemporáneos, creo que el club de los
‘traidores’ es más respetado históricamente. Cuando alguien me llama traidor me
agacho para levantar esta etiqueta y colocármela como insignia. Por lo menos
tengo compañía excepcional (…) No puedo afirmar eso hoy pero sí les puedo decir
otra cosa: quienes hoy les tiran piedras son efectivamente herederos de
aquellos que les tiraban piedras a los profetas de Israel. Muchas gracias.”
A pesar de ello el libro no se publicó en español por considerar que había muchos
problemas, mientras que las ediciones en alemán, y francés fueron muy
limitadas, en la web ha sido muy restringida su publicación y aparecen
extractos muy poco confiables, en páginas aún menos confiables, que tienen olor
a fascistas encubiertos. Los fanáticos que como muy bien dice Amos Oz no desean
ver, ni oír la verdad, no lograron frustrar a Solzhenitsin, no lo habían
podido doblar fuerzas inconmensurablemente más fuertes, no había ido al
infierno del Quinto Circulo del Gulag y regresado para sentirse intimidado por
unos pocos arrogantes que se auto denominan defensores de los sagrados derechos
de las personas, aun cuando ellos mismos las violan impunemente o apoyan
acciones de dudosa ética política.
Un
último comentario sobre este punto, es que si el gobierno ruso no libera los
derechos para su publicación masiva, y para que además se realicen traducciones
a diferentes idiomas, el libro puede ser tergiversado y manipulado por
grupúsculos de fascistoides que ridículamente pueden usarlo como propaganda
pervertida de sus ideas, como sucedió con el ensayo de Arthur Koestler “La decimotercera tribu” obra que el
autor escribió con la clara intención de criticar las ideas antisemitas
esparcidas por el nacionalsocialismo, recordemos que Koestler
es judío (su madre era judía), vivió un tiempo en un kibutz y abrazó el sionismo y las ideas de Zeev
Jabotinsky. Fue un comunista convencido, hasta que vio lo que Stalin
realizaba, esto lo hizo cambiar a un socialismo menos militante, todo lo que he
dicho de Arthur solo tiene la clara intención de hacer notar que el autor de la
Decimotercera Tribu ni en sus sueños más decadentes sería posible que fuera
partidario de los fascismo, pero estos grupos se han apropiado de su obra
utilizándola como parte de su propaganda perversa antisemita, por esta razón es
prudente y muy acertado que la obra de Solzhenitsin deje de ser estúpidamente censurada
o será pasto de estos grupos contrarios al judaísmo.
El tiempo se había terminado para el
gran perseguido de la tierra, pocas vidas han sido tan ricas en avatares, tan
prolífica en poesía y tan profunda en reflexión, por ello el 3 de agosto de
2008 antes de expirar a consecuencia de una insuficiencia cardíaca en su
residencia de Moscú, pudo decir las palabras sagradas de Jesucristo en la cruz “padre todo está hecho”. Cuando el
público se enteró de su muerte a través del comunicado dado por la familia
sintió un gran pesar, rápidamente las autoridades a las que el tanto crítico se
hicieron presentes con un funeral de estado, para apropiarse de la memoria de
un hombre digno e intelectual, se le velo en la sede de la Academia de las
Ciencias de Rusia, se le llevo en la cureña militar cual trofeo de exhibición,
pero también estuvieron los otros, aquellos que leyeron sus obras, reflexionaron
con sus palabras y amaron la verdad de su verbo y como muy bien dice Yevgraf (Alec Guinness) durante el funeral de su
hermano Yuri en la película “El Doctor Zhivago
“el pueblo ruso ama la poesía y por ello
sabe cómo se debe amar a sus poetas” por
esto acudieron en masa los moscovitas, para rendirle un último homenaje. Al
hombre que pidió ser enterrado junto a la tumba del historiador ruso Vasili Kliuchevski en el cementerio del monasterio Donskói de Moscú, como un verdadero
ruso, en la ortodoxia misma. Se le recordará como el gran crítico del Comunismo
por la propaganda liberal, pero ese apelativo no es del todo real, porque como
hemos visto Alexander Solyenitsin en realidad también fue un crítico del modelo
neoliberal, fue un hombre que elevo su voz ahí en el desierto para todos aquel
que lo desearon escuchar, para todos los que fueron perseguidos, difamados,
odiados y sometidos, porque mientras exista un solo campo de Concentración, un
lugar de tortura, un lugar donde no se le permita expresarse a un hombre, aun
estará vigente la obra de este ruso, que fue el ejemplo de una Fe superior, porque
como muy bien nos dice Pearce es “un
alma en el exilo”.
Funeral del perseguido de la tierra |