Dictadura
¿Otra historia secreta
de Chile?
PRIMERA PARTE
Como una profecía auto cumplida,
resulto nuestra última frase en el post dedicado al libro <<Historia secreta de Chile III>>, cuando vaticinamos
que Jorge Baradit volvería en gloria y majestad, cuan musa de las letras, con
un nuevo libro de seudo-historia, pensamos ingenuamente que este hombre ya no
tendría el placer de violar a la casta Clío, en su propio lecho, pero no,
porque nuestro intrépido diseñador regreso a las arenas de la investigación con más brío
que nunca, dispuesto a impactarnos con una verdad oscura y oculta, que él, y
solo él, puede desentrañar completa y lucidamente, para esto solo debemos ver
su bufonesca y circense presentación que hizo de este nuevo libro, en donde y
como es habitual en él, lanzo ideas al aire sobre la importancia de su trabajo
histórico, los responsables del golpe de estado y luego del gobierno militar,
incluso se adentró en los dos primeros gobiernos de la Concertación, acusándolos
de ser los continuadores de la dictadura, porque sus respectivos presidentes
eran demócratas cristianos y estos habían apoyado la caída del gobierno de
Salvador Allende G, curiosamente nada dijo del gobierno de Ricardo Lagos y
Michelle Bachelet, continuadores naturales de la Concertación y del sistema de
libre mercado, herencia del gobierno militar por cierto, será por motivos de
interés personal, para no perder el apoyo de los socialistas snob y renovados
como nuestro Jorge, uno nunca sabe, el hecho que solo descalifico a los dos
primeros.
Lo curioso es que a Baradit, no le basto ser
desenmascarado públicamente como un fraude, un mero producto del mercado, que
contaba “cuentecillos” sobre el pasado lejano y
reciente de nuestra nación, y que por su puesto, estos relatos No
eran secretos. En su primer libro, invento literalmente hechos y saco
conclusiones a partir de sus propias fantasías, que además se basaban en
dudosas páginas de internet como “Wikipedia”; que en su segundo tomo, se dedicó
alegremente a plagiar literalmente libros de historia, artículos periodísticos
y novelas, para luego adjudicárselas como creaciones propias de su inagotable y
fecundo intelecto, por más que se le dijo que estos textos eran hipotéticos y en
el caso de las novela, una ficción, él obstinadamente las recreo como hechos
verídicos hasta en sus más mínimos detalles, condimentando estos relatos con
ríos de sangre como telón de fondo a sus ya escrizofrénicos escritos; en su tercera entrega, realizó resúmenes de
otros libros y artículos, dando por hecho su veracidad en absoluto. Cuando un
canal le ofreció un programa televisivo para
que hablara de temas históricos reales, se arrastró por el lodazal para que
historiadores de peso, como Gabriel Salazar, fueran a su programa y le dieran
el cimiento serio a sus exposiciones, un giño de ojos nunca esta demás para ser
exitoso, así logro que algunos historiadores lo aceptar como un pobre producto
del sistema, pero necesario, que ayudaba en algo a la discusión histórica e
intelectual, en una televisión plagada de farándula, teleseries turcas y muchos
programas amarillos, es así, como el
mismo Gabriel Salazar avalo sus absurdos escritos, como parte de un relato
histórico extraído de las “masas ciudadanas” y que por este motivo, el viejo
sociólogo e historiador, soldado de mil batallas accedió a presentar el pasquín
en público.
Después de este lastimoso recorrido por la obra
de Jorge, que para nosotros ha sido peor que el realizado por Dante en el
Infierno de la <<Divina comedia >>, pudimos llegar a la conclusión,
que el trabajo de nuestro conspicuo diseñador quedo en la más absoluta evidencia
de ser simplemente un relato banal y farandulero, uno más del momento, que solo tenía un sentido
de entretención y nada más. Pensamos con algo de ingenuidad, vuelvo a decir,
que el poco reflexivo Baradit se despediría de la investigación histórica como
ingreso, sin pena, ni gloria, pero nos equivocamos, ya que al primer llamado de
la empresa editorial, que requería reforzar sus arcas, probablemente exiguas, nuestro
investigador se cuadro con un nuevo y flamante libro, un trabajo realmente revelador, a su juicio,
que nos va a esclarecer desde su óptica familiar y sentimental, ya que define
este libro como “una crónica” muy personal
de los aciagos años de la dictadura de
Augusto Pinochet Ugarte, un relato testimonial de una familia de Izquierda, que
nos expondrá su vivencia, que podemos esperar de esta entrega, NADA, por su puesto, pero a diferencia
de las anteriores, no tiene las ínfulas de ser una investigación, tampoco de
ser un trabajo reflexivo o analítico, es simplemente la opinión de un hombre
que nos relatará lo que sus cercanos le dijo sobre el periodo del presidente
Allende y lo que él recuerda de la dictadura, punto, no esperemos más, porque
no hay más, esto por su puesto no justifica los errores que pueda tener el
libro, ya que una cosa es la visión personal y otra la ignorancia, una no tiene
nada que ver con la otra.
La presentación del libro o prefacio,
está escrito como nos tiene acostumbrado Jorge, con un lenguaje
sensacionalista, con preguntas cerradas, tan cerradas que no tienen más que una
sola alternativa de respuesta, con vulgares sarcasmos y críticas. Pero si
debemos reconocer, que ya no tiene ese tono soberbio de su primer libro, ya no
es ni la sombra de ese que nos prometía exponer al desnudo una verdad. En este
libro se nota un tono más bien emocional, ya que apela a lo vivencial, para
reconstruir el período de la dictadura, es un hecho que su vivencia es sesgada,
inclinada a una sola verdad, simplona y sin reflexión, pero muy personal, claro
está. Esto nos sorprende, por su puesto, pero no nos hace bajar la guardia,
sabemos que estamos frente a un impenitente de la mentira y la distorsión de
los hechos, pero ya estamos claros a que debemos atenernos, a un simple relato,
sin peso intelectual e histórico.
Por tanto, este libro no es secreto, pero
jugando con su verborrea de cuentista,
nos deja entrever que sobre el gobierno del desaparecido dictador
Augusto Pinochet Ugarte se sabe poco, como él dice “…fragmentos y versiones contradictorias leídas en la penumbra…” (pág.
11), para luego reafirmar lo dicho “Tampoco
sabemos con nitidez quién fueron los responsables y qué tanto del discurso
hasta ahora consensuado es cierto.” (ídem), estas dos frases nos llama
poderosamente la atención, porque sutilmente nos está dando a entender, que él
va a dar una versión más clara y categórica de lo ocurrido, que aún no se ha
dado, mostrando a los responsables, las acciones y consecuencias del golpe de
estado y el gobierno militar. Está tejiendo una red dialéctica de afirmaciones,
ya que por un lado es un mero relato emocional y por otro, es una exposición
solida histórica, como dije debemos estar en guardia.
Fuera de esto, nos deja anonadado que Baradit
exprese que sobre la dictadura solo exista pinceladas, miradas, que no han
podido explicar los hechos, ya que si nos tomamos la molestia de investigar la
bibliografía dedicada a este periodo, nos encontramos con una sorpresa, que nos
llega a estremecer, junto con el periodo de la Independencia y la guerra civil
de 1891, es el tema de nuestra historia que se le ha dedicado más trabajos de
investigación, publicación de libros, memorias, artículos y ensayos, por tanto,
cuando nuestro No – historiador se refiere a unas cuantas frases, debemos
suponer que es un juego retórico para impactar al lector desprevenido, ha ese
que lee “El Código Da Vinci” y cree que es real la novela, pero en honor de la
verdad sobre el periodo señalado existe una verdadera avalanchas de
investigaciones que nos permiten una muy buena contrastación de fuentes y un
discurso más amplio del tema en cuestión .
Ahora bien, nuestro Jorge durante sus primeras
palabras nos desea hacer creer que este libro será, un texto que busca
desentrañar la verdad, pero luego, nos habla maravillas de la persona y
gobierno de Salvador Allende G. no realiza ningún cuestionamiento digno de
tener en cuenta hacia la izquierda chilena, más bien nos presenta su gobierno
con tonos rosas “…soño con un Chile más igualitario…” (p 13), para luego lanzarse
en contra de la dictadura, como un perro de presa “… fue mucho más que solo una toma ilegitima del
poder por parte de los militares. Fue una verdadera lucha de clases donde la
elite de nuestro país sembró el terror acusando a Allende de querer instalar
una dictadura proletaria…” (p 12). Creo que nadie en este momento puede
defender el gobierno militar, por miles de motivos, pero si se va a realizar un
trabajo de historia lo menos que se puede esperar es un poco, solo un poco de
objetividad, al menos que el libro sea una apología y por tanto, una defensa a
ultranza y sin sentido racional de un gobierno, una figura, un periodo, como
parece ser el caso.
Capitulo Primero
<<Antes>>.
Como afirmamos anteriormente, el libro en su primer
capítulo resalta la llegada al poder de Allende como un acontecimiento
fabuloso, tan grande como la llegada del Mesías o algo parecido “Es 1969, el país completo está en vilo.
Eran tiempos sorprendentes…” (pág. 17), haciendo hincapié que su familia,
particularmente su abuelo, hombre del “pueblo” como es descrito, era uno de
estos soñadores que amaba al desaparecido presidente socialista, “Dentro
del marco resaltaba una fotografía de Salvador Allende” (pág. 18). Ya no
nos puede quedar ninguna duda, de ahora en adelante estamos frente a una
apología redentorista, por tanto, es claro que los dichos y hechos presentados
serán retorcidos o cambiados para que se ajuste a esta visión.
En esta misma línea argumentativa, el
golpe de estado nos lo presenta como la culminación de un plan mayor, que no
responde solo a la crisis del gobierno de la Unidad Popular, sino que a una
construcción maquiavélica llevada a cabo con siniestra furia por las fuerzas
armadas y el gran “satán” Estados Unidos, quien es el verdadero artífice del
golpe “Esto se trataba de acción concertada de Estados Unidos y la élite
chilena para mantener el control político” (pág. 19), como se podrá dar cuenta el lector, Jorge simplemente se
está haciendo eco de una verdad ya sabida durante el mismo gobierno de la
Unidad Popular, y que es la intervención de la potencia americana, cosa
estudiada y re – estudiada, la diferencia, que además agrega que solo fue la élite chilena, que Jorge la comprende como los empresarios, la que estuvo
detrás del golpe, pero esa reducción simplificada de los hechos deja a grandes
masa de la clase media y estratos
populares (democracia cristiana y radicales) que estaban en contra del gobierno
de Allende, pero también, deja un grupo significativo de empresarios y clase
media que si apoyaban las políticas socialistas, lo que esgrime Baradit como
hipótesis es afirmar que un grupo de bellacos destruyo a millones, esta idea es
más que dialéctica, es absolutamente maniquea, dignas de la farándula actual,
pero incapaz de responder a problemáticas más complejas de la política interior
chilena de esa época, por tanto Jorge está haciendo exactamente lo mismo de lo
que acusa a la historia de ese periodo “…es una manipulación grosera de los
acontecimiento”, como nuestro autor acusa a la “historia oficial” ( p 18).
Continuando con la apología sobre el
presidente Salvador Allende, en el capítulo se nos afirma que esté gano por
mayoría la elección, evitando a toda costa decir la verdad de los hechos y es
que el primer presidente socialista chileno obtuvo una mayoría “relativa” del
36, 30%, seguido por su contendiente más cercano Jorge Alessandri con el 34,
98% de los votos, por tanto, Allende solo superaba al candidato de derecha por
menos del 1, 5 %, esto legalmente no le permitía acceder a la primera
magistratura, ya que en situaciones como esta, en donde ningún candidato lograba
la mayoría, la Constitución de 1925 decía que era el Congreso en pleno que
debía resolver entre las dos primeras mayorías relativas. Luego Baradit
distorsionando la verdad jurídica, nos quiere hacer creer que el Congreso
ratificaba como mera rutina al candidato que obtuviera cualquier tipo de mayoría
“…debía esperar a que el Congreso lo
ratificara como era de costumbre…” (pág. 30). Otro punto falso, es afirmar
que Jorge Alessandri fue ratificado por ser de derecha y estar apoyado por la
“élite” empresarial, como nos insinúa nuestro autor, el hecho es que el
candidato independiente de derecha obtuvo una mayoría relativa por sobre
Allende de 30.000 votos, el Congreso lo ratifico dentro de las dos mayorías
relativas.
Tampoco se hace parte este capítulo,
que el apoyo del partido Demócrata Cristiano hacia el candidato de la UP, fue
después de intensas negociaciones entre sus respectivos representantes, lo que
se tradujo en que Salvador Allende aceptara un <<Estatuto de garantías democráticas>> y no como nos dice
nuestro diseñador, que la Democracia Cristiana apoyo al candidato socialista,
por tener un plan más revolucionario aun que esté, vale decir, el programa de
Radomiro Tomic, que en líneas generales era cierto.
|
Nathaniel Davis |
El capítulo continua con
divagaciones sobre el gran complot en contra de Salvador Allende, incluso,
inventa una organización denominada la “Derecha Internacional”, que estaría
compuesta por empresarios, banqueros y el gobierno de Estados Unidos, como se
podrá apreciar, una verdadera organización del mal, recreando en parte sus ya
famosas teorías del complot, tan del gusto de las personas de hoy en día, pero
que hay de cierto, muy poco, en primer lugar el gobierno de Nixon estaba en
contra del gobierno de la Unidad Popular, basta leer las memorias de Henry
Kissinger (The White House Years y Years
of Upheaval.) para eso, o el texto de Nathaniel Davis ex – embajador de
EE.UU en Chile (The Last Two Years of
Salvador Allende), cosa que Jorge NO hizo, ya que no aparece ninguno de
estos libros fundamentales para conocer
las políticas norteamericanas de la época en su muy escueta bibliografía, esta
falta de rigurosidad investigativa, hace que omita o ignore, para el caso es lo
mismo, que amplio sectores del partido Demócrata norteamericano veían con
simpatía las ideas de Allende, las que en el papel eran mesuradas y de reforma
social, entre los partidarios más destacados tenemos al congresista Ted Kennedy,
además de poderosos sindicatos, como los del trasporte. Por tanto, la
simplificación de los hechos es grotesca y nubla la realidad política de la
época, creando la idea que el presidente Nixon representaba globalmente la
postura de todo el espectro político del país del norte, podemos inferir que
parte de este error radica en que Jorge copia la tesis de la bien galardonada
periodista Mónica González y su libro <<La
Conjura. Los mil un días del golpe>>, el que en un estilo de crónica
va construyendo el rompe cabeza del golpe de estado, demostrando que en este tipo
de movimientos no siempre ganan los más inteligentes, sino los mas avilés, cosa
que queda reflejado en un mediocre general Augusto Pinochet llegando al poder.
Si bien, el libro de Mónica ésta bien documentado y apunta con su tesis hacia
solo el plano de esta conjura militar, con argumentos que se sostienen en una
rica bibliografía, no es el caso de la copia de Baradit, que toma prestada la
mayoría de las ideas de esta periodista, para luego solo recrearlas, no
haciendo ninguna contrastación de fuentes o tomando nuevas información, eso
hace que tome un solo parámetro de análisis y no logre ampliar su abanico, que
para este tema es realmente fundamental y termina realizando una
simplificación grotesca.
Durante el resto del capítulo la
figura de Salvador Allende es expuesta con tintes de un héroe épico, una extraña mezcla de El Quijote,
Sancho Panza y el Chavo del 8, “demócrata”, bien intencionado, sin defectos y
perfectas ideas, sobrepasado por una derecha violenta, y una izquierda
extremista, a excepción del partido comunista que es puesto como el más leal y
obediente al presidente, será que Baradit fue miembro de este conglomerado. Es
una verdadera caricatura panfletaria de la figura de un hombre que tenía
verdaderas convicciones marxistas, habla Jorge sobre la intervención de EE.UU y
su guerra económica hacia la UP, pero nada dice de la intervención cubana (como
la entrega de armas para el GAP y el MIR, aunque uno de sus dirigentes lo
nieguen, como es el caso de Andrés Pascal), tampoco hace referencia a la larga,
pero larga visita de Fidel Castro a Chile, que termino por ser una gira
incendiaria por todo el país y fue de
muy poca ayuda para el gobierno, dicho sea de paso. Tampoco se refiere a la injerencia
URSS, aún más, nos hace creer que el presidente socialista se vio obligado a un
acercamiento hacia la Unión Soviética, debido exclusivamente a que Estados
Unidos le negó prestamos, la pregunta es ¿EE.UU estaba obligado a prestar
dinero a un régimen que no era de su agrado, ya que lo tildaba continuamente de
intervencionista e imperialista?, parece que la respuesta es obvia <<NO>>.
Luego afirma que el viaje de Salvador Allende a la URSS fue infructífero y que
esta potencia lo abandono, siguiendo la tesis del partido socialista, lo que
tampoco es real, ya que si bien no obtuvo la ayuda que esperaba, un préstamo de
doscientos millones de dólares, si logro uno por ochenta millones de dólares,
como nos dice Luis Corvalán, secretario general del partido comunista de Chile
por aquella época en sus libros: “El
gobierno de Salvador Allende” y “De lo vivido y lo
peleado” (Memorias),
lo que nos parece curioso, es que Baradit cite en su biografía el primero de
estos libros, pero no haga ninguna mención al tema del préstamo y el apoyo de
la Unión Soviética al régimen de la Unidad Popular, es por qué lo omitió, para
presentar un Salvador Allende solo contra el mundo, un héroe luchando una
cruzada por el pueblo, o solo se le olvido, también hay una tercera
alternativa, no lo leyó.
Habla del extremismo de la izquierda suavizando
lo más posible su actuar, por ejemplo, cuando se refiere al asesinato de Edmundo
Pérez Zujovic, muerto alevosamente por un grupo terrorista denominado VOP (Vanguardia
Organizada del Pueblo), frente a su casa y en presencia de su hija, Baradit nos
dice: “El ajusticiamiento
(utilizando un terminó legal de ejecución) fue
por su responsabilidad en una matanza de pobladores (10 personas murieron a
manos de la policía, por un acto de resistencia a un desalojo, ya que se habían
tomado unos terrenos, fueron incitado a no desalojar por el diputado socialista
Luis Espínoza, el cual no aparece nombrado por ninguna parte en el libro) en
Puerto Montt durante el gobierno de Frei” (pág. 41), deja en claro, como se
puede apreciar en la cita, que el ministro del Interior era culpable de la
matanza, cosa que no fue así, ya que la orden de desalojo emanó de una
autoridad provincial, la cual está demostrado que no realizó ninguna consulta al
ministro, pero Pérez Zujovic, por una cuestión de honor y respeto a su en vestidura, asumió toda la
responsabilidad de lo sucedido, como quedo clarificada en la investigación, a
pesar de esto los partidos de izquierda lo siguieron acusando y el cantautor
Víctor Jara le compuso una canción, con esto avivo los fuegos en su contra, los
que terminaron con su asesinato a sangre fría en 1971, claro que esta parte de
la historia Jorge tuvo un lapsus de amnesia y no la menciona, más también,
olvido la ineficiente búsqueda de los responsables, que terminaron asesinados
en un “confuso incidente”, que además, los autores intelectuales nunca fueran
descubiertos, porque todo apunta a que eran miembros del aparato de gobierno y el “Chicho” como cariñosamente le dice
Baradit, no solo negaba la autoría de este crimen a elementos de izquierda o
jóvenes idealistas, si no que acusaba a
la ultraderecha de haberlo perpetrado, nuestro diseñador, por cierto destaca que el VOP estaba fuera de la
Unidad Popular y realiza un ejercicio de hermético silencio.
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Asesinato de Pérez Zujovic |
Otro punto controversial del texto es la acusación
al partido socialista de ser soñador y demagogo, sobre todo a la figura de su
secretario general, el senador Carlos Altamirano, a quien expone como la de un
hombre que es incorregible y que ve al gobierno como el primer peldaño hacia la
toma del poder total, es curioso este punto, ya que Baradit dice haber leído el
libro de Gabriel Salazar «Conversaciones con Carlos Altamirano»,
pero en este texto queda bien claro el papel segundario que tuvo esté en el
gobierno de Allende, sobre dimensionado por una derecha deseosa de tener
culpables, Salazar dice: “La tesis de
que Altamirano provocó el golpe es una estupidez”. A este mismo respecto
las “Memorias de Carlos Altamirano”,
que Baradit tampoco ha leído, por lo visto, son bastante honesta en general, ya
que expone sus errores y su implicancia en la caída del gobierno de la unidad
popular, pero deja en claro, que si bien su participación fue importante, no es
menos cierto que el presidente Allende tomaba sus propias decisiones, ya que no
era un niño pequeño y dócil, como parece dejar en el aire nuestro diseñador,
absorbiendo de cualquier responsabilidad a su persona.
Cuando el capítulo entra en el periodo de las
marchas en favor y en contra del régimen, nuestro diseñador, hace una sentida
exposición de los elementos sociales que apoyaban al régimen, nos dice: “Los trabajadores, los más sencillos, los
partidarios de la up salían a manifestar su apoyo al gobierno y los
enfrentamientos callejeros con fuerzas paramilitares de derecha, como Patria y
Libertad o el comando Rolando Matus comenzaron a hacerse habituales” (pág.
49), pero no todos los partidarios de Allende eran sencillos y pobres
trabajadores, que deseaban soñar con justicia, también estaban las fuerzas de
choque, integradas por los grupos más radicales y violento de los partidos de
Izquierda, como los comando Ramona Parra, dirigidas por la sección militar de
los partidos de la Unidad Popular, que eran también paramilitares, claro ésta
que estos no aparecen en el capítulo, pueden enlodar el cuento de hadas, que
Jorge nos desea hacer creer.
El capítulo llega por fin a su término, con los
tormentosos meses previos al golpe de estado, Jorge en estas páginas no pierde
momento para desacreditar y retorcer hechos, en primer lugar afirma que “El gobierno dudaba de la Armada, la rama
más conservadora y católica de las cuatro…” (pág. 50), la verdad es que la
armada se ha destacado siempre por tener ambas características, pero Jorge
desea que estas aparezcan como malas,
sobre todo la de ser católica, como si pertenecer a esta religión sea
censurable o sinónimo de reaccionario, para que Jorge recuerde, buena parte de
los religiosos de esa época eran seguidores de la teología de la liberación,
además muy inclinados a la izquierda y a los cambios sociales, muchos de ellos
dieron su apoyo a Salvador Allende, como
es el caso de la izquierda cristiana y el MAPU. Luego continua diciendo “…Allende no quiso crear cuadros armados
gubernamentales” (pág. 51), pero Jorge, si los creo, los GAP, incluso fue
él quien los nombro así, cuando periodista le inquirieron sobre esos hombres
armados extralegales que lo seguían (recordemos que la seguridad del presidente
recaía en los hombros de la policía de investigaciones y carabineros de Chile),
él dijo: “son amigos personales”, además apoyo la creación de elementos de
choque y fuerzas paramilitares de izquierda, recordemos que durante una comida
con su sobrino Pascal, el presidente le regalo un arma y le dijo “yo no creo en
la vía armada, pero tu si, para que seas consecuente…”, por tanto de que habla
Jorge
Al referirse al episodio conocido como
“Tanquetazo”, o primer intento de golpe, realizado por el coronel Roberto
Souper, solo hace un recorrido novelesco por los acontecimiento, en ningún caso
un análisis más profundo, como que este movimiento era patrocinado por las
fuerzas de ultraderecha, que en líneas generales perdieron su momento, por ser
impulsivas y que en el segundo golpe su actuar será segundario y finalmente
corrida por el pie, por la Junta Militar, para esto solo se deben leer las
memorias de Miguel Serrano, las entrevistas al abogado Pablo Rodriguez Grez o
Roberto Thieme, miembros de Patria y Libertad.
Al referirse a la muerte del edecán Arturo
Araya, alevosamente asesinado por un grupo de la ultraderecha, Baradit,
nuevamente es incapaz de realizar una lectura analítica del tema, otra vez
noveliza los hechos, hasta volverlos irreconocibles, como afirmar “La escena de Salvador Allende subido sobre
el edecán haciéndole masajes cardiacos con las manos ensagrentadas paraba los
pelos” (pág 54), pero si bien la escena es emotiva, no es real, ya que el
comandante Araya fue baleado en la puerta de su casa y Salvador Allende sostenía
en ese momento una junta con sus ministros y su amigo Gabriel Valdés, quien
relata la escena en sus memorias, luego Baradit afirma que este episodio
sangriento le permitió a José Toribio Merino subir al cargo de vicealmirante,
pero no explica en ningún momento el porqué de esta afirmación, aparentemente nuestro
diseñador saca esta idea del libro “La
Conjura”, pero es incapaz de explicarla en forma satisfactoria.
Siguiendo con los últimos meses de la UP,
nuestro autor declara que; “…sin tener
atribuciones para ello, declararon inconstitucional al gobierno de Salvador
Allende –cuestión que solo podía hacer el Tribunal Constitucional –“ (pág. 58),
para la mayor información de don Jorge, el Congreso tiene la potestad legal
según la Constitución de 1925 de declarar a un presidente fuera de la ley, el
caso es que la oposición en el mes de Agosto de 1973 no tenía la cantidad de
votos suficientes que se requiere para tal efecto, y por este motivo, no se
puede considerar a Salvador Allende depuesto, solo sirvió como un acto
simbólico. En otro apartado del capítulo nos afirma nuestro aguerrido diseñador
que “…No sabían que los de uniforme
venían con un proyecto refundacional y muy violento.” (pág. 60), es curiosa
esta afirmación sobre los militares, ya que todos los análisis y publicaciones,
que no sean un panfleto del gobierno de Pinochet, demuestran todo lo contrario,
que NO tenían un proyecto claro, que navegaron por las aguas de los ultra
liberales en economía y los conservadores de derecha, que el proyecto se fue
dando y termino siendo el sello del régimen militar.
El resto del capítulo son los entretelones
novelizados del día 11 de septiembre, copiando partes del libro “La Conjura”,
condimentado con algunas ideas de la Alejandra Matus y su libro “Doña Lucia”,
para decirnos que Pinochet no estaba a cargo del golpe, que después se unió a
este, luego trascribe completamente el último discurso de Allende y termina con
el combate del Palacio de la Moneda, tejiéndolo con comentarios sobre la desorganización
de los grupos de izquierda, de su incapacidad de reacción, de cómo su heroico
padre quiso presentarse en el campo de batalla, para terminar con la muerte de Salvador Allende. Por su puesto, los puntos más importantes de la valentía del
presidente se los salto olímpicamente, confundió algunos hechos, como dice que
la “Payita” se escondió para no salir junto a las demás mujeres, cosa que la
misma secretaria de Allende a desmentido, se escondió y luego no escucho la
orden de evacuación. El capítulo es realmente muy malo, pero como dije no
esperábamos mucho tan poco.
Que cosas se le olvidó mencionar en este
apartado a Jorge sobre el Presidente Salvador Allende G. y su gobierno. En
primer lugar y lanzando ideas al aire, que hacía mucho tiempo, que esté se
había vuelto un marxista convencido, si al principio de su carrera, se veía a sí
mismo como un social –demócrata, después de la revolución cubana, ya no lo era
más, y creía que la democracia era un instrumento para imponer la dictadura del
proletariado por medios no violentos. Recordemos que el partido socialista
durante el congreso de Chillan de 1967, reniega del sistema democrático burgués
y dice que la única vía correcta es la toma del poder como objetivo estratégico
para instauran un gobierno revolucionario de carácter marxista leninista, por
tanto, la violencia revolucionaria es necesaria y legitima como única forma
para llegar al poder. No debo aclarar, que cuando me refiero al Partido
Socialista, también estoy incluyendo en sus principios revolucionarios al que
ha sido hasta ese momento diputado, senador y tres veces candidato a la
presidencia de Chile, Salvador Allende, quien participo y estuvo de acuerdo en
esta nueva visión de su conglomerado.
Durante los tres años de gobierno de
Salvador Allende, el estado de derecho fue continuamente superado, por acciones
por parte del gobierno que no se encuadraban en la legitimidad del sistema, por
ejemplo, los fallos de los tribunales de la república, no se respetaban, ni se
hacían cumplir por las autoridades del ejecutivo. Allende jugo con las instituciones, decretos
que eran rechazados por la contraloría de la república, por ser inconstitucionales
a todas luces, el presidente mediante decretos de insistencia los imponía,
haciendo de la excepción, la norma. Las industrias y las empresas eran tomadas
por partidarios y miembros del gobierno, utilizando una vieja y empolvada ley,
promulgada por una dictadura, aplicada en forma deshonesta, que causaba
resentimiento entre los propietarios.
También olvido Baradit que fue
Allende el que llamo a los militares al poder, nombrándolos como ministros,
todo con la intensión de poder manejar la crisis de los camioneros y las
protestas en contra de su mala gestión, la pregunta es, cómo es posible que se
cumpla la norma de que las fuerzas armadas no son deliberantes, cuando el
comandante en jefe del ejército, el general Prat era nombrado ministro del
Interior, o sea, nada menos que el jefe político del gobierno, una
contradicción absoluta.
Allende gustaba de los grupos
armados ilegalmente, creo una guardia pretoriana de guardaespaldas,
cariñosamente bautizados como los GAP, que estuvieron compuestos en sus inicios
por personas afiliadas a grupos terroristas como el MIR para luego solo ser integrada por jóvenes
militantes del partido socialista, que habían recibido una refinada educación
en Cuba y Corea del Norte, en espionaje y contra espionaje. Que no hizo nada
para detener a los grupos violentistas como el MIR, el comandante Pepe, las
fuerzas de choque Ramona Parra, entre otro abanico de subversivos. Todas esas
cosas y más son las que olvido nuestro
maestro del cuento, Baradit.
Pero también se le olvido decir que
Allende era un hombre de convicciones, un hombre con grandes cualidades
humanas, de una línea clara, sin espejismos, sin ambigüedades, de una entereza
que pocos estadistas han tenido, solo puedo pensar en este momento en José
Manuel Balmaceda, nadie puede negar el gran valor que tuvo el día 11 de
septiembre de 1973, el cual me causa un verdadero escalofrío por las venas, fue
un presidente de tomo y lomo, eso es innegable, que creía en lo más profundo de
su ser en su gran envestidura que tenía, dio quizás uno de los más grandes
discursos que se pueden dar en situaciones como esa, poético, caballeresco, sin
lugar a dudas, fue todo lo que se esperaba que fuera.
El gran pecado de Jorge Baradit, es
caricaturizar a la persona de Allende, quitarle todo lo humano, o sea sus
virtudes y decadencias, para dejarnos un personaje de tira cómica, sin vida,
sin pasión, todo con el interés de ser un hombre de izquierda que defiende el
legado de Salvador Allende, la pregunta es cuál, ya que Jorge es el producto
máximo de la sociedad individualista, consumista y neoliberal dejada por el
gobierno militar. Es un punto interesante que debemos pensar y debatir.