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Jorge Baradit haciendo publicidad a su libro |
12 RAZONES PARA NO LEER
“HISTORIA SECRETA DE CHILE I”
DE
Jorge Baradit
Debo confesar
que poco y nada despertó mi interés leer
el libro de Jorge Baradit, “Historia Secreta de Chile” (que se trasformaría en
el tomo I, con la aparición de su segundo libro, aunque el autor nos ha amenazado que serán tres libros, ¡Dios nos pille confesados!), primero, porque cuando un
libro es un “Fenómeno de Ventas”, es
porque existe una masa que lo compra, y la masa suele ser atraída por motivos
que rondan en el morbo, el deseo de conocer los detalles siniestros o las
conspiraciones más atrevidas, en otras palabras solo cuestiones banales, muy
alejadas de la disciplina de la historia, a la cual he dedicado casi toda mi
vida.
Tampoco el
conocimiento que tenía del autor, a quien había leído como guionista de comics
y escritor de ciencia ficción, fantasía y otras sub formas literarias, y que
dicho sea de paso, bastante buenas en su calidad narrativa. Lo que me hizo leer
su libro fue el enterarme de la polémica que suscitó en el ambiente de los
historiadores, un grupo más bien selecto que poco o nada participa de las polémicas,
menos por los medios de comunicación, es más bien un grupo de claustro que
desata sus luchas intelectuales a puerta cerrada en seminarios o revistas
especializada, y nada más, tampoco tienen cobertura en los medios masivos, ya
que rara vez se trasforman en un producto deseado por el mercado. Entonces me
pregunté qué habría escrito Jorge Baradit para despertar estas críticas tan
fuertes de gente que no discute con diseñadores o escritores de ciencia ficción
por lo general. Comencé la lectura del libro y como un acto que Bergson o Saramago describiría como lucidez, lo
comprendí todo, lo entendí todo, y este es el resultado de mi lectura.
Antes de iniciar mi exposición deseo dejar en
claro que a diferencia de los que critican al autor por no tener ningún estudio
de historia como ciencia y aun estar muy
alejado de ella por su calidad de diseñador y escritor de ciencia ficción y
fantasía, yo creo que cualquiera puede hacer historia, la historia es un
elemento vivo que está al alcance de todos, que sigue un rigor histórico
de la casuística o sea de los hechos, con una interpretación sólida basada en
una tesis coherente y concreta, en donde las fuentes juegan un rol
determinante, para la demostración de nuestras hipótesis, por ello es un trabajo
a largo plazo que no busca el éxito o la
fama sino la verdad, como punto central.
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Isaac Asimov |
Como dije no
es necesario haber estudiado la disciplina para ser un buen historiador,
incluso revolucionar a esta descubriendo nuevos hechos que nos hacen
replantearnos las tesis aceptadas por generaciones y generaciones. Creo que en
este ámbito existen muy buenos ejemplos, tenemos el caso de Isaac Asimov, un
hombre que se le conoce por sus obras de ciencias ficción, además de tener dos
vetas desconocidas para muchos que son: ser un destacado y brillante
científico que escribió monumentales obras y un buen historiador, que lejos de realizar meros
relatos de hechos, construyó hipótesis inteligentes y atractivas. Un segundo
ejemplo de buen historiador es criollo, me refiero al señor Héctor Maldini, ingeniero que después de
jubilarse se dedicó a su pasión, la historia, publicando dos libros: “El
Príncipe: vida de Patricio Lynch" y “Pascua en el Pacífico”, libros de un muy
buen nivel investigativo, sobre todo el primero de estos, que otorga datos muy
interesantes e inéditos, debido a que el autor tuvo acceso a la correspondencia
privada del personaje, ambas investigaciones fueron el fruto de años de trabajo
y tenacidad.
Pero por
desgracia “Historia Secreta de Chile”, no
es el caso, pues luego de leer el libro de Jorge Baradit, el auto denominado "especialista" en las ciencias históricas, quien nos daría una nueva perspectiva de la historia de Chile,
como así lo expone en su prólogo, No lo hizo, ya que Jorge, lejos de hacer una “historia secreta”,
entregando datos sobre este punto, solo se dedica a exponer en forma grosera
temas tomados al azar muy conocidos, sin ningún hilo conductor, más que el deseo de relatar los
hechos anecdóticos de un bajo nivel, dignos de la televisión a eso de las nueve
o diez de la mañana y entre los comentarios sobre el escándalo de la semana y
la receta de cocina de turno, él nos cuenta una historia “secreta” de Chile, un
relato extraído de su imaginación, pero que nada tiene que ver con los hechos
reales.
Pero para no
seguir navegando en mis propias conjeturas sobre el texto y realizando un
análisis de la obra ya citada de Baradit, iniciemos nuestro viaje por la mente
de un hombre que encuentra muy entretenido fantasear tergiversando, deformando
e inventando hechos que no puede sostener con ninguna fuente o que las fuentes
dicen todo lo contrario de lo que él expone.
El libro parte
con una presentación, donde el autor da rienda suelta a una serie de
aseveraciones temerarias y panfletarias, tomadas prestadas y deformadas
caprichosamente de distintos historiadores, que por supuesto él no se toma la molestia mencionar, pero un
especialista capta de quién se trataría, por ejemplo de Julio Pinto, Gabriel Salazar, Mario Góngora, entre otros, pero también se aprecia que el
autor del libro no los maneja correctamente, sino que conoce parte de sus obras
a través de resúmenes sacados de Internet, de ahí su grosera exposición. En medio
de esta salsa de aseveraciones sin sustento, aparece lo que será su tesis
central, la columna vertebral de su obra: “Pero cuidado, porque también está
la intención, el complot y la farsa” (p 9), en esta cita se puede apreciar un deseo de mostrar que la historia de Chile es una
construcción falsa, si no toda, la gran mayoría de esta, que fue realizada e
ideada con una intención premeditada por un grupo o grupos de poder
perfectamente coordinados para tal efecto los últimos doscientos años, pero
también se desprende la idea de que el autor de “Historia Secreta de Chile” nos
revelará la verdadera historia, esa que no está sometida a esta élite de poder
que ha construido Chile, esa que no adoctrina a los niños y niñas en los
colegios.
Luego se inicia los capítulo del libro, que están llenos
de generalizaciones alegres y más falacias, con comentarios banales, sin ningún
fundamento real y concreto, a continuación expondremos al desnudo capítulo por
capítulo, mostrando los errores más groseros y extravagantes, que llaman al
lector a ser de este un ente más ignorante.
1.- Arturo Prat era
espiritista.
El capítulo se
inicia con una muy, pero muy temeraria afirmación, Arturo Prat, el mayor héroe
de la Guerra del Pacífico, a quien se le han dedicado sendas biografías,
estudios detallados de su vida y correspondencia, sí, a ese, Jorge sindica que
él dirá algo nuevo y revolucionario que devastará la visión que se tiene de éste. Esta revelación es que Arturo era "Espíritista", gran aseveración dada muy tarde, ya que en 1995 el profesor Gonzalo Vial Correa en su libro biográfico del héroe de Iquique, coloca los datos y entrega el porque de esta creencia, aún más, añade que el Capitán de la Esmeralda al tener fe en este tipo de "seudo -ciencia", no contravenía ni sus convicciones religiosas, ni los mandatos de la Iglesia Católica, ya que no estaba condenado o prohibido el espiritismo por esta institución en aquellas época, por tanto, que es lo escandaloso que Prat fuera seguidor de estas actividades, ninguna, en que afecto a su persona, en nada, es más bien anecdótico y propio del período. Ahora indaguemos más en este punto y
otros de este capitulo.
El siglo XIX estuvo plagado de lo que se conoce como el gran movimiento espiritista, que
avanzó incluso bien entrado el siglo XX. Esta creencia se integró en las altas
sociedades de Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos, era una moda de la sociedad comercial y burguesa, ávida de nuevas y exóticas ideas sobre la
espiritualidad, incluso autores de la talla de
Bernard Shaw y Chesterton harán
mofa de estas ideas de las clases altas londinense. Como Francia e Inglaterra
marcan la moda de la "sociedad civilizada" de la época, no nos debemos extrañar
que la clase alta chilena, muy, pero muy permeable a todo lo que venía de estos países de Europa, hayan entrado en el juego espiritista. Pero eso no significa,
como nos dice Baradit, que esta clase alta tremendamente católica, haya decidido dejar
la religión para volcar en estas reuniones espiritistas todas sus necesidades trascendentales, en ese caso se debería estudiar mejor el gran movimiento masón, que si tuvo gran relevancia en la creencia de ciertos grupos de la élite.
De hecho, si uno lee las cartas de la época, se encontrará que esa misma gente
que realizaba aquellas reuniones eran las que estaban los domingos en misa. Por
ello, decir que la sociedad alta dejó la religión católica sería más que un
insulto intelectual, una gran estupidez.
Hablando de falacias
y mentiras Baradit hace una afirmación más que temeraria en este mismo capítulo
que raya en la ignorancia absoluta del tema, cuando afirma lo siguiente: “El
siglo XVIII había traído un nuevo paradigma y una nueva herramienta para ver el
mundo, el método científico. Todo fue puesto bajo el juicio de las pruebas, la
hipótesis y el fundamento; ya no se aceptaban las cosas porque sí y la Iglesia perdía
terreno como nunca antes en su historia. Frente al microscopio y las teorías
evolucionistas…” (p 19). Analicemos este párrafo, en primer lugar expone
como un hecho confirmado que el siglo XVIII aparece el método científico, pero
si Baradit se hubiese tomado la molestia de leer un libro sobre la historia de
las ciencia, se habría dado cuenta que desde siempre ha existido un método de
investigación en las distintas épocas y civilizaciones del hombre, hilando un
poco más fino e interpretando lo que quiso decir con método científico, lo más
seguro se refería a la obra del filósofo francés Rene Descartes quien en 1637
publica su famoso libro “Discurso del Método” o sea el siglo XVII y no el
XVIII. Pero para ser indulgente con nuestro no – historiador quizás se refería
a los métodos deductivos e inductivos de Hans Christian Ørsted, (1777-1851),
pero eso solo si somos buenos con él. Luego en un arranque mayor de osadía sin
fundamento nos dice que la teoría de la evolución está circunscrita también al
siglo XVIII, eso es un disparate ya que un alumno de básica le diría que Charles
Robert Darwin escribió su obra "El Origen de las Especies" en 1859, un siglo más tarde de la fecha que da
nuestro investigador. Traduzcamos lo que quiso decir Baradit, intentaba decirnos que la Ilustración y “El
siglo de las Luces” inauguraban una concepción más racional y científica, pero
le recuerdo a nuestro historiador que en la misma época que él habla del cambio
de paradigma se creía por parte de la gente culta en los unicornios y hadas
literalmente.
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Charles Robert Darwin quien en 1859
publica El Origen de las Especies
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Discurso del Método de Rene Descarte |
Volviendo a Arturo
Prat el susodicho escritor nos cuenta que este “no estaba seguro de sus
intermediarios” (p 22) refiriéndose a que Prat había perdido su fe en la
Iglesia Católica, entonces como se puede comprender que Arturo llevara un
escapulario, un rosario y una biblia, entre sus pertenencias, que iba los
domingos a misa y las fiestas de guardar, que en sus cartas haga referencia a
“nuestro señor Jesucristo” y a “su Santísima Madre”, eso solo tiene una clara
explicación, porque era un católico convencido de su religión y lo que
significa está, mi pregunta como Baradit teniendo las fuentes a la vista es
capaz de decir tamaña estupidez.
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Hippolyte Léon Denizard Rivail |
El broche de
oro sobre las creencias de Arturo Prat según Baradit es que este creía en la
reencarnación, si como se oye, “Sí, Arturo Prat creía en la reencarnación”
(p 23), aún más deja en el aire la
idea que su acto temerario de lanzarse al Huáscar se debió a esta idea, y no al
fragor de la batalla o a un plan preconcebido de enganchar al monitor peruano a
la Esmeralda para imponerse a este
último gracias al número de sus hombres, cuestión que ha sido estudiada una y
otra vez por destacados historiadores como Benjamín Vicuña Mackenna, Diego
Barros Arana, Gonzalo Bulnes, Gonzalo Vial Correa, por citar algunos de entre tantos. Pero que prueba nos
proporciona Baradit para tamaña temeridad, que entre las cosas personales del capitán de la Esmeralda se encontró un libro “…el
Evangelio según el espiritismo de Allan Kardec”. En primer lugar, el libro
citado, fue escrito por el espiritista y pedagogo francés Hippolyte Léon
Denizard Rivail, quien reconoció no tener estudios de nada, pero sí ser gran
autodidacta y que era la encarnación de un sacerdote druida llamado Allan
Kardec (por tanto no se llamaba Kardec como asegura Jorge), este libro fue una especie de best seller en su época, la segunda mitad
del siglo XIX, por tanto de amplia difusión entre las clases aristocráticas
occidentales, esto no implica que todos los que leían este libro sean creyentes
de la reencarnación, yo, por ejemplo
tengo dos coranes, eso no me hace musulmán en el mejor de los casos y en el peor
en un islámista, aunque quizás para Baradit, sí. Lo mejor de esta historia es que
Baradit nunca menciona el texto, fuente o algo que sustente su descabellada
afirmación, solo el citado texto que el profesor Correa menciona como parte de sus libros en su biografía.
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Objetos personales de Arturo Prat al momento de su muerte |
2.- El misterio del
Cristo de Mayo y el terremoto de 1647.
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Santiago Colonia, ciudad de Adobe muy expuesta a los terremotos |
. Este segundo capítulo no tiene ninguna
originalidad ya que han sido diversos los historiadores del siglo XIX y XX que
se han referido al Cristo de Mayo, desde su tallado hasta las relaciones que
tiene con los terremotos según la creencia popular, recuerdo haber visto algunos reportajes en el canal 13 sobre el
tema y en el programa “Tertulia” de la década de los ochenta en UCVT, los
panelistas se refirieron a este tema de nuestra historia colonial con jocosidad
y muy animadamente, por tanto que tiene de secreto el tema, probablemente Baradit
nunca lo haya sabido y se impactó al conocer del tema, pero hacer de su
ignorancia el motor de lo secreto no está muy bien.
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Cristo de Mayo tallado de madera de un naranjo del huerto de la Quintala |
Pero
lo que nos atrae de este capítulo no es la muy conocida historia del Cristo de
Mayo, si no de las cosas que Baradit expone y que son errores monumentales, en
primer lugar al referirse al terremoto de 1647 dice: “…
el fenómeno una magnitud 8,5 en la escala de Richter (P 30) la pregunta es
cómo en 1647 se pudo calcular con tanta
exactitud con esta escala cuando
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Charles Francis Richter y su maquina para calcular la intensidad de los movimientos telúricos |
Charles
Francis Richter con la colaboración de Beno Gutenberg la divulgaron en el año
1935 o sea 300 años después del
mencionado terremoto. Por tanto, lo que Baradit nos quiso decir en realidad que
estudios actuales, digamos año 2015, creen que por los rastros en los
sedimentos y la estructura de la falla se
podría presumir haber sido de unos 8 grados aproximadamente. En el mismo párrafo hace mención que Santiago quedó literalmente en el suelo, para demostrar la magnitud de la catástrofe por la intensidad de la onda telúrica, pero si Jorge hubiera leído "Historia de la Arquitectura en Chile" o las reseñas que realiza Joaquín Toesca (Arquitecto de la Moneda) en su abundante epistolario sobre los métodos y formas de construcción en el Chile Colonial, comprendería que un sismo de grado 3 ya destruiría la ciudad casi por completo, como fue la tónica del Chile de los siglos XVI - XVIII, por tanto su relato solo demuestra lo precaria que eran las construcciones en aquella época.
Pero como
si fuera poco termina con un párrafo más temerario aun: “… llamada falla de
San Ramón, y sobre la cual la poca memoria de los chilenos ha levantado nada
menos que un centro de investigación nuclear y una de las plantas de proceso y
acopio de gas más grande del país”. Baradit no se ha tomado la molestia de
investigar del tema, presumo entonces que la información la sacó de alguna
página de internet en la cual se sustenta su libro al parecer, pero si
consultará en la Universidad de Chile, particularmente al departamento de
Geografía o la Pontificia Universidad Católica de Chile le dirán que los
estudios de la falla son más bien recientes, se presumía en la década del 60’
que existía, pero los estudios más serios y metódicos son más bien recientes,
sí señor, por tanto su juicio se basa en qué para realizar tremenda crítica.
3.- El Cadáver Perdido de
Manuel Rodríguez.
En este capítulo nuevamente la falta de originalidad
aparece, es como una enfermedad endémica en el autor. Tratar un tema que ha sido re – tocado por los
historiadores, dando diversas visiones, la originalidad de Baradit es nula.
Como esta es nula, se arrima a trabajos muy bien documentados y publicados por
destacados historiadores como Gabriel Salazar en sus libros "Construcción de
Estado en Chile (1800-1837)". "Democracia de los "pueblos". Militarismo
ciudadano. Golpismo oligárquico y Dolencias históricas de la memoria ciudadana
(Chile, 1810 – 2010)" o los trabajos realizados por Julio Pinto ·¿Chilenos todos?
la construcción social de la nación (1810-1840)", aunque pedantemente no cita en
su escueta bibliografía a ninguno de ellos, si no parece hacernos creer que él
va a rescatar la memoria histórica de Manuel Rodríguez.
En el desarrollo del capítulo sus inexactitudes son
contundentes, pero además y curiosamente él grita a los cuatro vientos que
desea descubrir la verdadera historia de Chile, y por el contrario lo que hace
en este capítulo es reforzar la historia tradicional y decimonónica, al parecer
su falta de buenas lecturas y su adoctrinamiento fue muy eficaz en el colegio,
ya que nos dice por ejemplo: “… se levantaba
la bandera española en todas las plazas” (p 44) este concepto inventado en
el siglo XIX por la historiografía positivista daba por hecho la relación de
una nación diferente que era la chilena, con un invasor denominado España, pero
que las investigaciones actuales han ido echando por tierra, ya que en 1810 -
1818 no existía claramente esta definición, segundo porque la Independencia en
estricto rigor es una revolución, o sea la lucha de dos grupos con ideas
políticas e ideológicas diferentes, pero por definición de una misma estructura
política, que en este caso es la Corona de España, pero Baradit, desconocedor
de esto, mantiene la vieja tradición patriotera que él desea sacudir.
Refiriéndose a Manuel Rodríguez, coloca a este como uno
de los elementos más destacados de la
revolución independentista chilena, y probablemente lo sea, de esta
manera para destacar sus hazañas echa mano a todo, incluyendo las acciones
deplorables del héroe mitificado, como el asalto de los civiles partidario de
la corono, ya que el autor no comprende que cuando él dice: “Atacaba
haciendas realistas para financiar sus acciones…” (p 44) nos está diciendo
que esas haciendas eran de civiles y no del estado monárquico, por tanto, en la
actualidad se le podría acusar de violar los derechos humanos al héroe
baradiniano, un flaco favor le hace a Manuel Rodríguez por cierto.
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Batalla de Chacabuco |
Baradit le cuesta disimular su encono con Bernardo
O’Higgins, al parecer más por una postura publica que por una real convicción,
por ello en todo momento desea dejar en claro lo ineficaz que este fue en el
momento de dirigir una batalla, y por esto realiza algunas generalidades que le
quita toda fuerza a su argumento, cuando se refiere a la batalla de Chacabuco
dice: “Cuando por fin llegaron a Los Andes, agotados, fueron rápidamente
masacrados en la llamada batalla de Chacabuco por una oleada de argentinos al
mando de José de San Martín” (p 45)
Esta batalla fue iniciada por O’Higgins quien se adelantó a las órdenes de José
de San Martín, y entablo combate con los realista, sin esperar la llegada de las demás unidades, para concretar el plan envolvente de San Martín, por esta razón la batalla se inició con un revés, pero cuando Solar se presenta junto a San Martin el plan se puede llevar a cabo sin problema y las fuerzas realistas son derrotadas.
Hablando de la composición del
ejercito de "Los Andes o Libertador" a lo cual Baradit da mucha importancia, es efectivo que se componían mayoritariamente por tropas de las Provincias del Río de la Plata (Argentina), pero también había un
buen porcentaje de chilenos, además de otras regiones de Latinoamericana por tanto, decir gratuitamente que esa fue una
victoria de argentinos es desconocer la composición real del ejercito
libertador y las batallas subsecuentes. Baradit debió haber dicho como un
elemento distintivo de esta batalla y otras más el comportamiento salvaje de
las fuerzas patriotas con los realistas civiles, o la utilización de negros esclavos en
los cuadros militares, eso hubiera sido un acierto, pero no fue así. Su
odio a O’Higgins no lo disimula para nada, ya que continua sus aceberaciones temerarias en su contra, cuando expone “O’Higgins encabezó las tropas que
salieron a detenerlos, pero fueron masacrados en Cancha Rayada. (p 45),
pero Baradit parece olvidar algo importante que el mismo dijo, esto es que O’Higgins no era quien
iba al mando sino José de San Martín, comandante supremo del ejercito de los
Andes. En segundo lugar, no existió
una masacre, ya que las bajas fueron mínimas, más bien fue la sorpresa del
ataque que la destrucción lo que causo el desbande de las tropas patriotas. Y por cierto los partes militares realistas informan
que al igual que los patriotas en varias ocasiones terminaron disparándose
entre ellos y que la batalla en ningún caso era decisiva. Continúa nuestro intrépido, porque hay que ser intrépido para
decir, “Mientras tanto, los españoles avanzaban sobre Santiago…” ( p 46), lo que afirma Baradit es que las fuerzas realistas estaban
compuestas de españoles, pero esto no es del todo acertado, ya que la mayoría
de ellas se componían de unidades de realistas de Chillán, Concepción, Valdivia
y Chiloé, incluso el hijo de Don Mateo de Toro y Zambrano venía entre las
tropas. También había tropas del Perú, principalmente de la zona de Arequipa, solo un batallón era compuesto cien
por ciento de españoles que era el batallón Burgos (soldados liberales de España), por tanto, nuestro amigo
sigue reafirmando la historiografía del siglo XIX chilena sobre la guerra de la Independencia.
Por hacer su relato más novelesco, Baradit cae en una
falacia, demostrada y re-demostrada por la historiografía actual, esto es que la corona española en el siglo XIX era una
potencia de segundo orden y no “Representaba
a uno de los imperios más poderosos del Planeta” (p 45) que es la ligera
apreciación del historiador.
Termina el capítulo asiéndose cargo de cuando mito que se
refieren al cuerpo de Manuel Rodríguez, siendo incapaz de salir de ese
atolladero y jugarse por una visión clara del tema, es impotente para
defender sus ideas históricas de su héroe
4.- Los Corazones de los
Soldados de La Concepción.
Este es quizás el capítulo menos original de todos y una de las historias
más y más relatadas dentro de la historiografía chilena. Durante la dictadura
de Pinochet, se utilizó como plataforma propagandística nos referimos a "la batalla de La
Concepción", incluso se daba como día feriado para celebrar una más de las
glorias del ejército. Por tanto que tiene de original
hablar de esta batalla, nada, más aún que el autor no nos entrega ningún
descubrimiento o tesis nueva al respecto, solo se dedica a dar apreciaciones
subjetivas sobre el evento y a llenarlo de “imagínense”.
En primer lugar, sube de rango al teniente primero
Ignacio Carrera Pinto “el capitán Carrera Pinto” (p 57), quien nunca
supo de su promoción a capitán de ejército. Pero esto sería una pequeña
inexactitud, si tomamos en cuenta que Wikipedia dice que Carrera era capitán,
ahí uno puede comprender el error de Baradit. Pero sus siguientes comentarios
son escalofriantes, cuando afirma en segundo lugar que:“… y además el descontento
de los lugareños iba en aumento, el odio hacia la ocupación chilena era grande,
el deseo de venganza les comía el estómago…” (p 58), cualquier
investigador de la guerra del Pacífico sabe que Chile ocupó ciertas zonas del
Perú, particularmente las costeras del centro y sur del país. La campaña de la
Sierra o de Breda se originó justamente por la poca visión de las fuerzas
chilenas que después de destruir al ejercito del Perú no quiso ocupar el país y
desmovilizo a una buena parte de las tropas, que regresaron a Chile junto con su gerenal Manuel Baquedano, esto permitió a los peruanos organizar un ejército de
montoneros en las sierras y el norte del Perú. Lo que Baradit menciona como
ocupación es en realidad las campañas en contra de esté o mejor dicho estos
ejércitos de montoneros dirigido por Avelino Cáceres (El brujo de los Andes) y otros oficiales peruanos. Lo que olvida Baradit que desde la década de los 60’
en el Perú particularmente en la universidad de San Marcos y Católica del Perú, se ha estado echando por tierra las ideas patrioteras peruanas sobre una resistencia nacional al invasor del Sur y explicando la resistencia indígena de la Sierra como una lucha contra la opresión de los "Blancos" de la costa, por tanto las luchas en las regiones montañosas del interior era anterior a la
invasión chilena, los blancos aplastando a las comunidades indígenas, por tanto la lucha contra las tropas de Chile sería la continuación lógica de esta lucha, asusada y dirigida por las élites blancas derrotas de la costa, que después de la retirada del ejercito chileno se dieron a la tarea de aplastar definitivamente a estas comunidades, por el propio Avelino Cáseres. Esto claro esta no exime de
atropellos de parte de las tropas chilenas, pero este odio está más arraigado en
el mundo indígena y es pretérito a la guerra con Chile, solo basta leer la novela de Vargas Llosa “La
Ciudad y los Perros” para darse cuenta del hecho, quizás para la
intelectualidad de Baradit, es poca cosa Vargas Llosa.
No contento con este primer error Baradit continua con
sus pocas acertadas afirmaciones como: “… se desatò el caos. Debieron
retroceder y refugiarse en otro poblado donde ganaron fuerzas y pudieron
resistir” ( p 59), este párrafo se hace cargo de la retirada del Coronel
del Canto que no fue como lo relata Baradit, ya que el retraso de las fuerzas
chilenas se debió principalmente a que debieron ayudar a la 4.ª compañía del
batallón Santiago en los poblados de Marcavalle y Pucará que fueron atacadas por parte de Cáceres y no
a una retirada forzada por el ataque de Cáceres, como se desprende del párrafo.
Para rematar
su poco fidedigno relato, Baradit afirma que: “Los pocos soldados y las
cantineras que quedaron con vida no tuvieron más remedio que soltar sus armas y
esperar un trato como prisionero de guerra” ( p 65), de la batalla de La Concepción no existe ningún testigo chileno, las tropas del Canto pudieron
conjeturar lo que pudo ocurrir gracias a los testimonios del ciudadano italiano
Carlos Rivetti y lo que se podía especular de la batalla según los restos
encontrados. Pero parece que Baradit se inclina por el testimonio de Manuel F.
Horta, corresponsal del diario El Eco de Junín, quien no estuvo en la batalla y
que los mismos historiadores peruanos reconocen que realizaba apologías de la
guerra, pero sin fundamentos, esto se llama contrastar fuentes, cosa que
nuestro intrépido investigador no realiza, porque seguramente no sabe, por tanto el párrafo citado son las invenciones de Manuel F. Horta, que dice el Coronel Gastón comandante de las fuerzas de montoneros y regulares peruano en su parte de la batalla, en síntesis expone que los regulares se comportaron a la altura de la batalla, pero que los "Indios" eran unos salvajes y alcohólicos que no sabían recibir y acatar ordenes, que los chilenos pelearon con bravura hasta el final a pesar de conminarlos a la rendición y que le fue imposible salvar a "las mujeres y a un recién nacido por que la indiada les dio muerte horrorosamente", lo que motivo a que se retirará hastiado del lugar, como se puede apreciar el relato de Gaston testigo presencial esta muy distante de los inventos de Horta. .
Para finalizar
Baradit termina el relato de la batalla con la orden del Canto de: “fusilar
sumariamente a todos los lugareños” (p 65). Lo que el “historiador” nos quiso
decir es que del Canto ordenó primero fusilar a los pocos indígenas ebrios de
la montonera que aún quedaban en el lugar y que nada nos hace presumir que
fueran del pueblo mismo, después dio una orden de perseguir a las fuerzas
peruanas de Gastón con una partida de tropas a caballo, las cuales tendrían que
matar a todo hombre que encontrarán y se sospechará de ser guerrillero, la
orden fue monstruosa, por supuesto, pero Baradit se nota que desconoce el hecho. Como antecedente de este último punto, es que la guerra en La Breda no esta tipificada como la lucha contra un estado, sino contra una resistencia a la cual no se le supone ninguna cualidad militar y por tanto no se ajusta al concepto de "Guerra Civilizada", por cuando son vistos como "Bandidos" y se le aplica las leyes militares para tales efectos del Siglo XIX, la ejecución sumaria, mientras que a la población civil se le aplica los impuestos de ocupación y las ejecución si se resiste, se debe tener también en consideración que la mayoría de los oficiales peruanos habían jurado no tomar las armas contra Chile después de las derrota de Miraflores y tomando su palabra de honor como garantía se les dejo en libertad, por tanto si se les tomaba prisionero no se tendría ningún tipo de piedad con ellos, así lo comprendieron desde el principio estos oficiales que pese a eso lucharon con mucha bravura, pero aceptando todo tipo de vandalismo y crueldades por parte de sus comandados, de hecho es un episodio muy oscuro de barbarie y brutalidad por ambas partes y no solo por el ejercito de Chile como quiere decirnos Baradit.
5.- La estrella solitaria y los símbolos luciferinos
de chilenos.
Baradit en este capítulo hace una
serie de aseveraciones temerarias por decir lo menos que contradice a
destacados historiadores, pero a diferencia de estos últimos no nos entrega ninguna
prueba de lo que dice, es casi un acto de fe lo que nos pide sobre su palabra.
Para empezar dice:“…de lo que un grupo de hombres consiguió al unirse en una
cofradía secreta de inspiración masónica, guiados por un personaje histórico:
Francisco de Miranda. La Logia Lautaro…”
(p 69) qué datos nos da Jorge para tamaña aseveración, ninguno, solo
lo dice y afirma, pero que dicen historiadores de la talla de Jaime Eyzaguirre
en su ya clásica obra “ La Logia Lautarina”, primero nos expone que Francisco
Miranda no era masón, ya que no existe
pruebas al respecto, aún más indica al historiador William Spencer Robertson
quien paso gran parte de su vida investigando a Miranda, investigación que
volcó en un libro ya clásico “La vida de Miranda”, quien después de escurrir en
los archivos, libros y diarios de Francisco, llega a la conclusión que Miranda
no solo no es masón, si no que la hermandad que creo no era ni carbonaria, ni
masónica, aún más este autor incluso dice que no existe prueba para afirmar que
creara la logia Lautaro. Por sí Baradit encuentre muy retrogrado o fascista al
aludido Jaime Eyzaguirre, ya que él es
de espíritu socialista y progresista, citaremos a Jorge Ibañez Vergara, miembro
activo de la gran Logia de Chile que no solo confirma lo que el profesor Jaime dice, sino que agrega “Eran
simplemente grupos revolucionarios, cuya única semejanza y parentescos con las
logias masónicas, era el secreto y el compromiso fraterno…”(O’Higgins el
Libertador p 27), porqué Baradit realizó aquellas afirmaciones, muy simple,
para crear la idea de que la independencia de Chile y América fue la obra de un
grupo hermético y sectario llamado la Logia Lautarina, que era masónica, osea la independencia de América sería la obra siniestra de unos pocos..
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Jorge Ibañez Vergara especialista
en la vida de Bernardo O'Higgins que niega el
origen masón de la Logia Lautaro |
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Jaime Eyzaguirre uno de los más destacados
especialistas en
Bernardo O'Higgins que Baradit no cita.
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Pero no contento con esto el “Historiador” vuelve a la carga diciendo “Eran
ateos (por los próceres de América) o
agnósticos, el ideario respondía al iluminismo y la idea de progreso a través
de la razón, no de la religión” (p 70), siguiendo esta lógica baradiniana,
cómo podríamos explicar que O’Higgins fuera un hombre religioso devoto de la
Virgen del Carmen (construcción del Templo Votivo de Maipú), para quién tuviera
una gran importancia su escapulario y su rosario, además de que todos sus
biógrafos hablen de ese punto, incluso la gran mayoría de los próceres, muchos
de los cuales sí eran masones, demostraran una marcada religiosidad tradicional
como está ampliamente documentado. Resulta entonces imposible demostrar lo
dicho por Baladit, al menos que el autor en un arranque de locura y obstinación
desee llevar la contraria a los hechos, las fuentes y a todas las escuelas de
interpretación de la época de la independencia con un argumento único “porque
si”, como si fuera un niño mimado.
Como toque final para este capítulo, nuestro investigador
realiza una aseveración basada claramente en sus fuentes de Wikipedia, al
decirnos: “Los gnósticos, corriente de conocimiento esotérico subteraneo de
fuerte influencia oriental…” ( p 71), mi primera pregunta fue a qué tipo de
gnosticismo se refiere, al generado en la filosofía griega, que buscaban la
causa primera del orden cósmico y que degeneraron en círculos herméticos con
claros vínculos en la religión griega tradicional y elementos persas, o tal vez
al gnosticismo que se produce después de la aparición del cristianismo, que
toma enseñanzas filosóficas griegas, elemento de religiosidad del Medio Oriente
y cristianas para buscar a través de una especulación racional la respuesta del
porqué de la existencia, esta especulación los llevo a una serie de ritos de
carácter herméticos y purificadores, o quizás Baradit, nos hable del gran
movimiento gnóstico que se opuso a las enseñanzas de la Iglesia Católica en los
siglos III, IV y V, o ta vez a las ideas agnósticas y esotéricas nazis y ocultista actuales, o quizás no tenga la menor idea de que los movimientos gnósticos
son variados y se dieron en diferentes etapas de la historia de Occidente y que
aun quede mucho trabajo por hacer en este campo.
6.- Jaime Galté, Un Médium Republicano.
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Jaime Galté: Un medium según Baradit |
La historia de Jaime Galté es el típico relato que
podemos circunscribirlo como anecdótico y simple, un hombre que decía que tenía
la capacidad de hablar con los espíritus y se relacionó en este ámbito con
importantes personalidades de nuestra historia reciente, podría ver la historia
de Galté en un programa televisivo de los años 90’ , como el “Día Menos
Pensado” o “Al otro Lado del Espejo”, en otras palabras sin importancia
histórica de ninguna clase.
Lo único que nos parece rescatable de este cuento es que
Baradit hace un esfuerzo retórico y argumentativo para que el lector crea en su
fascinante relato, lo que me lleva a preguntar si será Baradit un médium y de ahí le viene la ganas de hacer
estos estudios tan importantes, que a su
juicio se debe enseñar en los colegio como verdades históricas. Pero tan bien me asalta una duda, en muchas partes del libro Baradit una y otra vez expone la importancia del "racionalismo" y del "pensamiento científico" por sobre la religión y la pregunta es "¿qué tiene de racional?" estudiar y validar las exposiciones de un medium que por naturaleza no se basan en ideas científicas a lo más en una seudo - ciencia que se sostiene en la "FE" en sus expositores, será que Jorge es un "HOMBRE CONTRADICTORIO" en su discurso y no comprende la diferencia entre pensamiento científico propiamente tal y religioso.
7.- ¿Quién Mató a Silva
Renand, El General De La Masacre de La Escuela Santa María?
Otra historia secreta, según Baladit, nuestro bien documentado
investigador, es la que se vislumbra en el siguiente capítulo de su texto, la
cual lo inicia con una pregunta retórica, casi como título de novela. Para
luego literalmente hacernos un relato
policial simple, donde de antemano sabemos el final, que no es la muerte
del susodicho oficial, sino quien asesino a esté y que Baradit en su pobre
capacidad para realizar juegos de puzzle policial le muestra al lector casi de
inmediato cuando dice “En una de esas carretas iba también el cadáver de un
joven obrero español de apellido Manuel Vaca, medio hermano de otro joven con
el que había viajado desde la península al nuevo mundo en busca de mejores
horizontes” (p 97), creo que su relato es tan simple como los de Dan Brown,
se le recomienda al escritor que lea a Chesterton, Leslie Charteris, Jemes
Helvick o Carter Dickson, entre otros para construir entramados policíacos.
Por cierto hay un garrafal error en el texto, el ejército de Chile marchan con música de
diversos autores austriacos, alemanes, ingleses y chilenos, y no solo como afirma
Baladit, es decir, que el ejército lo hace con marchas “Wagnerianas”, ya que
efectivamente una de estas marchas es de Wagner: “los Nibelungos”, que no es
propiamente una marcha, ya que pertenece a una de las opera de la tetralogía "El Anillo de los Nibelungos", él compositor nunca la compuso como marcha militar, sino
que se le sacaron algunos acorde posteriormente para crearla y es parte del repertorio de la marina, Jorge debería leer "historia de la música Universal" o alguna buena biografía de Wagner.
8.- El Reino Francés de la Araucanía Aún Existe Y
Tiene Herederos en Europa.
En primer
lugar, Baradit en este capítulo nos crea una atmosfera de fantasía que estaría
muy acorde con una novela o relato que por naturaleza es una ficción, pero que
nada tiene de historia.
En segundo
lugar, el capítulo peca totalmente de originalidad e historia secreta, ya que el anecdótico
reino de la Araucanía aparece en casi todos los textos escolares, se han
realizado varios reportajes sobre el tema como el salido en la revista del Sábado
del Mercurio 2006, donde se le hace un
extenso reportaje al penúltimo rey de la Araucanía.
|
El especialista José Bengoa |
Fuera de esto,
el capítulo no está excepto de errores históricos garrafales y de subjetivas
observaciones del autor. Como la afirmación de nuestro historiador Baradit,
quien nos dice: “… cacique Kalfukura levantara desde el Pacifico hasta el
Atlántico e hiciera temblar a los presidentes de Argentina y Chile por igual”
(p 105). En un ataque de locura nos hace creer que existió un gran estado
mapuche, dirigido por un mítico personaje llamado Calfukura, una especie de
Napoleón. Obviamente con esta visión Baradit se echa al bolsillo los trabajos
de José Bengoa y su libro Historia del pueblo mapuche: siglo XIX y XX o el trabajo de los historiadores José
Millalén, Pablo Marimán, Rodrigo Levil, Sergio Caniuqueo “Escucha Winka”.
Estos investigadores lo primero que dejan en claro que los pueblos indígenas,
particularmente los mapuches que habitaban la Pampa y Patagonia de Argentina y
Chile, no tenían una unidad política, que eran totalmente individuales, y que
estaba en conflictos constantes, una especie de “paz armada entre las tribus”,
que se podía quebrar al menor indicio de desconfianza o provocación. Por tanto,
qué hizo Calfucurá, creó en 1835 una
confederación de tribus que obedecían sus órdenes por la capacidad que él tenía
de hacer confluir los propósitos políticos de cada una de ellas en su persona, en
ningún caso conformando una unidad política superior. Otro punto que no ha sido
probado, es si Calfucurá logró establecer esta confederación en los mapuches, establecidos al occidente de los Andes (Chile), como alegremente
parece asegurar Baradit. Para terminar nuestro historiador innato no se refiere
a la alianza entre el cacique Calfucura y
Rozas, la participación de este como aliado del dictador Rozas en las guerras civiles de Argentina o sus guerras internas por mantener esa frágil unidad.
Otra
ocurrencia extraña de Baradit fue su loca idea de describir los planes de
Orllie – Antoine como “…un soñador que venía con la idea en la cabeza de
reunir provincias hispanoamericanas bajo una monarquía afín a Francia”. (p 106).
Por muy poco informado que estuviera Antoine sobre América, él sabría
perfectamente que en el territorio en el que se iba establecer eran Repúblicas
independientes y no territorios hispanoamericanos a secas, casi de la Corono
española.
Otra
chapucería del intrépido investigador es decir que fue el presidente Manuel
Montt el que ordenó detener a Orlie – Antoine, pero No fue esté, sino que fue durante el gobierno de
José Joaquín Pérez, el 05 de enero de 1862, se le detuvo y condenó, pero luego
los tribunales lo declararon “loco” y encerrado en el manicomio de donde lo
saco el cónsul francés, pero esa locura no es tal, ya que la locura se sostenía
en la pasión del francés por ser mapuche y crear un estado independiente en estos territorios. El historiador Armando Braun Menéndez que dedico su vida a
investigar la historia del sur de Chile, da a entender en sus libros El
Reino de Araucanía y Patagonia y Pequeña Historia Patagónica, que la
locura de Antoine fue una estrategia del Cónsul para poder liberal a su
compatriota con la venía de Chile.
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Felipe I penúltimo rey de la
Araucania y Patagonia
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Para finalizar
Baradit no coloca muchas citas en su libro, y las pocas que aparecen están sin fuentes (a excepción de la primera), pero para
ayudar al lector del libro hemos testeado la fuente de la cita de este capítulo
que es:
«Nos, Orllie-Antoine 1.er, por la gracia de Dios, Rey
de la Araucanía, nos hacemos un honor de imponeros de nuestro advenimiento al
trono que acabamos de fundar en Araucanía. ¡Pedimos a Dios, Excelencia, que os
tenga en su santa y digna guarda!» https://es.wikipedia.org/wiki/Or%C3%A9lie_Antoine_de_Tounens
Probamente Baradit nos diga
que la obtuvo de otra página y no de Wikipedia, pero eso no lo sabemos ya que
él no cita como corresponde.
9.- Ingrid Olderock, un Monstruo
Chileno.
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Ingrid Olderock ampliamente
estudiada por la periodista
Nancy Guzmán en su libro
"La Mujer de los Perros" |
No deseo ser
majadero con el tema de la poca inventiva, pero nuevamente Baradit no nos
expone un tema nuevo, por el contrario él se podría colocar a la final de unos
cuantos miles de periodistas, escritores, historiadores, entre otros, que han
escrito sobre la violación de los derechos humanos durante la dictadura de
Pinochet, lo único novedoso es que Baradit realiza un relato sangriento y
sensacionalista, propio de una crónica periodística, pero lejos de un relato
humano, que sería lo acorde para mostrar un respeto por las víctimas de la
Dictadura y no hacer del hecho un circo.
Una segunda cosa, es que
Baradit constantemente resalta sus amplios conocimientos sobre el periodo de la dictadura, lo
curioso que comete un error garrafal al afirmar que la DINA era: “…regimiento monstruoso que fue la Dina” (p
114), cuando en la practica la DINA fue La Dirección de Inteligencia
Nacional, también conocida por ser un tipo de policía secreta del régimen
militar de Augusto Pinochet en Chile entre 1973 y 1977. Muy curiosa ignorancia
por decir lo menos.
10.- El Marino olvidado que salto
con Prat
Este capítulo no tiene
ningún tipo de información inedita, pues solo con leer la obra de Gonzalo Bulnes
“Historia de la Guerra del Pacífico”
el lector sabría de este episodio y de muchos más. Este apartado con título
rimbombante, sin ningún aporte, es la
triste continuación del primero capítulo de esta saga, solo se puede destacar
las subjetividades y comentarios livianos del autor como el siguiente: “… mientras Condell literalmente fusilaba a las tropas de la
Independencia, rendida, inclinada sobre su costado e indefensa, Grau rescataba
a los sobrevivientes y los alimentaba antes de llevarlos a Iquique” (p 132). Condell,que
no es santo de mis devociones, no puede ser injuriado de esta manera y tan
gratuitamente. En primer lugar tuvo la habilidad y pericia para lograr encallar
a un barco mucho más poderoso que la cañonera Covadonga que dirigía, me refiero
a la Independencia, segundo el fuego mortífero en contra de este último barco
fue con la intención de lograr su rendición, cuando se hizo bandera blanca en
la nave peruana, terminó el fuego y quiso ir en socorro de la Esmeralda por esta razón no presto de inmediato ayuda a los naufragos, pero
cuando comprobó que los humos al norte que se vislumbraba en ese momento eran
del monitor Huascar, el cual a todas luces había destruido a la Esmeralda,
decidió la retirada hacia el sur, salvando uno de los dos barcos del bloqueo y
trasformando la derrota en una victoria y dejando el socorro de la Independencia al Huascar, por tanto aquí existe una clara mala intensión.
La historia que nos relata
de Condell es la expuesta en páginas de internet de carácter “amarillas” y
“panfletarias” de nuestro vecino del norte, probablemente sea la literatura que
gusta nuestro osado historiador leer por las tardes, pero le recomiendo las
excelentes revistas de historia de la Universidad de San Marco y Universidad
Católica del Perú, si instruirse sobre la mirada seria de la historiografía
peruana es su deseo o leer la enciclopédica obra de Bulnes, fuente de historiadores peruanos, chilenos y bolivianos.
11.- La Conspiración de la Virgen de
Peñablanca.
Otra vez Baradit llego tarde para descubrir el complot del régimen Militar,
el tema de las apariciones de la Virgen de Peñablanca se comenzó a conocer como
un plan del régimen militar casi de inmediato, primero por los grupos
contrarios a esté y a través de la misma Iglesia Católica a través de Vicaria
de la Solidaridad, la cual recababa información de las operaciones de la
Dictadura. Posteriormente fue la CUT que puso la alerta. Esto comenzó a ser
noticia en los diferentes medios contrarios al régimen imperante. Por tanto, la Historia Secreta de Peñablanca no
era muy secreta.
Con la caída de Pinochet, se supo más información
todavía sobre el tema, creo que se desató, el Mercurio, la Segunda, TVN, entre
otros medios publicaron sendos reportajes, esto dio pie para que el Padre
Miguel Contardo Egaña escribiera el libro "Apariciones
de la Santísima Virgen en Peñablanca".
El hecho fue tan ventilado por los medios de
comunicación que Pedro Lemebel se inspiró para escribir “Loco afán: crónicas de sidario”, mientras que Álvaro Bisama
escribiría “Caja negra”. A parte de crónicas, memorias
universitarias, obras de teatro, etc, etc. Por tanto el secreto no existe.
|
Pedro Lemebel |
Fuera de lo antes expuesto, existe una serie de
afirmaciones que realiza Baradit, entre las más descabelladas y altisonantes
podemos encontrar por ejemplo “mataba a sus opositores (el régimen de
Pinochet), tenía al país al borde de un ataque de nervios” (p 137). Que la
dictadura de Pinochet mataba y torturaba a sus opositores salta a la vista y no
requiere mayor indagación, que el país completo estaba en un estado de pánico,
ese es un punto cuestionable, si Jorge
hubiera dicho, la crisis económica, la falta de libertades de expresión y la
fracturación de la sociedad chilena eran unos de los grandes traumas de la
década de los 80’, junto a las torturas y violaciones de los derechos humanos estaríamos bastante de acuerdo, pero no lo hizo, más bien realizó una generalización alegre, para explicar la válvula de escape de las apariciones de la virgen de
Peñablanca, pero en su deseo de generalizar toma uno solo
de los componentes de la dictadura y lo trasforma en el que hace gatillar este
complot del gobierno militar. También se le olvida que la clase pobres, media y
pudiente tienen un fuerte sentido religioso, un concepto que va en su
mentalidad, son poco ritualista, pero muy dados a las manifestaciones populares
y mágicas, por tanto un buen elemento para desviar la mirada sobre la crisis económica del país.
También la dictadura tenía una guerra asolapada contra
la iglesia Católica, por ello, apoyó a los Evangélicos Pentecostés y a cuanta
secta quiso asentarse en Chile, dentro de esta guerra estaba la CNI como
principal articuladora, por tanto más parece un esfuerzo en esa línea que como
dice Baradit un antídoto en contra de la desmoralización generalizada de Chile por efecto de la violación de los derechos humanos, aun más, esta probado que la televisión jugo un papel más destacado como medio tergiversador y anestésico entre la población, con programas simplistas
como “Sábado Gigante”, “Martes 13”, "Japening con Ja" entre otros tantos más (Historia Social de Chile) y que mostraban una realidad ficticia a la generalidad de los chilenos.
Otras afirmaciones erróneas son confundir a un
adolescente como Miguel Ángel con un niño
“ Miguel Ángel Poblete, un niño de
diecisiete años…” (p 139) o pensar que una institución que tiene más de dos
mil años requiere alimentar su fe en cualquier cosa que parezca milagrosa,
cuando la Iglesia es la más reacia a ese tipo de manifestaciones, por eso no
tiene ninguna lógica decir: “Los imagino
rogando que fuera cierto.” (p 144), lo curioso es que provenga de un escritor que parece gustar de
mitos y conversaciones con espíritus.
12.- El Internet de Allende
Por fin
hemos llegado al último de los capítulos de está muy poco rigurosa
investigación histórica, es interesante leer este apartado después de
martirizarse con todos los capítulos anteriores, debido a que es el único bien
logrado. No aporta nada nuevo, ya que quien ha leído el libro “Historia de la
Corfo” o “CORFO. 1989. Corporación de Fomento de la
Producción: 50 años de realizaciones 1939-1989.” Queda muy bien informado sobre ese tema, la gracia
de este texto es que Baradit escribió una novela, una extraña mezcla de ciencia
ficción, fantasía y rescate de mitos chilenos
conocida como “Synco”, el nombre del proyecto, debemos decir que esta
novela está bien lograda, a pesar de muchas tergiversaciones y mentiras que coloca en su escueto prologo. creemos que el escritor debió mantener esta senda, segura y
clara para él y no explorar territorios que exigían un grado más de
rigurosidad, pero mucho mayor, al cual, Jorge no está a acostumbrado.
En este capítulo Baradit vuelca todas sus lecturas del
proyecto Synco o proyecto Cybersyn que tenía y los expone dramáticamente, como
en la novela de su autoría y eso es todo.
Conclusiones.
Ha sido un verdadero
esfuerzo mental e intelectual leer la obra de Baradit, por ser simple,
subjetiva, contar con errores históricos groseros y con una falta de calidad
del relato que por momentos me recordaba a nuestros masivos programas de
televisión abierta. La historia es una
ciencia, una ciencia que busca a través del trabajo exhaustivo de las fuentes
(estudiar, comparar y descartar fuentes) la construcción de hipótesis bien
sustentadas y demostradas. Un historiador se puede equivocar en su exposición,
por cierto que sí, pero eso no invalida su trabajo, solo nos estimula a
continuar la senda seria del trabajo historiográfico.
Pero cuando a parecen personas como Baradit, sin
escrúpulos, con un deseo de lograr fama inmediata, quienes no tienen
miramientos en trasformar a la historia en una prostituta de carnaval, para
luego certificar su trabajo como válido en función de la cantidad de libros que
ha vendido, es una vergüenza, más aún proviniendo de un hombre con talento narrativo, como lo tiene
Baradit, que este se trasforme en el “Cafiche” de este prostíbulo de las editoriales poco
escrupulosas y de una masa ignorante habida de circo como es por desgracia
nuestra sociedad chilena en la actualidad. Lo único que espero que como hombre
sensato Baradit se dé cuenta del gran crimen que está provocando dentro de esta
masa de personas, que las está llenando de mentiras que pronto ellos recitaran
como si fuera una verdad histórica valida, perpetuando así nuevo mitos.