EL
SIONISMO
UNA
IDEOLOGÍA PARA CONSTRUIR UN ESTADO
PRIMERA
PARTE
El origen del
movimiento ideológico denominado sionismo, es uno de los temas más complejos y
profundo de la historia judía reciente, escarbar en las raíces que llevaron a
la conformación de un grupo primero, luego un movimiento, que terminara por
constituirse en una ideología que creara un estado en medio del mundo árabe –
islámico, es toda y sin lugar a dudas, una proeza, que marcara la historia de
la segunda mitad del siglo XX, hasta la actualidad. En los siguientes apartados
iremos exponiendo la evolución de este movimiento laico, socialista y utópico
hasta la conformación del Estado de Israel.
El movimiento de la Haskala o Ilustración Judía.
Los inicios del sionismo, no debemos
buscarlo en la religión tradicional judía, ni en las ricas y vitales variables
que la han compuesto durante los siglos a esta singular religión, sino que en
un mundo casi completamente laico, si tuviéramos que colocar una fecha de
inicio, diríamos que el siglo XVIII respondería a una fecha estimativamente
correcta, con el surgimiento de la Haskala o Ilustración judía.
Moisés Mendelssonh |
Paralelamente a todos estos movimientos
místicos y religiosos judíos en el siglo XVIII, también se estaba dando otro de
naturaleza totalmente a-religiosa. Empapados del nuevo orden cultural de
Europa, muchos judíos abrazaran las enseñanzas laicas, transformándose ellos
mismos en verdaderos maestros de las nuevas doctrinas. Este será el siglo de las luces y la ilustración, donde el
imperio de la fe se volcó en la razón. Destaca dentro del mundo judío, la
figura de Moisés Mendelssonh (1729 –
1786), el cual es <<el padre
del movimiento iluminista>>. A Mendelssonh se le puede considerar un
hombre de vastos conocimientos, entre sus principales trabajos estuvo la traducción de la Torah al alemán, para que las comunidades
judías tuvieran acceso a una buena lectura del original hebreo y no tener que
utilizar la traducción de Martín Lutero. Como muchos judíos casi completamente
asimilado a la cultura germana, Moisés se percató que gran parte de los judíos
germanos no conocían el idioma hebreo y por tanto, era necesaria una buena
traducción, única solución para mantener el arraigo religioso, pero también ,
una buena forma para seguir desarrollando la asimilación, cuestión que era la
base del movimiento iluminista.
Las
ideas del iluminismo prendieron con singular fuerza entre las capas más alta de
la sociedad judía de Europa occidental. Las nuevas ideas apuntaban directamente
a romper las cadenas históricas del pueblo judío, cadenas tanto impuestas por
la sociedad que los rodeaba, como por la misma comunidad judía, lo que Moisés
Mendelsolssonh definía como la mentalidad del <<Gueto>> “Se piensa que durante estos últimos treinta
años de la Haskala, los escritores hebreos consideraron el tradicionalismo
judío como causa principal de todos los males de la existencia en el ghetto y
dirigieron por lo tanto en su contra el ataque más feroz” (La literatura
judía p 35).
El problema judío para los miembros de la
Haskala se reducía, a que ellos consideraban, que la miseria intelectual y el
oscurantismo de la judería se había producido en la época del misticismo (siglo
XII-XVII), que mantenía en la más atrasada vulgaridad religiosa a los judíos.
Este último punto, sería el culpable directo a juicio de los iluministas, de la
imposibilidad de los judíos de poder ingresar al marco de la civilización
Occidental. La solución para este problema, era clara, se necesitaba una
educación laica de corte científico – humanista, por esta razón, cada joven judío debía poder estudiar una
carrera universitaria y no verse obligado a seguir repitiendo dogmas de fe del
Talmud. Con ello el joven tendría la posibilidad de ingresar a la sociedad
europea en su totalidad. A juicio de Mendelssonh la sociedad en general,
tendría él deber de acoger a los judíos, debido a que estos hablaría su mismo
lenguaje, se sentirían participe del mismo proyecto país, y, por tanto uno con
su estado, la idea era clara, se judío en tu interior, alemán, inglés o francés
en cada momento de tu vida. Es evidente
que esta era una visión bastante idílica de los miembros de la ilustración
hacia la sociedad europea. Para ellos Europea
occidental había evolucionado y ya no
existían aquellos viejos perjuicios religiosos medievales, y probablemente
tenían razón en este punto, lo que no pudieron percatarse de otro racismo
embrionario, uno de carácter seudocientífico, más peligroso y brutal que el
anterior, “La convicción de que la
sociedad no judía había cambiado definitivamente su actitud con respecto a los
judíos, era general, lo mismo que la creencia de que el fanatismo y el
prejuicio medievales se habían desvanecidos completamente y que el judío sería
acogido sinceramente por la sociedad ilustrada”. (Literatura hebrea p
50)
Con esto, no debemos creer que los escritores de la
ilustración deseaban romper con toda la traición religiosa – cultural judía,
eso hubiere equivalido a destruir la esencia
del <<Ser Judío>>. Muy por el contrario, de la idea de los
ilustrados se desprende que ellos deseaban dar a las tradiciones su justo
marco. La religión quedaría sujeta al mundo de la vida privada como hemos mencionado antes “Sé judío dentro de tu morada, y
hombre fuera de ella” (Historia de los Judíos p 22)
Judá Leib Gordon |
Esto quiere decir que la religión era privativa
de su conciencia y los ritos eran para su persona, mientras que como ciudadano
debía la mayor lealtad para con su nación, fuera esta alemana, inglesa, francesa. De esta forma el judaísmo se transformó en una vertiente
puramente religiosa, obediente de las normas del estado. La Haskala lleno de un
extraño optimismo al mundo judío, más aun que las sociedades de la Europa
Occidental otorgaba importantes derechos civiles, como la ciudadanía, el
ingreso a los círculos culturales y a los salones de la alta sociedad. Todo,
estos logros obtenidos de sociedades liberales europeas, impulsaron la euforia
optimista que se hizo sentir en la otra parte de Europa, la oriental, penetró
dentro del judaísmo menos especulativo y más rural de Rusia y Polonia. Esta
fuerza arrolladora se ve dibujada en los poemas de Judá Leib Gordon que nos
dice:
“¡Despierta,
pueblo mío! ¿Hasta cuándo dormirás?
La noche alzó su
vuelo, el sol brilla esplendente.
¡Despierta! Abre los
ojos, mira en torno,
date cuenta del tiempo
y del lugar”.
(Literatura hebrea p 42)
A
comienzos del siglo XIX la situación comienza a tener ligeras
variaciones. Aparece el romanticismo,
con su apología a la libertad, igualdad y los eternos valores naturales del
hombre (que eran tan viejos como Cristo mismo, pero para los románticos tan
nuevos). Esto llevará algunos círculos a una lucha contra las condiciones de la
sociedad llevados por sus ideales. Por primera vez algunos seudos teóricos proponían
una concepción de la búsqueda de las raíces ancestrales y la valoración de la
nación, como un elemento vital y arraigado a la biología de los ciudadanos, por
ello los elementos ajenos a estos debían ser retirados de ella.
Pero
el cambio más fuerte se iniciará con el positivismo científico, el cual se
forjará en los valores de las ciencias y las especulaciones. Pronto los
estudios raciales serán un importante subterfugio para las conquistas
coloniales. El deber de las razas más privilegiadas y superior, será
por un bien natural, la culturización de las culturas inferiores, como muy lo decía el
escritor Rudyard Kipling en sus
versos sobre “La Carga del hombre Blanco”.
Tormentas del Sur (polgromo) |
Esta situación fue limándose lentamente a medida que las comunidades judías se insertaban con más éxito en los respectivos países en que vivían. Así en Francia e Inglaterra los judíos al llegar el siglo XIX eran comunidades respetadas; en cambió en la Rusia Zarista los judíos debía soportar políticas racistas como “Las Tormentas del Sur” (1881), verdaderas persecuciones vandálicas, sin un sentido político definido, más bien cimentadas en ideas excesivamente religiosas y populistas. Estas acciones estuvieron a cargo de los grupos más retrógrados de la sociedad rusa, como eran el campesinado y los legendarios Cosacos (sobre este punto podemos leer la excelente novela <<Taras Bulbas>> de Nicolás Gogol, el cual hace una merecida descripción de las bárbaras ideas de este pueblo estepario y la visión que se tenía del judío).
Curiosamente el siglo XIX, que será visto como
el siglo de las luchas revolucionarias y liberales por naturaleza, será también
el escenario del nacimiento de un nacionalismo judío muy fuerte y también de un
antijudaismo, ambos estrechamente relacionados.
El Antisemitismo y el
Sionismo.
A
finales del siglo XIX y comienzos del XX, se inician la decadencia del
positivismo en las áreas del
conocimiento filosófico, político y social.
El ansiado sueño de un mundo perfecto, bajo el ordenamiento de las
ciencias como lo había expuesto Augusto Comte, llegaba a su fin. Se iniciaba
una nueva era, la del idealismo con una extraña mezcla de cientificismo muy
particular. Será la era de un renovado nacionalismo, con visiones de pueblo y
cultura nuevos, a lo que se debe agregar una concepción científica de este idealismo. Así el pilar fundamental
del nuevo orden será una concepción vitalista y biológica de la sociedad, donde
los componentes autóctonos serán parte integrante y real de esta, mientras que los grupos de otras etnias y
culturas solo serán tumores malignos.
Dreyfus |
Este movimiento Vitalista y antimaterialista,
encontró rápidamente eco entre los pensadores de comienzo del siglo XX;
deseosos de crear un nuevo orden. En este punto podemos encontrar escritores como Henri Bergson, con su concepto del instinto vital del hombre, con
los conceptos neovitalistas en biología de Hans
Driesch y los estudios de Karl von Frisch. Estos autores
harían despegar el concepto holístico de
la biología, llevando a planos del pensamiento sobre el orden social y
político. A lo anterior agregamos las
concepciones de Gaetano Mosca, Vilfredo
Pareto y Roberto Michels, sobre
la necesidad de constituir un orden político basado en la superioridad de las
elites y la formación de líderes carismáticos, además de someter a la
democracia decimonónica a una devastadora critica.
L' Affaire Dreyfus |
Este deseo consciente de los grupos
intelectuales de constituir un nuevo orden diferente al clásico pensamiento científico
y material, conllevará una nueva carga moral. Es así como el deseo de cimentar
una visión idealista de la sociedad y crear valores nacionales superiores,
llevará a la formación de una nueva concepción racista, diferente a las
originadas durante los siglos anteriores. No es que el conjunto de la sociedad
odiara a una etnia determinada, muy por el contrario. El caso era que esta
etnia constituía un valor diferente a los necesitados por ese pueblo
determinado. Era una verdadera invasión en la concepción del futuro vital, de
un pueblo. El pueblo que estaba más propicio a sufrir las desventuras era
obviamente los judíos, por su larga vida histórica en conjunto con los
occidentales (siendo ellos mismos occidentales), constituyendo lo diferente, lo
exótico, transformándose la religión judía no sólo en lo que era, si no en un
concepto cultural-biológico y contaminador: “En cierta ocasión paseándome yo por la ciudad interior, me hallé de
improviso frente a un sujeto ataviado con largo caftán, que peinaba negros
rizos laterales. <<¿Será un judío?>>, fue lo primero que me
pregunté. En Linz no los había visto jamás vestidos de semejante forma. Observé
al individuo con insistencia y gran cautela, y cuando más contemplaba aquel
extraño semblante, estudiándolo rasgo por rasgo, tanto mayor era el ímpetu con
que surgía en mi cerebro en forma diferente la pregunta:<<¿ Si será un
alemán?>>”( Mi Lucha, p 22).
Otras etnias sufrieron esta visión del “otro”
contaminador, uno de estos casos es la de los gitanos, con los cuales se tuvo
igual política de exterminio como lo sucedido a los judíos.
Pero el
movimiento más racista no vino de parte de la filosofía y las ciencias,
sino de un grupo de seudo-cientificos,
que a través de ciertos trabajos e “investigaciones” de muy poco valor, valga
la redundancia científico, debemos añadir,
trataban de exponer positivamente el valor de las razas y la supremacía
de una en detrimento de las demás. Esto
despertó cierto interés no dentro de los círculos intelectuales, si no dentro
de las capas medias de la población, como lo eran los obreros y el
campesinado. A este respecto nos dice
Stanley Payne: “Más ampliamente
influyeron, sin embargo, que las ideas de los nuevos revolucionarios, fueron
las doctrinas propagadas a comienzos del siglo por seudocientíficos que se
adornaban con las apariencias del “cientificismo”. Mientras que la ciencia del siglo XIX había parecido alentar el
liberalismo, la democracia y el igualitarismo, el nuevo cientificismo
(habitualmente basado en escritos vulgarizadores y popularizados que eran
meramente seudocientíficos) alentaba conceptos de raza, elitismo, jerarquía y
la glorificación de la guerra y la violencia” ( Fascismo, p 43)
Estas ideas invadieron cual enjambre de avispas
todo el mundo culto y a la sociedad en general. Incluso Chile se vio sometido a
esta clase de escritos como los de Nicolás Palacios y su libro “Raza
Chilena” y el historiador Francisco
Encina con su libro “Nuestra
Inferioridad Económica”, sólo por citar algunos. Esto llevó a crear falsos
perjuicios y erróneas ideas que
provocarán sendos problemas de orden político y social, que terminaran por
desgracia en la locura del holocausto.
Pero curiosamente este cambio de ideas, también
permiará el pensamiento de la intelectualidad judía europea (los más laicos),
los cuales harán eco de estas ideas y expondrán la teoría de constituir un estado judío, con los
valores occidentales en tierras orientales. Siendo el Limes de occidente contra
la cultura bárbara de los musulmanes y africanos: “Para Europa formaría allí parte integrante del baluarte contra Asia,
constituiríamos la vanguardia de la cultura en su lucha contra la barbarie”
(Herlz, Teodoro. El Estado Judío, p 59).
Teodoro Herlz |
Los antecedentes de los sionistas son bastante
heterogéneos, incluso para los mismos historiadores sionistas les cuesta
enormemente crear un hilo conductor de las diversas y disímiles ideas que
dieron vida al movimiento nacional del sionismo.
Está claro que muchos judíos no se sentían a
gusto con el panorama de la política del siglo XIX, entre ellos varios hablaban
de una falta de igualdad social real y que en la práctica existía un problema
judío sin solucionar. En un comienzo
estas ideas estuvieron relegadas a ciertos pensadores como Moisés Hess, el cual
señala la importancia de la creación de un estado judío, al estilo de la
unificación Italiana. Las ideas de Hess eran de corte socialista, de hecho
junto a Marx es uno de los creadores de las teorías del materialismo
histórico. Hess plantea la necesidad de
crear las bases dentro de este estado judío para que se realicen las leyes
históricas.
Los trágicos sucesos de Rusia en 1881 (Las
Tormentas del Sur), empujaron a varios centenares de jóvenes idealistas judíos
a crear organizaciones que procuraran el establecimiento de una patria. Todos
estos grupos proponían ideas contrapuestas entre sí y en algunos casos demasiado fantásticas, para
llevarse a cabo. Pero uno de esto jóvenes que más importancia tendrá en el
movimiento sionista ruso será Iehuda
Leib Pinsker, quien en su libro “Autoemancipación”
expone la necesidad de un refugio en el cual puedan vivir y
desarrollarse todas aquellas comunidades
judías perseguidas (rusas). Las ideas de Pinsker fueron bien recibidas durante
el congreso de los Hovevei Tzion (Los
Amantes de Sión) en el poblado de Katowice (en aquella época perteneciente
Alemania). De este modo expone la
necesidad de iniciar una lenta inmigración de judíos a tierras de Palestina,
para transformar una sociedad
comerciante en una sociedad campesina.
Muchas de las diversas organizaciones se unieron a su causa. Pero las
primeras oleadas de colonos judíos chocaron con su falta de conocimientos
agrícolas y del territorio. El plan
estuvo a punto de sufrir un fuerte revés, si no hubiese sido por la
intervención del conde Edmond James de Rothschild, quien ayuda económicamente a
la colonia, gracias al cual se logró el acometido en un principio.
Iehuda Leib Pinsker |
Los fracasos de la colonización, no desaniman a los grupos nacionalistas judíos, pero si los llevó a una autocrítica y replantear la problemática de la colonización. Uno de los más acertados activistas en esta materia fue Asher Guintzburg, más conocido por su seudónimo de “Ahad Haam”. Este en sus artículos “Verdad desde la tierra de Israel” y “ ¡No es éste el camino!”, critica agriamente la planificación y posterior proceso de colonización, haciendo hincapié en la falta de una conciencia nacional real del pueblo judío y una falta de conocimiento del territorio de Palestina “En su opinión, lo que debía encontrar solución no era “el problema de los judíos”, sino “el problema del judaísmo”, o sea, no la problemática concreta de los judíos perseguidos, sino la crisis profunda por la que pasaba la conciencia nacional judía en la nueva sociedad moderna secular” (historia de los judíos, p 28) .
La solución era crear las condiciones
espirituales dentro del pueblo, o sea, aunar conciencia de su realidad
histórica. Para ello, según Asher, debía crearse en Jerusalén un centro
espiritual, que fuera el verdadero polo de atracción de todas las comunidades
judías. En este centro debía valorarse
el pasado común y el origen de la comunidad judía. Asher es reconocido como uno
de los padres del sionismo espiritual e idealista.
Pero sin lugar a dudas el mayor representante
de las ideas sionistas será en el siglo XIX, el periodista y escritor austríaco
Teodoro Herzl, que después de llevar una vida tranquila y reposada en los
valores occidentales y sintiéndose parte de la cultura germana, cambiará
radicalmente su postura. Un reportaje que le tocó realizar para un periódico
judío “Neue Freie Presse” de Viena en la ciudad de París, lo acercó fuertemente
al cambio de aires que se estaba experimentando dentro del colectivo de Europa
Occidental: el famoso caso Dreyfus, en
el cual un oficial francés de origen judío fue acusado injustamente de alta
traición a la patria. Las propias características de este juicio lleno de vicios, en el cual se intentaba cubrir la
responsabilidad de oficiales superiores y las manifestaciones del populacho
enardecido que solicitaba la cabeza de todos los judíos “traidores de
Francia”. Eran las protestas anti-judías
más importantes que le toco vivir Herlz. Todo esto convenció a Herzl que el
pueblo judío nunca sería completamente asimilado a ninguna de las culturas occidentales (más aun sí ocurría en
pleno corazón del liberalismo): “…clásico
producto de la emancipación, se enfrentó
trágicamente con el ineludible destino judío al ser testigo del famoso affaire
Dreyfus” (historia de los judíos, p 29).
Herzl, finalmente llegó a la absoluta
convicción de que el judaísmo era un problema para los estados europeos, por
una parte y por otra de los mismos
judíos. Estos no podrían desarrollar su cultura a satisfacción en la
medida de estar coaccionado a otra cultura: “La presión provoca en nosotros, naturalmente, sentimiento de
hostilidad contra nuestras opresores, y nuestra hostilidad aumenta, a su vez,
la presión. Es imposible salir de ese circulo vicioso” (El Estado Judío, p 53)