EN LAS ARENAS DE ARRAKIS

domingo, 30 de octubre de 2016

DESENMASCARANDO A JORGE BARADIT



Imagen que desea relacionar a O'Higgins
con  Pinochet de forma mal intensionada

DESENMASCARANDO A  JORGE BARADIT

10 BUENAS RAZONES PARA NO LEER

HISTORIA SECRETA II
PRIMERA PARTE



Nuevamente el intrépido investigador y no – historiador Jorge Baradit nos sorprende para mal con un libro de historia de pésima calidad, nos referimos a “Historia Secreta de Chile II”, que sería la continuadora de la saga sin hilo conductor de Historia Secreta de Chile I, pensamos erróneamente que las tergiversaciones, falacias, generalizaciones alegres y derechamente mentiras vertidas en el primer libro de esta ya coleccionable obra bastaría para que el diseñador dejara la pluma de la investigación a gente realmente capaz de realizar un trabajo serio en el área de la historia, pero no fue así, muy por el contrario nuevamente vuelve a la carga con un libro que, además de tener los mismos vicios que el primero, es mal intencionado, dado que crea confusión sobre los verdaderos hechos históricos, además de estar sostenido en la copia descarada de otras obras históricas y literarias, que sería la base fundamental de su “increíble trabajo de investigación y análisis histórico”.

Jorge exponiendo  sus ideas en el canal nacional

El primer libro produjo una tremenda polémica por la falta de rigurosidad y la carencia casi total de bibliografía para sostener los argumentos falaces que se vertían. Para este segundo libro, Jorge inició su trabajo con una especie de tributo a los historiadores de izquierda al decir “Este libro se cimenta sobre el trabajo de muchos que investigaron y revisaron las fibras de nuestra historia cuidadosamente, es de ellos el mérito. La bibliografía de este volumen es además de un homenaje una lista de lectura sugerida” (p 10)   como lo son Julio Pinto y Gabriel Salazar, además de incluir a Alfredo Jocely – Holt,  una especie de disculpa pública por tomar y tergiversar las tesis de estos historiadores en su libro anterior (y en este también), con una clara intensión de suavizar las asperezas con los jóvenes historiadores de izquierda, quienes fueron la punta de lanza para desenmascarar las mentiras escritas por nuestro diseñador y rescatar el concepto de disciplina seria que es la historia, casi un giño de ojo se podría decir, que no tuvo el efecto esperado por el autor, debido a que las críticas no se hicieron esperar mucho, ya que su nueva obra no fue mejor que la anterior.

Jorge, que desea presentarse como un investigador serio, de izquierda y totalmente contrario al sistema imperante como mencionamos antes, por lo que  parte su introducción con una crítica mal intencionada hacia los que enseñamos historia y c. sociales en los colegios, nos acusa de todo, mentirosos, tergiversadores y ocultadores de la verdad, al servicio de las elites de poder “La historia que nos contaron en la escuela hace veinte o treinta años está plagada de omisiones y tergiversaciones acomodaticias, que esconden lo inconveniente y pulen lo demás como un pedazo de mármol muerto e inamovible. Pura esquizofrenia” (p 9),  se puede apreciar una seria acusación hacia la enseñanza formal de la historia  y probablemente tenga algún asidero en relación a los planes y programas, la formación docente y el acceso a la nuevas investigaciones por parte de los profesores y profesoras de historia. Pero esta crítica al momento de leer el texto se diluye como arenas entre los dedos, ya que el lector espera alguna solución a estos problemas y lo que encuentra en el libro son mentiras, tergiversaciones, generalizaciones alegres y copias de otros libros que hace el autor en forma inescrupulosa y escandalosa dicho sea de paso, esperando que todo lo que dice sea tragado por el lector gracias a su clara capacidad de relatar escenas sangrientas, más dignas de una mente distorsionada que de un investigador, o sea, de todo lo que acusa a la educación formal de la historia.


Salfate se ha hecho famoso por las teorías de conspiración en `
programas de farándula es un gran seguidor de Jorge,  

Pero además el que realiza esta crítica en contra del profesorado es UN DISEÑADOR que nunca ha estudiado pedagogía, que no ha pasado por un aula donde se enseña historia en la universidad, ya que es un autodidacta, piensa que leyendo, si es que lo hizo, algunos libros de historia al azar, puede soberbiamente dictar catedra a personas que han dedicado su vida y esfuerzo al estudio y la enseñanza de una disciplina noble e intelectual, cualquiera sea su postura política o escuela historiográfica, me parece ridículo, por decir lo menos que él crea que tiene ese derecho de denostar a otros en su labor pedagógica. Pero si tomáramos sus críticas en serio, cuál es la solución que nos da Baradit en su libro para mejorar la educación de la historia y que no contravenga el concepto de PEDAGOGÍA y HECHOS HISTORICOS, muy poco, ya que lo que no es mentira, es ficción sangrienta.  

 Para defender su trabajo de narración - ficción, Jorge ha llegado al paroxismo, al decir que los historiadores le tienen “envidia” por su éxito, quisiera hacer presente que los historiadores y profesores de historia no le tenemos envidia a un hombre que peca de ignorancia contumaz, que su intelectualidad se reduce a páginas de internet y que sus relatos tienen todo menos de históricos, y ya que nuestro no – historiador gusta del género de la historia debo decir que ha habido muchos como él, gente sin escrúpulos que han dedicado tiempo para escribir absurdos textos de historia que han sido olvidados muy rápidamente, los romanos para hombres ensoberbecidos en su victorias militares tenían una oración “recuerda que eres mortal”, si Jorge recuerda que hoy existe el éxito y mañana ya no, y esos mismos que estimulaban tu trabajo sin peso intelectual y te defienden en los foros de internet con frases muy rimbombantes pero sin fuerza argumentativa como tus libros,  serán los mismo que te den vuelta la espalda cuando ya tu trabajo “no sea fenómeno de ventas”, cuando no llenes los bolsillos de ellos, cuando ya no los entretengas, cuando seas lo que siempre fuiste un fraude como escritor de historia.



El prólogo de este libro, al igual que el anterior, está lleno de una serie de pobres afirmaciones tomadas al azar, como decir que Gabriela Mistral  era lesbiana, hecho que es una teoría y que no está probada, aunque en honor de la verdad no nos importaría en lo más mínimo ya que los que amamos su poesía y sus ensayos poco nos importa su inclinación sexual, si fuera completamente cierto aquello. Que los soldados que tomaron el Morro de Arica estaban muertos de miedo, y probablemente algunos lo estaban, tampoco nos importan aquello, lo importante es la gesta y determinación de un pueblo y no el estado de ánimo natural de los hombres en una batalla. Jorge quiere terminar con un broche de oro, con las palabras del ex presidente Salvador Allende  en su último discurso “<<la historia es nuestra y la hacen los pueblos>>” y la pregunta que cabe realizar es si Salvador Allende con su tremendo peso intelectual y sus ideas socialista marxistas hubiese aprobado un libro indigno por su carencia de inteligencia y por su peso según el número de ventas, creo que no, porque la historia la hace los pueblos y no los vendedores de humo para las empresas editoriales.


Toma del Morro de Arica

Pero no sigamos navegando por las ideas anti sonantes de nuestro ilustre diseñador y comencemos a analizar como corresponde su libro, desde la metodología de la investigación histórica, desde los hechos, la bibliografía y las teorías, y veamos cómo se derrumba este castillo de naipes, tan mal construido.



1.- ¿Es Bernardo O’Higgins el Libertador de Chile?

Bernardo O'Higgins según "El Mulato"  Gil  


Jorge inaugura esta serie de relatos sin un sentido histórico y basado en la terrible tesis del complot “…por la élite dominante. Es ahí donde se ha producido la instrumentalización, el cálculo político y la omisión” (p 11), con una pregunta tendenciosa, esta es si será o no Bernardo O’Higgins el libertador de Chile con la intensión clara de atraer al lector a una verdad “secreta”, que nunca se ha mencionado antes, pero a medida que el lector se introduce en las especulaciones más fraudulentas de los hechos históricos, puede apreciar que no responde nunca en forma tajante y contundente a la  pregunta inicial.

            Como ya se nos ha hecho costumbre observar en los pobres textos de historia de Baradit, nuestro diseñador inicia su recorrido con una mentira trasformada en sentencia de verdad: “En nuestros libros y láminas de infancia, Bernardo O’Higgins no era ese hombre bajito y rechoncho, de rostro colorado y manos pequeñas que describen las crónicas de la época, sino un kriptoniano” (p19), en primer lugar, nuestro investigador está dando por hecho que los retratos realizados por “el mulato” Gil en la persona de Bernardo O’Higgins son en sus más mínimos detalles exactos, aun cuando los especialistas reconocen ciertos cambios que el pintor realizaba en sus obras pictóricas, a pesar de trabajar muy bien los claros oscuros, las simetrías corporales y las manos (cuestión muy difícil en un retrato), además de su gran capacidad de introducirse en la psique de sus retratados, también debemos decir que tenía la tendencia de hacer más pequeños y gordos a sus retratados, cosa que cualquier estudioso de pintura chilena sabe (Leer Historia de la Pintura Chilena). Por tanto, junto a los retratos es necesario revisar que dicen personas que conocieron a Bernardo O’Higgins y lo describieron como la inglesa María Graham en su libro “Diario de mi residencia en Chile” que lo describe como más bien delgado pero corpulento, de estatura media, tez clara y pelo rojizo como sus ascendentes irlandeses, “un hombre educado que manejaba perfectamente el inglés, español, latín, y mapudungun, además de ciertas nociones de griego” o lo expuesto por Thomas Alexander Cochrane en sus “Memorias”, al describir a “O’Higgins de estatura media, tez muy clara, cara rosada, pelo rojizo y corpulento, muy educado e inteligente”, efectivamente no era un “Superman” como irónicamente dice Jorge, pero tampoco el adefesio que desea que imaginemos, además del hombre torpe y negligente que describe una y otra vez hasta la saciedad, con un odio poco disimulado, toda una postura pública ficticia, ya que cree que ser socialista implica odiar a O’Higgins.




Es entretenido como Baradit teje una trama de teleserie venezolana sobre la relación de Bernardo O’Higgins con su padre Ambrosio O’Higgins al señalar que. “…de Luke Skywalker enfrentándose a su padre, quien había sido virrey del Imperio.” (p 20), pero si bien el relato es entretenido no es verdadero en absoluto, todos los biógrafos (todos) sosteniéndose en cartas, testimonios, relatos, diarios de vida, documentos oficiales afirman que Bernardo apenas vio un par de veces a lo sumo a su padre durante toda su vida, su relación fue distante y fría, otros hombres tomaron el papel del símbolo paterno en el niño como el padre franciscano Francisco Javier Ramírez que Bernardo llamaba cariñosamente “Taitita”, pero aún más, cuando Bernardo regresó de su viaje por Europa don Ambrosio ya había muerto  (18 de marzo de 1801) así que era literalmente imposible el enfrentamiento entre ambos.

Como Jorge desconoce las complejidades de las dinámicas de la historia realiza una simplificación de los hechos de la emancipación de la manera más grosera y torpe que pudo, haciendo un sinfín de temerarias aseveraciones como: “El chileno, encabezado por Carrera y apoyado por O’Higgins que fracasó en Rancagua y se desbando, y argentino, liderado por San Martín, al que O’Higgins se unió luego de huir a Mendoza tras el Desastre de Rancagua, y que no tenía NADA que ver con el anterior” (p 21). Con lo cual, de una plumada desecha los complejos problemas que hubo en el proceso de emancipación de Chile como las querellas  entre las ciudades de Concepción y Santiago, las luchas de poder de las grandes familias coloniales y su postura frente al movimiento, las ideas políticas y económicas de la elite criolla, la influencia ideológica de Francia, Estados Unidos o Inglaterra, en otros términos generales para Baradit la independencia es una caricatura simple.

Pero incluso en esta caricatura, el autor comete unos errores garrafales como exponer que el movimiento emancipador de Chile tuvo su fin en la batalla de Rancagua, o sea, todo el movimiento de independentista de Chile se terminó abruptamente por arte de magia  y dieron paso a uno totalmente nuevo que vendría siendo al proceso emancipador argentino, que además no está dirigido por los caudillos del gran Buenos Aires, sino por la persona de José de San Martín. Con esta aseveración se hecha al bolsillo la compleja trama política de las Provincias Unidas y el gran Buenos Aires, desaparecen todo los políticos y caudillo de la independencia de Argentina, podrías calificar esto de una alegre y simple síntesis.




Ricardo Levene un historiador admirado por
             Jorge Baradit, sus teorías las da por verdad 

Pero esta teoría no es de nuestro investigador si no de los historiadores argentinos Ricardo Levene y a Tulio Halperin, pero como es costumbre ya en Jorge bien deformada para que se ajuste a sus retorcidas ideas. Estos historiadores argentinos nos exponen que San Martin jugo un papel determinante en la emancipación de Chile, pero uno segundario en el de Argentina, que la emancipación de Chile era un plan preconcebido desde las elites del Gran Buenos Aires, para rechazar una invasión realista por parte del Marques Andrés de Abascal Virrey del Perú, que ya lo había intentado desde Bolivia (Alto Perú) en varias ocasiones sin éxito.

 Según estos historiadores la genialidad de San Martin fue implementar un plan de reconquista de los territorios que habían ya realizado su movimiento independentista como es el caso de Chile y de esta manera trasformarse en el gran libertador de toda América latina. Pero la postura de estos historiares argentinos no es la idea más extendida dentro de la historiografía en Argentina, muchos historiadores socialista critican esta postura por ser “Nacionalista” y “profundamente chuvista”, ya que no se ajusta a la realidad del proceso de emancipación y a los hechos históricos reales, en otras palabras una interpretación más del gusto de algunos argentinos de la década del 30’ y 40’. Esas son las teorias que nuestro investigador nos desea hacer pasar como una verdad histórica, sin contrastar las fuentes, solo que aceptemos de buenas ganas las ideas de dos fanáticos nacionalistas argentinos.

Luego como si la torpeza fuera poca inicia sus aterradoras aseveraciones sin sustento en los hechos como “En esos años había dos grandes imperios peleándose el dominio de los mares: España e Inglaterra” (p 22), España desde la época de Felipe III “El rey Planeta” no era una potencia de primer orden, las reformas realizadas por la casa de los Borbones habían llegado a levantar el imperio sobre todo dúrate el reinado de Carlos III siglo XVIII, pero las torpes acciones de su hijo Carlos IV y el surgimiento de una poderosa Francia revolucionaria volvió a sumergir a España a su papel de segundona, sobre todo después de perder casi toda la marina en Trafalgar contra los ingleses, que dejó a Inglaterra dueña de los mares a partir de 1808, por lo tanto, de qué duelo habla Baradit, ya que  Inglaterra ganó el duelo a España y Francia juntas antes de iniciarse el proceso independentista en Hispanoamérica.


Jose de San Martín
Verdadero Libertador de Chile Según Jorge

Pero Jorge no contento con lo antes expuesto vuelve a la carga sobre el origen masón de la Logia Lautaro, pero los historiadores como Gabriel Salazar, Julio Pinto, Jaime Eyzaguirre, Correa, entre otros tantos, por no decir todos, a partir de las fuentes reconocen que la Logia Lautaro NO ERA MASONICA, que parte del No, no se comprende para Baradit.

Pero sigue,  cuando expone que “José de San Martin, al parecer ya con esa información, y antes incluso de la derrota de O’Higgins y Carrera en Rancagua, se instalaba como gobernador en Mendoza e iniciaba los preparativos para invadir Chile. Sí: invadir Chile” (p 23), analicemos la idea que está detrás de esta aseveración, nuestro diseñador desea hacernos creer que existía un estado llamado Argentina y otro llamado Chile y que el primero se aprestaba para invadir al otro, que lindo cuento de hadas, pero antes de hacer esta afirmación debemos preguntarnos si existía una conciencia de estado en Argentina y Chile, los historiadores serios de ambos países reconocen que no y que pasará mucho tiempo para que esta se conforme, lo que existía era la idea de la “patria chica”, el amor por la tierra y su cultura local, pero además está demostrado que Chile como estado solo aparece en 1818, mientras que Argentina en 1820, por tanto de que países está hablando, lo que se estaba produciendo en los territorios de las Provincias Unidas era la necesidad de conjurar el peligro realista desde los territorios de Chile, para luego liquidar el Virreinato del Perú, bastión realista en América del Sur.

Jorge continua con sus aseveraciones temerarias cuando nos dice: “Las provincias Unidas de la Plata eran el último reducto independiente que quedaba…” (p 26), en este punto historiadores desde México hasta  Chile no estarían de acuerdo, existían territorios en el Virreinato de Nueva Granada en mano de los partidarios de la emancipación de donde se inicia el proceso de emancipación más grande e importante encabezado por Simón Bolívar.

Según nuestro investigador, el Ejercito Libertador de Los Andes se habría desplazado a Chile por dos pasos cordilleranos “Las tropas cruzaron por dos pasos diferentes. Luego de más de treinta días agotadores…” (p 27) pero como lo acreditan las fuentes no fueron dos los pasos, sino que las tropas cruzaron por una serie de lugares en Copiapó, La Serena, el Cajón del Maipo, Curicó, Coquimbo y Aconcagua, con la idea de impedir a los relistas poder enfrentarse a un único frente y lograr que se desmembraran estas fuerzas, como así ocurrió. Pero como Baradit no maneja esto, él solo se informó de dos que imagino se refiere a Uspallatas y los Patos, aun cuando él no los menciona.
Cruce de los Andes

En el primer libro de esta saga, nuestro no – historiador aseguraba que los españoles estaban en Chile, pero en esta nueva saga reconoce el error de la primera y expone que eran tropas Chilotas y Valdivianas, pero aún se le olvidaron las de Concepción y Chillan, además de los demás grupos de realistas de esta tierra.

Cuando el capítulo se refiere al gobierno de Bernardo O’Higgins, lo inicia con la aseveración de que la elite santiaguina tenía un odio no por temas políticos o rivalidades entre Santiago y Concepción, sino porque O’Higgins les quitó los títulos de nobleza y afírmense: “los mayorazgos”  “Director Supremo, ordenó el fin de los títulos de nobleza, escudos de armas y mayorazgos” (p 31), para el conocimiento público y también de nuestra celebridad Jorge, O’Higgins durante su gobierno abolió los títulos de nobleza porque eran incompatibles con una república y creó la orden al mérito, hubo unos cuantos “nobles” que se enojaron y hablaron mal en alguna tertulia del Director Supremo, pero no produjo una conmoción nacional, ya que eran pocos los ciudadanos que ostentaban esos títulos, o sea, no fue causa del supuesto odio, con relación a los mayorazgos, estos  NUNCA y deseo hacer mucho énfasis en este punto, NUNCA O’Higgins pudo terminar con los mayorazgos como alegremente Baradit dice.

Pero las torpezas continúan, después nos dice “…los progresistas en 1829, la primera intención fue traer de regreso desde Lima a O’Higgins para que encabezara un gobierno totalitario y represor, pero fue Portales quien se opuso…” (p 31), me imagino que esta idea la obtuvo después de leer a Julio Pinto y Gabriel Salazar, pero la deformó bastante,  claro está, ya que me imagino que Baradit quiso decir dictatorial y no totalitario (ese término se usa cuando es una ideología política la que domina todo el espectro político como el nacional socialismo alemán). O‘Higgins era admirado por una parte de los vencedores de Lircay, me refiero a los o’higginistas, sobre todo de la elite de Concepción, y ellos deseaban que volviera para restablecer el orden, pero los otros grupos como los estanqueros y pelucones no. Dudo mucho que Bernardo O’Higgins hubiera compartido las ideas de los conservadores chilenos, ya que el viejo general era más bien de espíritu liberal como lo atestiguan todas sus cartas y escritos y la mayoría de sus biógrafos, incluso tuvo excelentes relaciones con Andrés de Santa Cruz, por lo que no hubiera durado mucho en el poder después de su supuesto regreso.



Para concluir y como si no hubiera dicho suficientes estupideces termina diciendo “Nos legó nuestro primer documento constitucional” (p 31) por el gobierno  de O’Higgins, pero entonces los documentos constitucionales que se inician en 1811 conocidos como Reglamento para el Arreglo de la Autoridad Ejecutiva Provisoria de Chile, luego en 1812 se creó el Reglamento Constitucional Provisorio, para luego en 1814 el  Reglamento para el Gobierno Provisorio, en el gobierno de O’Higgins se crearon las Constitución Provisoria para el Estado de Chile de 1818, estos no fueron Constituciones, sino una especie de “chiste” según el criterio histórico de Jorge y la única Carta Magna valida sería la Constitución Política del Estado de Chile de 1822, por lo tanto, se le sugiere a los profesores de Historia del Derecho que cambien sus planificaciones y las adecuen a las revolucionarias ideas de Baradit. .      

Para terminar nunca nuestro diseñador logra demostrar que O’Higgins no fue el libertador de Chile, pues sus pobres argumentos quedan sin fuerzas por las falacias y mentiras que dice una y otra vez, tampoco nos queda clarificado si fue un dictador o no, ya que sus sustentos para esto fue la celebración que se hizo del fusilamiento de José Miguel Carrera en Argentina, claro está que Baradit no menciona que José Miguel estaba involucrado en una bestial guerra civil y que era responsable de varios desmanes, ejecuciones sumarias y pillaje, y que su muerte también la celebraron campesinos y pequeños propietarios en Argentina cansados de sus correrías. Y el otro antecedente que nos da es el asesinato de  Manuel Rodríguez, íntimo amigo de la familia Carrera y ferio opositor de O’Higgins, que ingreso en el palacio de gobierno e insultó públicamente al nuevo gobierno, que fue arrestado y asesinado, pero que nunca se ha encontrado ninguna prueba que afirme sin lugar a duda que O’Higgins ordenara el asesinato y que son teorías las que sustentan este punto más o menos confiable, sobre todo por el rostro romántico que se le dio a Rodríguez posteriormente. Deseo hacer una salvedad, esto es que no siendo partidario de Bernardo O’Higgins, creo que insultar e injuriar gratuitamente a un hombre como a este último, a quien le toco vivir un periodo confuso y complejo es algo que no se puede aceptar.



2.- Terremoto de 1960, Un Sacrificio Humano en Puerto Saavedra.

Terremoto de 1960, Ciudad de Valdivia

            Este segundo capítulo de “Historia Secreta”, es en realidad una crónica de tipo policial, un sensacionalista episodio que trata sobre el asesinato ritual de un niño, que por más que Baradit lo exponga de forma sádica, revestido de los colores más exagerados, al terminar su lectura, la pregunta que uno se realiza es ¿qué tiene de revolucionario en la historia de Chile?, ¿el acontecimiento cambió las mecánicas de la historia?, ¿hubo una revolución en los estudios sobre la temporalidad histórica o en las trasformaciones a largo plazo?, ¿las interpretaciones de los hechos históricos no serán lo mismo después del relato del asesinato de un niño?. En materia de pedagogía, si esto se enseñara en un aula, ¿tendría una importancia en las habilidades o conocimientos del alumnado?, todas las respuestas a estos cuestionamientos serían un NO categórico, el hecho, por muy doloroso, trágico y cruel, solo se anotaría en la historia de los crimines bestiales de un Chile que tiene como país un largo repertorio de estos acontecimientos por desgracia.

            Qué busca Jorge con esto, es muy fácil, solo despertar el morbo de una sociedad sobre estimulada en este tipo de sensaciones por los medios de comunicación actual, solo basta prender la televisión y ver los noticieros.

            A pesar de lo básico del relato de Baradit y de su búsqueda del morbo, este escrito para variar no está excepto de falacias como “Fue tan devastador que por su efecto murió gente en lugares tan alejados como Hawái y Japón” (p 36), Baradit se olvida de que el movimiento telúrico no afectó estos lugares, sino que fue el Tsunami. Si Jorge va a escribir como científico debería ser bastante claro al respecto.

viernes, 7 de octubre de 2016

12 RAZONES PARA NO LEER “HISTORIA SECRETA DE CHILE I” DE Jorge Baradit

Jorge Baradit haciendo publicidad a su libro  

12 RAZONES PARA NO LEER

 “HISTORIA SECRETA DE CHILE I”
DE
Jorge Baradit

Debo confesar que poco y nada despertó mi interés  leer el libro de Jorge Baradit, “Historia Secreta de Chile” (que se trasformaría en el tomo I, con la aparición de su segundo libro, aunque el autor nos ha amenazado que serán tres libros, ¡Dios nos pille confesados!), primero, porque cuando un libro es un  “Fenómeno de Ventas”, es porque existe una masa que lo compra, y la masa suele ser atraída por motivos que rondan en el morbo, el deseo de conocer los detalles siniestros o las conspiraciones más atrevidas, en otras palabras solo cuestiones banales, muy alejadas de la disciplina de la historia, a la cual he dedicado casi toda mi vida.
Tampoco el conocimiento que tenía del autor, a quien había leído como guionista de comics y escritor de ciencia ficción, fantasía y otras sub formas literarias, y que dicho sea de paso, bastante buenas en su calidad narrativa. Lo que me hizo leer su libro fue el enterarme de la polémica que suscitó en el ambiente de los historiadores, un grupo más bien selecto que poco o nada participa de las polémicas, menos por los medios de comunicación, es más bien un grupo de claustro que desata sus luchas intelectuales a puerta cerrada en seminarios o revistas especializada, y nada más, tampoco tienen cobertura en los medios masivos, ya que rara vez se trasforman en un producto deseado por el mercado. Entonces me pregunté qué habría escrito Jorge Baradit para despertar estas críticas tan fuertes de gente que no discute con diseñadores o escritores de ciencia ficción por lo general. Comencé la lectura del libro y como un acto que Bergson  o Saramago describiría como lucidez, lo comprendí todo, lo entendí todo, y este es el resultado de mi lectura.
 Antes de iniciar mi exposición deseo dejar en claro que a diferencia de los que critican al autor por no tener ningún estudio de  historia como ciencia y aun estar muy alejado de ella por su calidad de diseñador y escritor de ciencia ficción y fantasía, yo creo que cualquiera puede hacer historia, la historia es un elemento vivo que está al alcance de todos, que sigue un rigor histórico de la casuística o sea de los hechos, con una interpretación sólida basada en una tesis coherente y concreta, en donde las fuentes juegan un rol determinante, para la demostración de nuestras hipótesis, por ello es un trabajo a largo plazo que no busca el éxito  o la fama sino la verdad, como punto central.


Isaac Asimov

Como dije no es necesario haber estudiado la disciplina para ser un buen historiador, incluso revolucionar a esta descubriendo nuevos hechos que nos hacen replantearnos las tesis aceptadas por generaciones y generaciones. Creo que en este ámbito existen muy buenos ejemplos, tenemos el caso de Isaac Asimov, un hombre que se le conoce por sus obras de ciencias ficción, además de tener dos vetas desconocidas para muchos que son: ser un destacado y brillante científico que escribió monumentales obras y un buen  historiador, que lejos de realizar meros relatos de hechos, construyó hipótesis inteligentes y atractivas. Un segundo ejemplo de buen historiador es criollo, me refiero al señor Héctor Maldini, ingeniero que después de jubilarse se dedicó a su pasión, la historia, publicando dos libros: “El Príncipe: vida de Patricio Lynch" y “Pascua en el Pacífico”, libros de un muy buen nivel investigativo, sobre todo el primero de estos, que otorga datos muy interesantes e inéditos, debido a que el autor tuvo acceso a la correspondencia privada del personaje, ambas investigaciones fueron el fruto de años de trabajo y tenacidad.


Pero por desgracia  “Historia Secreta de Chile”, no es el caso, pues luego de leer el libro de  Jorge Baradit, el auto denominado "especialista" en las ciencias históricas, quien nos daría una nueva perspectiva de la historia de Chile, como así lo expone en su prólogo, No lo hizo,  ya que Jorge, lejos de hacer una “historia secreta”, entregando datos sobre este punto, solo se dedica a exponer en forma grosera temas tomados al azar muy conocidos, sin ningún hilo conductor, más que el deseo de relatar los hechos anecdóticos de un bajo nivel, dignos de la televisión a eso de las nueve o diez de la mañana y entre los comentarios sobre el escándalo de la semana y la receta de cocina de turno, él nos cuenta una historia “secreta” de Chile, un relato extraído de su imaginación, pero que nada tiene que ver con los hechos reales.
Pero para no seguir navegando en mis propias conjeturas sobre el texto y realizando un análisis de la obra ya citada de Baradit, iniciemos nuestro viaje por la mente de un hombre que encuentra muy entretenido fantasear tergiversando, deformando e inventando hechos que no puede sostener con ninguna fuente o que las fuentes dicen todo lo contrario de lo que él expone.
El libro parte con una presentación, donde el autor da rienda suelta a una serie de aseveraciones temerarias y panfletarias, tomadas prestadas y deformadas caprichosamente de distintos historiadores, que por supuesto él  no se toma la molestia mencionar, pero un especialista capta de quién se trataría, por ejemplo de Julio Pinto, Gabriel Salazar, Mario Góngora, entre otros, pero también se aprecia que el autor del libro no los maneja correctamente, sino que conoce parte de sus obras a través de resúmenes sacados de Internet, de ahí su grosera exposición. En medio de esta salsa de aseveraciones sin sustento, aparece lo que será su tesis central, la columna vertebral de su obra: “Pero cuidado, porque también está la intención, el complot y la farsa” (p 9), en esta cita se puede apreciar un deseo de mostrar que la historia de Chile es una construcción falsa, si no toda, la gran mayoría de esta, que fue realizada e ideada con una intención premeditada por un grupo o grupos de poder perfectamente coordinados para tal efecto los últimos doscientos años, pero también se desprende la idea de que el autor de “Historia Secreta de Chile” nos revelará la verdadera historia, esa que no está sometida a esta élite de poder que ha construido Chile, esa que no adoctrina a los niños y niñas en los colegios.
            Luego se inicia los capítulo del libro, que están llenos de generalizaciones alegres y más falacias, con comentarios banales, sin ningún fundamento real y concreto, a continuación expondremos al desnudo capítulo por capítulo, mostrando los errores más groseros y extravagantes, que llaman al lector a ser de este un ente más ignorante.

1.- Arturo Prat era espiritista.   











El capítulo se inicia con una muy, pero muy temeraria afirmación, Arturo Prat, el mayor héroe de la Guerra del Pacífico, a quien se le han dedicado sendas biografías, estudios detallados de su vida y correspondencia, sí, a ese, Jorge sindica que él dirá algo nuevo y revolucionario que devastará la visión que se tiene de éste. Esta revelación  es que Arturo era "Espíritista",  gran aseveración dada muy tarde, ya que en 1995 el profesor Gonzalo Vial Correa  en su libro biográfico del héroe de Iquique, coloca los datos y entrega el porque de esta creencia, aún más, añade que el Capitán de la Esmeralda al tener fe en este tipo de "seudo -ciencia", no contravenía ni sus convicciones religiosas, ni los mandatos de la Iglesia Católica, ya que no estaba condenado o prohibido el espiritismo por esta institución en aquellas época, por tanto, que es lo escandaloso que Prat fuera seguidor de estas actividades, ninguna, en que afecto a su persona, en nada, es más bien anecdótico  y propio del período. Ahora indaguemos más en este punto y otros de este capitulo.
El siglo XIX estuvo plagado de lo que se conoce como el gran movimiento espiritista, que avanzó incluso bien entrado el siglo XX. Esta creencia se integró en las altas sociedades de Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos, era una moda de la sociedad comercial y burguesa, ávida de nuevas y exóticas ideas sobre la espiritualidad, incluso autores de la talla de  Bernard Shaw y  Chesterton harán mofa de estas ideas de las clases altas londinense. Como Francia e Inglaterra marcan la moda de la "sociedad civilizada" de la época, no nos debemos extrañar que la clase alta chilena, muy, pero muy permeable a todo lo que venía de estos países de Europa, hayan entrado en el juego espiritista. Pero eso no significa, como nos dice Baradit, que esta clase alta tremendamente católica, haya decidido dejar la religión para volcar en estas reuniones espiritistas todas sus necesidades trascendentales, en ese caso se debería estudiar mejor el gran movimiento masón, que si tuvo gran relevancia en la creencia de ciertos grupos de la élite. De hecho, si uno lee las cartas de la época, se encontrará que esa misma gente que realizaba aquellas reuniones eran las que estaban los domingos en misa. Por ello, decir que la sociedad alta dejó la religión católica sería más que un insulto intelectual, una gran estupidez.
Hablando de falacias y mentiras Baradit hace una afirmación más que temeraria en este mismo capítulo que raya en la ignorancia absoluta del tema, cuando afirma lo siguiente: “El siglo XVIII había traído un nuevo paradigma y una nueva herramienta para ver el mundo, el método científico. Todo fue puesto bajo el juicio de las pruebas, la hipótesis y el fundamento; ya no se aceptaban las cosas porque sí y la Iglesia perdía terreno como nunca antes en su historia. Frente al microscopio y las teorías evolucionistas…” (p 19). Analicemos este párrafo, en primer lugar expone como un hecho confirmado que el siglo XVIII aparece el método científico, pero si Baradit se hubiese tomado la molestia de leer un libro sobre la historia de las ciencia, se habría dado cuenta que desde siempre ha existido un método de investigación en las distintas épocas y civilizaciones del hombre, hilando un poco más fino e interpretando lo que quiso decir con método científico, lo más seguro se refería a la obra del filósofo francés Rene Descartes quien en 1637 publica su famoso libro “Discurso del Método” o sea el siglo XVII y no el XVIII. Pero para ser indulgente con nuestro no – historiador quizás se refería a los métodos deductivos e inductivos de Hans Christian Ørsted, (1777-1851), pero eso solo si somos buenos con él. Luego en un arranque mayor de osadía sin fundamento nos dice que la teoría de la evolución está circunscrita también al siglo XVIII, eso es un disparate ya que un alumno de básica le diría que Charles Robert Darwin escribió su obra "El Origen de las Especies" en  1859, un siglo más tarde de la fecha que da nuestro investigador. Traduzcamos lo que quiso decir Baradit,  intentaba decirnos que la Ilustración y “El siglo de las Luces” inauguraban una concepción más racional y científica, pero le recuerdo a nuestro historiador que en la misma época que él habla del cambio de paradigma se creía por parte de la gente culta en los unicornios y hadas literalmente.



Charles Robert Darwin quien en 1859
publica El Origen de las Especies
Discurso del Método de Rene Descarte 
















Volviendo a Arturo Prat el susodicho escritor nos cuenta que este “no estaba seguro de sus intermediarios” (p 22) refiriéndose a que Prat había perdido su fe en la Iglesia Católica, entonces como se puede comprender que Arturo llevara un escapulario, un rosario y una biblia, entre sus pertenencias, que iba los domingos a misa y las fiestas de guardar, que en sus cartas haga referencia a “nuestro señor Jesucristo” y a “su Santísima Madre”, eso solo tiene una clara explicación, porque era un católico convencido de su religión y lo que significa está, mi pregunta como Baradit teniendo las fuentes a la vista es capaz de decir tamaña estupidez.



Hippolyte Léon Denizard Rivail  
El broche de oro sobre las creencias de Arturo Prat según Baradit es que este creía en la reencarnación, si como se oye,  “Sí, Arturo Prat creía en la reencarnación” (p 23), aún más deja en el aire  la idea que su acto temerario de lanzarse al Huáscar se debió a esta idea, y no al fragor de la batalla o a un plan preconcebido de enganchar al monitor peruano a la Esmeralda  para imponerse a este último gracias al número de sus hombres, cuestión que ha sido estudiada una y otra vez por destacados historiadores como Benjamín Vicuña Mackenna, Diego Barros Arana, Gonzalo Bulnes, Gonzalo Vial Correa, por citar algunos de entre tantos. Pero que prueba nos proporciona Baradit para tamaña temeridad, que entre las cosas personales del capitán de la Esmeralda se encontró un libro  “…el Evangelio según el espiritismo de Allan Kardec”. En primer lugar, el libro citado, fue escrito por el espiritista y pedagogo francés Hippolyte Léon Denizard Rivail, quien reconoció no tener estudios de nada, pero sí ser gran autodidacta y que era la encarnación de un sacerdote druida llamado Allan Kardec (por tanto no se llamaba Kardec como asegura Jorge), este libro fue una especie de best seller en su época, la segunda mitad del siglo XIX, por tanto de amplia difusión entre las clases aristocráticas occidentales, esto no implica que todos los que leían este libro sean creyentes de  la reencarnación, yo, por ejemplo tengo dos coranes, eso no me hace musulmán en el mejor de los casos y en el peor en un islámista, aunque quizás para Baradit, sí. Lo mejor de esta historia es que Baradit nunca menciona el texto, fuente o algo que sustente su descabellada afirmación, solo el citado texto que el profesor Correa menciona como parte de sus libros en su biografía. 




Objetos personales de Arturo Prat al momento de su muerte

2.- El misterio del Cristo de Mayo y el terremoto de 1647.  



Santiago Colonia, ciudad de Adobe muy expuesta a los terremotos
.   Este segundo capítulo no tiene ninguna originalidad ya que han sido diversos los historiadores del siglo XIX y XX que se han referido al Cristo de Mayo, desde su tallado hasta las relaciones que tiene con los terremotos según la creencia popular,  recuerdo haber visto  algunos reportajes en el canal 13 sobre el tema y en el programa “Tertulia” de la década de los ochenta en UCVT, los panelistas se refirieron a este tema de nuestra historia colonial con jocosidad y muy animadamente, por tanto que tiene de secreto el tema, probablemente Baradit nunca lo haya sabido y se impactó al conocer del tema, pero hacer de su ignorancia el motor de lo secreto no está muy bien.



Cristo de Mayo tallado de madera de un naranjo del huerto de la Quintala 

Pero lo que nos atrae de este capítulo no es la muy conocida historia del Cristo de Mayo, si no de las cosas que Baradit expone y que son errores monumentales, en primer lugar al referirse al terremoto de 1647 dice:   
“… el fenómeno una magnitud 8,5 en la escala de Richter (P 30) la pregunta es cómo en 1647 se pudo calcular con  tanta exactitud con esta escala cuando  
Charles Francis Richter y su maquina para calcular la intensidad de los movimientos telúricos
Charles Francis Richter con la colaboración de Beno Gutenberg la divulgaron en el año 1935 o  sea 300 años después del mencionado terremoto. Por tanto, lo que Baradit nos quiso decir en realidad que estudios actuales, digamos año 2015, creen que por los rastros en los sedimentos  y la estructura de la falla se podría presumir haber sido de unos 8 grados aproximadamente. En el mismo párrafo hace mención que Santiago quedó literalmente en el suelo, para demostrar la magnitud de la catástrofe por la intensidad de la onda telúrica, pero si Jorge hubiera leído "Historia de la Arquitectura en Chile" o  las reseñas que realiza Joaquín Toesca (Arquitecto de la Moneda) en su abundante epistolario sobre los métodos y formas de construcción en el Chile Colonial, comprendería que un sismo de grado 3 ya destruiría la ciudad casi por completo, como fue la tónica del Chile de los siglos XVI - XVIII, por tanto su relato solo demuestra lo precaria que eran las construcciones en aquella época.    

        Pero como si fuera poco termina con un párrafo más temerario aun: “… llamada falla de San Ramón, y sobre la cual la poca memoria de los chilenos ha levantado nada menos que un centro de investigación nuclear y una de las plantas de proceso y acopio de gas más grande del país”. Baradit no se ha tomado la molestia de investigar del tema, presumo entonces que la información la sacó de alguna página de internet en la cual se sustenta su libro al parecer, pero si consultará en la Universidad de Chile, particularmente al departamento de Geografía o la Pontificia Universidad Católica de Chile le dirán que los estudios de la falla son más bien recientes, se presumía en la década del 60’ que existía, pero los estudios más serios y metódicos son más bien recientes, sí señor, por tanto su juicio se basa en qué para realizar tremenda crítica.

3.- El Cadáver Perdido de Manuel Rodríguez.





 En este capítulo nuevamente la falta de originalidad aparece, es como una enfermedad endémica en el autor.  Tratar un tema que ha sido re – tocado por los historiadores, dando diversas visiones, la originalidad de Baradit es nula. Como esta es nula, se arrima a trabajos muy bien documentados y publicados por destacados historiadores como Gabriel Salazar en sus libros "Construcción de Estado en Chile (1800-1837)". "Democracia de los "pueblos". Militarismo ciudadano. Golpismo oligárquico y Dolencias históricas de la memoria ciudadana (Chile, 1810 – 2010)" o los trabajos realizados por Julio Pinto ·¿Chilenos todos? la construcción social de la nación (1810-1840)", aunque pedantemente no cita en su escueta bibliografía a ninguno de ellos, si no parece hacernos creer que él va a rescatar la memoria histórica de Manuel Rodríguez.
            En el desarrollo del capítulo sus inexactitudes son contundentes, pero además y curiosamente él grita a los cuatro vientos que desea descubrir la verdadera historia de Chile, y por el contrario lo que hace en este capítulo es reforzar la historia tradicional y decimonónica, al parecer su falta de buenas lecturas y su adoctrinamiento fue muy eficaz en el colegio, ya que nos dice por ejemplo:  “… se levantaba la bandera española en todas las plazas” (p 44) este concepto inventado en el siglo XIX por la historiografía positivista daba por hecho la relación de una nación diferente que era la chilena, con un invasor denominado España, pero que las investigaciones actuales han ido echando por tierra, ya que en 1810 - 1818 no existía claramente esta definición, segundo porque la Independencia en estricto rigor es una revolución, o sea la lucha de dos grupos con ideas políticas e ideológicas diferentes, pero por definición de una misma estructura política, que en este caso es la Corona de España, pero Baradit, desconocedor de esto, mantiene la vieja tradición patriotera que él desea sacudir.  
            Refiriéndose a Manuel Rodríguez, coloca a este como uno de los elementos más destacados de la  revolución independentista chilena, y probablemente lo sea, de esta manera para destacar sus hazañas echa mano a todo, incluyendo las acciones deplorables del héroe mitificado, como el asalto de los civiles partidario de la corono, ya que el autor no comprende que cuando él dice: “Atacaba haciendas realistas para financiar sus acciones…” (p 44) nos está diciendo que esas haciendas eran de civiles y no del estado monárquico, por tanto, en la actualidad se le podría acusar de violar los derechos humanos al héroe baradiniano, un flaco favor le hace a Manuel Rodríguez por cierto.



Batalla de Chacabuco

Baradit le cuesta disimular su encono con Bernardo O’Higgins, al parecer más por una postura publica que por una real convicción, por ello en todo momento desea dejar en claro lo ineficaz que este fue en el momento de dirigir una batalla, y por esto realiza algunas generalidades que le quita toda fuerza a su argumento, cuando se refiere a la batalla de Chacabuco dice: “Cuando por fin llegaron a Los Andes, agotados, fueron rápidamente masacrados en la llamada batalla de Chacabuco por una oleada de argentinos al mando de José de San Martín”  (p 45) Esta batalla fue iniciada por O’Higgins quien se adelantó a las órdenes de José de San Martín, y entablo combate con los realista, sin esperar la llegada de las demás unidades, para concretar el plan envolvente de San Martín, por esta razón la batalla se inició con un revés, pero cuando  Solar se presenta junto a San Martin el plan se puede llevar a cabo sin problema y las fuerzas realistas son derrotadas.
      Hablando de la composición del ejercito de "Los Andes o Libertador" a lo cual Baradit da mucha importancia, es efectivo que se componían mayoritariamente por tropas de las Provincias del Río de la Plata (Argentina), pero también había un buen porcentaje de chilenos, además de otras regiones de Latinoamericana por tanto, decir gratuitamente que esa fue una victoria de argentinos es desconocer la composición real del ejercito libertador y las batallas subsecuentes. Baradit debió haber dicho como un elemento distintivo de esta batalla y otras más el comportamiento salvaje de las fuerzas patriotas con los realistas civiles, o la utilización de negros esclavos en los cuadros militares, eso hubiera sido un acierto, pero no fue así. Su odio a O’Higgins no lo disimula para nada, ya que continua sus aceberaciones temerarias en su contra, cuando expone “O’Higgins encabezó las tropas que salieron a detenerlos, pero fueron masacrados en Cancha Rayada. (p 45), pero Baradit parece olvidar algo importante que el mismo dijo, esto es que O’Higgins no era quien iba al mando sino José de San Martín, comandante supremo del ejercito de los Andes. En segundo lugar, no existió una masacre, ya que las bajas fueron mínimas, más bien fue la sorpresa del ataque que la destrucción lo que causo el desbande de las tropas patriotas. Y por cierto los partes militares realistas informan que al igual que los patriotas en varias ocasiones terminaron disparándose entre ellos y que la batalla en ningún caso era decisiva. Continúa nuestro intrépido, porque hay que ser intrépido para decir, “Mientras tanto, los españoles avanzaban sobre Santiago…” ( p 46),  lo que afirma Baradit  es que las fuerzas realistas estaban compuestas de españoles, pero esto no es del todo acertado, ya que la mayoría de ellas se componían de unidades de realistas de Chillán, Concepción, Valdivia y Chiloé, incluso el hijo de Don Mateo de Toro y Zambrano venía entre las tropas. También había tropas del Perú, principalmente de la zona de  Arequipa, solo un batallón era compuesto cien por ciento de españoles que era el batallón Burgos (soldados liberales de España), por tanto, nuestro amigo sigue reafirmando la historiografía del siglo XIX chilena sobre la guerra de la  Independencia.    
            Por hacer su relato más novelesco, Baradit cae en una falacia, demostrada y re-demostrada por la historiografía actual, esto es que  la corona española en el siglo XIX era una potencia de segundo orden y no  “Representaba a uno de los imperios más poderosos del Planeta” (p 45) que es la ligera apreciación del historiador.
            Termina el capítulo asiéndose cargo de cuando mito que se refieren al cuerpo de Manuel Rodríguez, siendo incapaz de salir de ese atolladero y jugarse por una visión clara del tema,  es impotente para defender sus ideas históricas de su héroe


4.- Los Corazones de los Soldados de La Concepción.



 Este es quizás el capítulo menos original de todos y una de las historias más y más relatadas dentro de la historiografía chilena. Durante la dictadura de Pinochet, se utilizó como plataforma propagandística nos referimos a "la batalla de La Concepción", incluso se daba como día feriado para celebrar una más de las glorias del ejército. Por tanto que tiene de original hablar de esta batalla, nada, más aún que el autor no nos entrega ningún descubrimiento o tesis nueva al respecto, solo se dedica a dar apreciaciones subjetivas sobre el evento y a llenarlo de “imagínense”.
            En primer lugar, sube de rango al teniente primero Ignacio Carrera Pinto “el capitán Carrera Pinto” (p 57), quien nunca supo de su promoción a capitán de ejército. Pero esto sería una pequeña inexactitud, si tomamos en cuenta que Wikipedia dice que Carrera era capitán, ahí uno puede comprender el error de Baradit. Pero sus siguientes comentarios son escalofriantes, cuando afirma en segundo lugar que:“… y además el descontento de los lugareños iba en aumento, el odio hacia la ocupación chilena era grande, el deseo de venganza les comía el estómago…” (p 58), cualquier investigador de la guerra del Pacífico sabe que Chile ocupó ciertas zonas del Perú, particularmente las costeras del centro y sur del país. La campaña de la Sierra o de Breda se originó justamente por la poca visión de las fuerzas chilenas que después de destruir al ejercito del Perú no quiso ocupar el país y desmovilizo a una buena parte de las tropas, que regresaron a Chile junto con su gerenal Manuel Baquedano, esto permitió a los peruanos organizar un ejército de montoneros en las sierras y el norte del Perú. Lo que Baradit menciona como ocupación es en realidad las campañas en contra de esté o mejor dicho estos ejércitos de montoneros dirigido por Avelino Cáceres (El brujo de los Andes) y otros oficiales peruanos. Lo que olvida Baradit que desde la década de los 60’ en el Perú particularmente en la universidad de San Marcos y Católica del Perú, se ha estado echando por tierra las ideas patrioteras peruanas sobre una resistencia nacional al invasor del Sur y explicando la resistencia indígena de la Sierra como una lucha contra la opresión de los "Blancos" de la costa, por tanto las luchas en las regiones montañosas del interior era anterior a la invasión chilena, los blancos aplastando a las comunidades indígenas, por tanto la lucha contra las tropas de Chile sería la continuación lógica de esta lucha, asusada y dirigida por las élites blancas derrotas de la costa, que después de la retirada del ejercito chileno se dieron a la tarea de aplastar definitivamente a estas comunidades, por el propio Avelino Cáseres. Esto claro esta no exime de atropellos de parte de las tropas chilenas, pero este odio está más arraigado en el mundo indígena y es pretérito a la guerra con Chile, solo  basta leer la novela de Vargas Llosa “La Ciudad y los Perros” para darse cuenta del hecho, quizás para la intelectualidad de Baradit, es poca cosa Vargas Llosa.




No contento con este primer error Baradit continua con sus pocas acertadas afirmaciones como: “… se desatò el caos. Debieron retroceder y refugiarse en otro poblado donde ganaron fuerzas y pudieron resistir” ( p 59), este párrafo se hace cargo de la retirada del Coronel del Canto que no fue como lo relata Baradit, ya que el retraso de las fuerzas chilenas se debió principalmente a que debieron ayudar a la 4.ª compañía del batallón Santiago en los poblados de Marcavalle y Pucará  que fueron atacadas por parte de Cáceres y no a una retirada forzada por el ataque de Cáceres, como se desprende del párrafo.
Para rematar su poco fidedigno relato, Baradit afirma que: “Los pocos soldados y las cantineras que quedaron con vida no tuvieron más remedio que soltar sus armas y esperar un trato como prisionero de guerra” ( p 65), de la batalla de La Concepción no existe ningún testigo chileno, las tropas del Canto pudieron conjeturar lo que pudo ocurrir gracias a los testimonios del ciudadano italiano Carlos Rivetti y lo que se podía especular de la batalla según los restos encontrados. Pero parece que Baradit se inclina por el testimonio de Manuel F. Horta, corresponsal del diario El Eco de Junín, quien no estuvo en la batalla y que los mismos historiadores peruanos reconocen que realizaba apologías de la guerra, pero sin fundamentos, esto se llama contrastar fuentes, cosa que nuestro intrépido investigador no realiza, porque seguramente no sabe, por tanto el párrafo citado son las invenciones de Manuel F. Horta, que dice el Coronel Gastón comandante de las fuerzas de montoneros y regulares peruano en su parte de la batalla, en síntesis expone que los regulares se comportaron a la altura de la batalla, pero que los "Indios" eran unos salvajes y alcohólicos que no sabían recibir y acatar ordenes, que los chilenos pelearon con bravura hasta el final a pesar de conminarlos a la rendición y que le fue imposible salvar a "las mujeres y a un recién nacido por que la indiada les dio muerte horrorosamente", lo que motivo a que se retirará hastiado del lugar, como se puede apreciar el relato de Gaston testigo presencial esta muy distante de los inventos de Horta.   .
Para finalizar Baradit termina el relato de la batalla con la orden del Canto de: “fusilar sumariamente a todos los lugareños” (p 65). Lo que el “historiador” nos quiso decir es que del Canto ordenó primero fusilar a los pocos indígenas ebrios de la montonera que aún quedaban en el lugar y que nada nos hace presumir que fueran del pueblo mismo, después dio una orden de perseguir a las fuerzas peruanas de Gastón con una partida de tropas a caballo, las cuales tendrían que matar a todo hombre que encontrarán y se sospechará de ser guerrillero, la orden fue monstruosa, por supuesto, pero Baradit se nota que desconoce el hecho. Como antecedente de este último punto, es que la guerra en La Breda no esta tipificada como la lucha contra un estado, sino contra una resistencia a la cual no se le supone ninguna cualidad militar y por tanto no se ajusta al concepto de "Guerra Civilizada", por cuando son vistos como "Bandidos" y se le aplica las leyes militares para tales efectos del Siglo XIX, la ejecución sumaria, mientras que a la población civil se le aplica los impuestos de ocupación y las ejecución si se resiste, se debe tener también en consideración  que la mayoría de los oficiales peruanos habían jurado no tomar las armas contra Chile después de las derrota de Miraflores y tomando su palabra de honor como garantía se les dejo en libertad, por tanto si se les tomaba prisionero no se tendría ningún tipo de piedad con ellos, así lo comprendieron desde el principio estos oficiales que pese a eso lucharon con mucha bravura, pero aceptando todo tipo de vandalismo y crueldades por parte de sus comandados, de hecho es un episodio muy oscuro de barbarie y brutalidad por ambas partes y no solo por el ejercito de Chile como quiere decirnos Baradit.  




5.- La estrella solitaria y los símbolos luciferinos de chilenos.

            Baradit en este capítulo hace una serie de aseveraciones temerarias por decir lo menos que contradice a destacados historiadores, pero a diferencia de estos últimos no nos entrega ninguna prueba de lo que dice, es casi un acto de fe lo que nos pide sobre su palabra. Para empezar dice:“…de lo que un grupo de hombres consiguió al unirse en una cofradía secreta de inspiración masónica, guiados por un personaje histórico: Francisco de Miranda. La Logia Lautaro…”  (p 69) qué datos nos da Jorge para tamaña aseveración, ninguno, solo lo dice y afirma, pero que dicen historiadores de la talla de Jaime Eyzaguirre en su ya clásica obra “ La Logia Lautarina”, primero nos expone que Francisco Miranda  no era masón, ya que no existe pruebas al respecto, aún más indica al historiador William Spencer Robertson quien paso gran parte de su vida investigando a Miranda, investigación que volcó en un libro ya clásico “La vida de Miranda”, quien después de escurrir en los archivos, libros y diarios de Francisco, llega a la conclusión que Miranda no solo no es masón, si no que la hermandad que creo no era ni carbonaria, ni masónica, aún más este autor incluso dice que no existe prueba para afirmar que creara la logia Lautaro. Por sí Baradit encuentre muy retrogrado o fascista al aludido Jaime  Eyzaguirre, ya que él es de espíritu socialista y progresista, citaremos a Jorge Ibañez Vergara, miembro activo de la gran Logia de Chile que no solo confirma lo que  el profesor Jaime dice, sino que agrega “Eran simplemente grupos revolucionarios, cuya única semejanza y parentescos con las logias masónicas, era el secreto y el compromiso fraterno…”(O’Higgins el Libertador p 27), porqué Baradit realizó aquellas afirmaciones, muy simple, para crear la idea de que la independencia de Chile y América fue la obra de un grupo hermético y sectario llamado la Logia Lautarina, que era masónica, osea la independencia de América sería la obra siniestra de unos pocos..
Jorge Ibañez Vergara especialista
en la vida de Bernardo O'Higgins que niega el
origen masón de la Logia Lautaro


Jaime Eyzaguirre uno de los más destacados
especialistas en
Bernardo O'Higgins que Baradit no cita.





Pero no contento con esto  el “Historiador” vuelve a la carga diciendo “Eran ateos (por los próceres de América)  o agnósticos, el ideario respondía al iluminismo y la idea de progreso a través de la razón, no de la religión” (p 70), siguiendo esta lógica baradiniana, cómo podríamos explicar que O’Higgins fuera un hombre religioso devoto de la Virgen del Carmen (construcción del Templo Votivo de Maipú), para quién tuviera una gran importancia su escapulario y su rosario, además de que todos sus biógrafos hablen de ese punto, incluso la gran mayoría de los próceres, muchos de los cuales sí eran masones, demostraran una marcada religiosidad tradicional como está ampliamente documentado. Resulta entonces imposible demostrar lo dicho por Baladit, al menos que el autor en un arranque de locura y obstinación desee llevar la contraria a los hechos, las fuentes y a todas las escuelas de interpretación de la época de la independencia con un argumento único “porque si”, como si fuera un niño mimado. 
            Como toque final para este capítulo, nuestro investigador realiza una aseveración basada claramente en sus fuentes de Wikipedia, al decirnos: “Los gnósticos, corriente de conocimiento esotérico subteraneo de fuerte influencia oriental…” ( p 71), mi primera pregunta fue a qué tipo de gnosticismo se refiere, al generado en la filosofía griega, que buscaban la causa primera del orden cósmico y que degeneraron en círculos herméticos con claros vínculos en la religión griega tradicional y elementos persas, o tal vez al gnosticismo que se produce después de la aparición del cristianismo, que toma enseñanzas filosóficas griegas, elemento de religiosidad del Medio Oriente y cristianas para buscar a través de una especulación racional la respuesta del porqué de la existencia, esta especulación los llevo a una serie de ritos de carácter herméticos y purificadores, o quizás Baradit, nos hable del gran movimiento gnóstico que se opuso a las enseñanzas de la Iglesia Católica en los siglos III, IV y V, o ta vez a las ideas agnósticas y esotéricas nazis y ocultista actuales, o quizás no tenga la menor idea de que los movimientos gnósticos son variados y se dieron en diferentes etapas de la historia de Occidente y que aun quede mucho trabajo por hacer en este campo.

6.- Jaime Galté, Un Médium Republicano.  


Jaime Galté: Un medium según Baradit
  La historia de Jaime Galté es el típico relato que podemos circunscribirlo como anecdótico y simple, un hombre que decía que tenía la capacidad de hablar con los espíritus y se relacionó en este ámbito con importantes personalidades de nuestra historia reciente, podría ver la historia de Galté en un programa televisivo de los años 90’ , como el “Día Menos Pensado” o “Al otro Lado del Espejo”, en otras palabras sin importancia histórica de ninguna clase.
            Lo único que nos parece rescatable de este cuento es que Baradit hace un esfuerzo retórico y argumentativo para que el lector crea en su fascinante relato, lo que me lleva a preguntar si será  Baradit  un médium y de ahí le viene la ganas de hacer estos estudios  tan importantes, que a su juicio se debe enseñar en los colegio como verdades históricas. Pero tan bien me asalta una duda, en muchas partes del libro Baradit una y otra vez expone la importancia del "racionalismo" y del "pensamiento científico" por sobre la religión y la pregunta es "¿qué tiene de racional?" estudiar y validar las exposiciones de un medium que por naturaleza no se basan en ideas científicas a lo más en una seudo - ciencia que se sostiene en la "FE" en sus expositores, será que Jorge es un "HOMBRE CONTRADICTORIO" en su discurso y no comprende la diferencia entre pensamiento científico propiamente tal y religioso. 


7.- ¿Quién Mató a Silva Renand, El General De La Masacre de La Escuela Santa María?

            



Otra historia secreta, según Baladit, nuestro bien documentado investigador, es la que se vislumbra en el siguiente capítulo de su texto, la cual lo inicia con una pregunta retórica, casi como título de novela. Para luego literalmente hacernos un relato  policial simple, donde de antemano sabemos el final, que no es la muerte del susodicho oficial, sino quien asesino a esté y que Baradit en su pobre capacidad para realizar juegos de puzzle policial le muestra al lector casi de inmediato cuando dice “En una de esas carretas iba también el cadáver de un joven obrero español de apellido Manuel Vaca, medio hermano de otro joven con el que había viajado desde la península al nuevo mundo en busca de mejores horizontes” (p 97), creo que su relato es tan simple como los de Dan Brown, se le recomienda al escritor que lea a Chesterton, Leslie Charteris, Jemes Helvick o Carter Dickson, entre otros para construir entramados policíacos.



 Por cierto hay un garrafal error en el texto, el ejército de Chile marchan con música de diversos autores austriacos, alemanes, ingleses y chilenos, y no solo como afirma Baladit, es decir, que el ejército lo hace con marchas “Wagnerianas”, ya que efectivamente una de estas marchas es de Wagner: “los Nibelungos”, que no es propiamente una marcha, ya que pertenece a una de las opera de la tetralogía "El Anillo de los Nibelungos", él compositor nunca la compuso como marcha militar, sino que se le sacaron algunos acorde posteriormente para crearla y es parte del repertorio de la marina, Jorge debería leer "historia de la música Universal" o alguna buena biografía de Wagner.










8.- El Reino Francés de la Araucanía Aún Existe Y Tiene  Herederos en Europa.


En primer lugar, Baradit en este capítulo nos crea una atmosfera de fantasía que estaría muy acorde con una novela o relato que por naturaleza es una ficción, pero que nada tiene de historia.
En segundo lugar, el capítulo peca totalmente de originalidad  e historia secreta, ya que el anecdótico reino de la Araucanía aparece en casi todos los textos escolares, se han realizado varios reportajes sobre el tema como el salido en la revista del Sábado del Mercurio 2006, donde  se le hace un extenso reportaje al penúltimo rey de la Araucanía.
El especialista José Bengoa


Fuera de esto, el capítulo no está excepto de errores históricos garrafales y de subjetivas observaciones del autor. Como la afirmación de nuestro historiador Baradit, quien nos dice: “… cacique Kalfukura levantara desde el Pacifico hasta el Atlántico e hiciera temblar a los presidentes de Argentina y Chile por igual” (p 105). En un ataque de locura nos hace creer que existió un gran estado mapuche, dirigido por un mítico personaje llamado Calfukura, una especie de Napoleón. Obviamente con esta visión Baradit se echa al bolsillo los trabajos de José Bengoa y su libro Historia del pueblo mapuche: siglo XIX y XX  o el trabajo de los historiadores José Millalén,  Pablo Marimán, Rodrigo Levil,  Sergio Caniuqueo “Escucha Winka”. Estos investigadores lo primero que dejan en claro que los pueblos indígenas, particularmente los mapuches que habitaban la Pampa y Patagonia de Argentina y Chile, no tenían una unidad política, que eran totalmente individuales, y que estaba en conflictos constantes, una especie de “paz armada entre las tribus”, que se podía quebrar al menor indicio de desconfianza o provocación. Por tanto, qué hizo  Calfucurá, creó en 1835 una confederación de tribus que obedecían sus órdenes por la capacidad que él tenía de hacer confluir los propósitos políticos de cada una de ellas en su persona, en ningún caso conformando una unidad política superior. Otro punto que no ha sido probado, es si Calfucurá logró establecer esta confederación en los mapuches, establecidos al occidente de los Andes (Chile), como alegremente parece asegurar Baradit. Para terminar nuestro historiador innato no se refiere a la alianza entre el cacique Calfucura y  Rozas, la participación de este como aliado del dictador Rozas en las guerras civiles de Argentina o sus guerras internas por mantener esa frágil unidad. 



Otra ocurrencia extraña de Baradit fue su loca idea de describir los planes de Orllie – Antoine como “…un soñador que venía con la idea en la cabeza de reunir provincias hispanoamericanas bajo una monarquía afín a Francia”. (p 106). Por muy poco informado que estuviera Antoine sobre América, él sabría perfectamente que en el territorio en el que se iba establecer eran Repúblicas independientes y no territorios hispanoamericanos a secas, casi de la Corono española.
Otra chapucería del intrépido investigador es decir que fue el presidente Manuel Montt el que ordenó detener a Orlie – Antoine, pero No fue esté, sino que fue durante el gobierno de José Joaquín Pérez, el 05 de enero de 1862, se le detuvo y condenó, pero luego los tribunales lo declararon “loco” y encerrado en el manicomio de donde lo saco el cónsul francés, pero esa locura no es tal, ya que la locura se sostenía en la pasión del francés por ser mapuche y crear un estado independiente en estos territorios. El historiador  Armando Braun Menéndez que dedico su vida a investigar la historia del sur de Chile, da a entender en sus libros El Reino de Araucanía y Patagonia y Pequeña Historia Patagónica, que la locura de Antoine fue una estrategia del Cónsul para poder liberal a su compatriota con la venía de Chile.


Felipe I penúltimo rey de la
Araucania y Patagonia 

Para finalizar Baradit no coloca muchas citas en su libro, y las pocas que aparecen están sin  fuentes (a excepción de la primera), pero para ayudar al lector del libro hemos testeado la fuente de la cita de este capítulo que es: 

«Nos, Orllie-Antoine 1.er, por la gracia de Dios, Rey de la Araucanía, nos hacemos un honor de imponeros de nuestro advenimiento al trono que acabamos de fundar en Araucanía. ¡Pedimos a Dios, Excelencia, que os tenga en su santa y digna guarda!» https://es.wikipedia.org/wiki/Or%C3%A9lie_Antoine_de_Tounens
Probamente Baradit nos diga que la obtuvo de otra página y no de Wikipedia, pero eso no lo sabemos ya que él no cita como corresponde.

9.- Ingrid Olderock, un Monstruo Chileno.


Ingrid Olderock ampliamente
estudiada por la periodista
Nancy  Guzmán en su libro
"La Mujer de los Perros" 
No deseo ser majadero con el tema de la poca inventiva, pero nuevamente Baradit no nos expone un tema nuevo, por el contrario él se podría colocar a la final de unos cuantos miles de periodistas, escritores, historiadores, entre otros, que han escrito sobre la violación de los derechos humanos durante la dictadura de Pinochet, lo único novedoso es que Baradit realiza un relato sangriento y sensacionalista, propio de una crónica periodística, pero lejos de un relato humano, que sería lo acorde para mostrar un respeto por las víctimas de la Dictadura y no hacer del hecho un circo. 
            


Una segunda cosa, es que Baradit constantemente resalta sus amplios conocimientos sobre el periodo de la dictadura, lo curioso que comete un error garrafal al afirmar que la DINA era: “…regimiento monstruoso que fue la Dina” (p 114), cuando en la practica la DINA fue La Dirección de Inteligencia Nacional, también conocida por ser un tipo de policía secreta del régimen militar de Augusto Pinochet en Chile entre 1973 y 1977. Muy curiosa ignorancia por decir lo menos.





10.- El Marino olvidado que salto con Prat

            Este capítulo no tiene ningún tipo de información inedita, pues solo con leer la obra de Gonzalo Bulnes “Historia de la Guerra del Pacífico” el lector sabría de este episodio y de muchos más. Este apartado con título rimbombante,  sin ningún aporte, es la triste continuación del primero capítulo de esta saga, solo se puede destacar las subjetividades y comentarios livianos del autor como  el siguiente: “… mientras Condell literalmente fusilaba a las tropas de la Independencia, rendida, inclinada sobre su costado e indefensa, Grau rescataba a los sobrevivientes y los alimentaba antes de llevarlos a Iquique” (p 132). Condell,que no es santo de mis devociones, no puede ser injuriado de esta manera y tan gratuitamente. En primer lugar tuvo la habilidad y pericia para lograr encallar a un barco mucho más poderoso que la cañonera Covadonga que dirigía, me refiero a la Independencia, segundo el fuego mortífero en contra de este último barco fue con la intención de lograr su rendición, cuando se hizo bandera blanca en la nave peruana, terminó el fuego y quiso ir en socorro de la Esmeralda por esta razón no presto de inmediato ayuda a los naufragos, pero cuando comprobó que los humos al norte que se vislumbraba en ese momento eran del monitor Huascar, el cual a todas luces había destruido a la Esmeralda, decidió la retirada hacia el sur, salvando uno de los dos barcos del bloqueo y trasformando la derrota en una victoria y dejando el socorro de la Independencia al Huascar, por tanto aquí existe una clara mala intensión.
            La historia que nos relata de Condell es la expuesta en páginas de internet de carácter “amarillas” y “panfletarias” de nuestro vecino del norte, probablemente sea la literatura que gusta nuestro osado historiador leer por las tardes, pero le recomiendo las excelentes revistas de historia de la Universidad de San Marco y Universidad Católica del Perú, si instruirse sobre la mirada seria de la historiografía peruana es su deseo o leer la enciclopédica obra de Bulnes, fuente de historiadores peruanos, chilenos y bolivianos.

11.- La Conspiración de la Virgen de Peñablanca.
           


Otra vez Baradit llego tarde  para descubrir el complot del régimen Militar, el tema de las apariciones de la Virgen de Peñablanca se comenzó a conocer como un plan del régimen militar casi de inmediato, primero por los grupos contrarios a esté y a través de la misma Iglesia Católica a través de Vicaria de la Solidaridad, la cual recababa información de las operaciones de la Dictadura. Posteriormente fue la CUT que puso la alerta. Esto comenzó a ser noticia en los diferentes medios contrarios al régimen imperante.  Por tanto, la Historia Secreta de Peñablanca no era muy secreta.
Con la caída de Pinochet, se supo más información todavía sobre el tema, creo que se desató, el Mercurio, la Segunda, TVN, entre otros medios publicaron sendos reportajes, esto dio pie para que el Padre Miguel Contardo Egaña escribiera el libro "Apariciones de la Santísima Virgen en Peñablanca".
El hecho fue tan ventilado por los medios de comunicación que Pedro Lemebel se inspiró para escribir “Loco afán: crónicas de sidario”, mientras que Álvaro Bisama escribiría  “Caja negra”. A parte de crónicas, memorias universitarias, obras de teatro, etc, etc. Por tanto el secreto no existe.


Pedro Lemebel
Fuera de lo antes expuesto, existe una serie de afirmaciones que realiza Baradit, entre las más descabelladas y altisonantes podemos encontrar  por ejemplo “mataba a sus opositores (el régimen de Pinochet), tenía al país al borde de un ataque de nervios” (p 137). Que la dictadura de Pinochet mataba y torturaba a sus opositores salta a la vista y no requiere mayor indagación, que el país completo estaba en un estado de pánico, ese  es un punto cuestionable, si Jorge hubiera dicho, la crisis económica, la falta de libertades de expresión y la fracturación de la sociedad chilena eran unos de los grandes traumas de la década de los 80’, junto a las torturas y violaciones de los derechos humanos estaríamos bastante de acuerdo, pero no lo hizo, más bien realizó una generalización alegre, para explicar  la válvula de escape de las apariciones de la virgen de Peñablanca, pero en su deseo de generalizar toma uno solo de los componentes de la dictadura y lo trasforma en el que hace gatillar este complot del gobierno militar. También se le olvida que la clase pobres, media y pudiente tienen un fuerte sentido religioso, un concepto que va en su mentalidad, son poco ritualista, pero muy dados a las manifestaciones populares y mágicas, por tanto un buen elemento para desviar la mirada sobre la crisis económica del país.
También la dictadura tenía una guerra asolapada contra la iglesia Católica, por ello, apoyó a los Evangélicos Pentecostés y a cuanta secta quiso asentarse en Chile, dentro de esta guerra estaba la CNI como principal articuladora, por tanto más parece un esfuerzo en esa línea que como dice Baradit un antídoto en contra de la desmoralización generalizada de Chile por efecto de la violación de los derechos humanos, aun más, esta probado que la televisión jugo un papel más destacado como medio tergiversador y anestésico entre la población, con programas simplistas como “Sábado Gigante”, “Martes 13”, "Japening con Ja" entre otros tantos más (Historia Social de Chile) y que mostraban una realidad ficticia a la generalidad de los chilenos.
Otras afirmaciones erróneas son confundir a un adolescente  como Miguel Ángel con un niño “ Miguel Ángel Poblete, un niño de diecisiete años…” (p 139) o pensar que una institución que tiene más de dos mil años requiere alimentar su fe en cualquier cosa que parezca milagrosa, cuando la Iglesia es la más reacia a ese tipo de manifestaciones, por eso no tiene ninguna lógica decir: “Los imagino rogando que fuera cierto.” (p 144), lo curioso es que provenga de un escritor que parece gustar de mitos y conversaciones con espíritus.

12.- El Internet de Allende

            Por fin hemos llegado al último de los capítulos de está muy poco rigurosa investigación histórica, es interesante leer este apartado después de martirizarse con todos los capítulos anteriores, debido a que es el único bien logrado. No aporta nada nuevo, ya que quien ha leído el libro “Historia de la Corfo”  o  “CORFO. 1989. Corporación de Fomento de la Producción: 50 años de realizaciones 1939-1989.” Queda muy bien informado sobre ese tema, la gracia de este texto es que Baradit escribió una novela, una extraña mezcla de ciencia ficción, fantasía y rescate de mitos chilenos  conocida como “Synco”, el nombre del proyecto, debemos decir que esta novela está bien lograda, a pesar de muchas tergiversaciones  y mentiras que coloca en su escueto prologo. creemos que el escritor debió mantener esta senda, segura y clara para él y no explorar territorios que exigían un grado más de rigurosidad, pero mucho mayor, al cual, Jorge no está a acostumbrado.       
En este capítulo Baradit vuelca todas sus lecturas del proyecto Synco o proyecto Cybersyn que tenía y los expone dramáticamente, como en la novela de su autoría y eso es todo.

Conclusiones.

            Ha sido un verdadero esfuerzo mental e intelectual leer la obra de Baradit, por ser simple, subjetiva, contar con errores históricos groseros y con una falta de calidad del relato que por momentos me recordaba a nuestros masivos programas de televisión abierta.  La historia es una ciencia, una ciencia que busca a través del trabajo exhaustivo de las fuentes (estudiar, comparar y descartar fuentes) la construcción de hipótesis bien sustentadas y demostradas. Un historiador se puede equivocar en su exposición, por cierto que sí, pero eso no invalida su trabajo, solo nos estimula a continuar la senda seria del trabajo historiográfico.
Pero cuando a parecen personas como Baradit, sin escrúpulos, con un deseo de lograr fama inmediata, quienes no tienen miramientos en trasformar a la historia en una prostituta de carnaval, para luego certificar su trabajo como válido en función de la cantidad de libros que ha vendido, es una vergüenza, más aún proviniendo de un hombre con talento narrativo, como lo tiene Baradit, que este se trasforme en el “Cafiche” de este prostíbulo de las editoriales poco escrupulosas y de una masa ignorante habida de circo como es por desgracia nuestra sociedad chilena en la actualidad. Lo único que espero que como hombre sensato Baradit se dé cuenta del gran crimen que está provocando dentro de esta masa de personas, que las está llenando de mentiras que pronto ellos recitaran como si fuera una verdad histórica valida, perpetuando  así nuevo mitos.