UN
APROXIMACIÓN AL ENSAYO: "Philip K. Dick, un visionario entre
charlatanes"
Hace aproximadamente unas cuatro décadas, el irreverente e incisivo escritor polaco Stanislaw Lem escribió un ensayo que sacó ronchas y que a la postre sería la piedra angular de su expulsión como miembro honorario de la Sociedad de Escritores de Ciencia Ficción y Fantasia de Estados Unidos, honor que poco le importó perder dicho sea de paso. Creo pensar que cuando Stanislaw escribió este reflexivo ensayo que títuló "Philip K. Dick, un visionario entre charlatanes", más que realizar un análisis de una obra en particular del escritor norteamericano llamada Ubik, la cual Stanislaw consideraba una de las mejores en el género de aproximación y que incluso tradujo al polaco, lo que realmente deseaba colocar en la palestra para ser debatido en forma seria era el irregular nivel intelectual mostrado tanto por los escritores como por las obras de aproximación, fantasía y thriller policiacos que existían por aquella época en el país del Norte y además cómo la industria de las editoriales era responsable de esta devastación impune de este subgénero literario en post de motivaciones egoístas y muy lucrativas que se sostienen en esa vieja y pervertida ley de la oferta y la demanda, que es en la practica la raíz del problema. Este descarnado panorama presentado hace ya largos años lejos de solucionarse se ha ido incrementando en forma geométrica hasta llegar a niveles escandalosos el día de hoy, de ahí que el texto de Stanislaw tenga ya características de profecía auto cumplida y sea totalmente vigente.
La
pregunta que se hizo Stanislaw y que muchos nos la hemos realizado más de
alguna vez: cómo es posible que, conviviendo en la misma casa literaria,
existan novelas tan profundas y reflexivas como “Solaris”, “1984”, “Un Mundo Feliz” y Ubik, solo por nombrar algunas, que poco o nada tienen que envidiar
a las grandes obras literarias, junto a operas espaciales, aventuras galáxicas,
robot felices o teléfonos asesinos, el escritor polaco debió pensar en ese
momento que la familia literaria de este subgénero tenía un verdadero y muy
serio problema de disfuncionalidad. Ahora, claro está, todo problema de
disfuncionalidad posee un origen o causa primera, que en este caso es el
consumismo de mercado sostenido en una población habida de escapar de la
pobreza de su vida rutinaria y la soledad espiritual. Se podría decir y
parafraseando al Papa Juan Pablo II: la tremenda soledad existencial producida
por un sistema de consumo esclavizante, lleno de deudas y compromisos a futuro
que ha logrado encadenar los objetivos últimos del hombre que son su trascendencia
y redención, los cuales se logran a través del camino del conocimiento, pero el
sistema alienante ha cambiado esto, por
un mero “vivir el día”, en
otras palabras, el hombre occidental ha perdido la felicidad de los sueños y
todo lo que le ha quedado es alimentar su bienestar y entretención, mientras
espera impávido la muerte (Sollicitudo
rei sociales; Philip K. Dick).
En
este panorama sombrío es en donde se destaca el accionar de las editoriales,
las cuales a diferencia de décadas pasadas en donde realizaban verdaderos
filtros de los libros que publicaban, colocando un énfasis especial en aquella
literatura reflexiva, critica y profunda, le han dado paso a la nueva
literatura, aquella que genéricamente la han denominado de “Best Seller”, o sea, la más vendida, por tanto el accionar con la
cual se mueven estas empresas es justamente masificar las ventas a gran escala,
lo que implica que deben hacerse cargo de ese mercado que solo desea
entretención, por lo que las editoriales han creado verdaderos grupos de “expertos” que trabajan para ellas,
para olfatear aquellos relatos que por diferentes circunstancias podrían
transformarse en un “Boom” comercial,
como este parece ser el único criterio a utilizar no se debe esperar gran
calidad en la narrativa en general y esto mismo ha hecho que los escritores
comprendiendo estas reglas explicita e implícita de las editoriales decidan de
buenas o malas ganas ajustare a los hechos consumados, realizando trabajos
mediocres pero entretenidos, aunque existen ciertas excepciones en esta regla.
Por
tanto hay un juego de retroalimentación entre las editoriales y la masa habida
de circo, es casi una relación diabólica en la cual las editoriales deseosas de
las superventas miran al público como un rebaño que solo desea consumir
historias livianas y por tanto realizan esfuerzos de “publicidad” para
convencer a esté con pequeñas cuotas de morbosidad y farándula, en muchos casos
creado totalmente en forma artificial. Mientras el público que ya no actúa como
individuo, sino como “masa” consumidora bajo el irónico concepto de ejercer un
derecho individual a <<escoger
libremente>>, sin darse cuenta de que ya escogieron por ellos, se
lanza frenéticamente al consumo que le permita la evasión, ese tan necesario
opio. Viendo este esquema desde lejos, algunos podrían considerar erróneamente
que los consumidores de estos textos son
personas con inteligencias más bien mediocres, pero esto no es tan efectivo,
mucho de ellos son individuos más que capaces intelectualmente, pero es la
<<rutina>> la que les ha adormecido esa capacidad innata en el ser
humano de crítica, incluso en un afán de auto justificación de sus lecturas más
de alguno a intelectualizado la banalidad que lee, estudiándola desde diversos
puntos de vista, solo se debe hacer un pequeño recorrido por la web para
demostrar este punto.
Ahora
bien Stanislaw no crítica en su ensayo la existencia de este tipo de narraciones,
muy por el contrario cree firmemente que su existencia se da por dinámicas
sociales que escapan a la fuerza de pocos, pero lo que le produce angustia y
rabia al mismo tiempo es que este tipo de narrativa se ha abierto camino de
manos de las empresas editoriales para penetrar en el santuario de la buena y
refinada literatura, y bajo el concepto de que son “éxito de ventas” sus mediocres narraciones puedan ser comparadas
con la literatura profunda, ese es el verdadero problema que nos presenta Stanislaw
cuando un escritor más bien básico en argumentos y desarrollo literario,
con estándares de léxico cotidiano se le
otorga el premio National Book Award
que ésta relacionado con todo lo contrario a lo que él realiza, es decir, que el escritor es un verdadero aporte a la
literatura y a la lengua inglesa, como muy bien dijo Harold
Bloom, profesor y decano de Yale al referirse al tema ¿cuál ha sido su
contribución?, esto es lo que se observa en el momento en que un escritor más
bien mediocre de libros de auto ayuda y espiritualidad de la “Nueva Era” es nombrado miembro del
ilustre grupo de la Sociedad de la lengua portuguesa en Brasil, es que estamos
en un muy serio problema.
Sería importante “rayar la cancha” como se dice en jerga
futbolística, y para adelantarnos a esos fanáticos lectores de autores “disfuncionales” que podrían
realizar verdaderas apologías de los libros que leen tildándolos con
parafernálicas y bizantinas palabras de “excelente”,
“arte”, “me lleno completamente”, “me
hizo sentir…”, entre otros tantos epitafios vacíos de contenidos, como las
narrativas que tanto leen e igualándolas a notables obras literarias como “Cien
Años de Soledad” o “El Reino de Este Mundo” sin ningún tipo de vergüenza
intelectual, muy por el contrario algunos de ellos son capaces de
descontextualizar frases de grandes escritores para apoyar sus pobres defensas,
todo en post de enaltecer a sus ídolos. Por lo tanto, una de las ideas más importantes
que podemos extraer del ensayo de Stanislaw es que él no realiza un ataque al
género de aproximación, fantasía y policial, más bien es una defensa de estos subgéneros
literarios, ya que en ningún momento los tilda de “menores” o “básicos”,
muy por el contrario, para él son simplemente un medio, un telón de fondo como
cualquier otro para lograr un fin superior que es la reflexión sobre temas trascendentes y existenciales en
el hombre, a este respecto podría citar verdaderas obras maestras de estos géneros que se me vienen a la mente como
“Crimen y Castigo”, “El Nombre de la Rosa”, “El Jardín de los senderos que se bifurcan”,
“Frankestain o el Prometeo de los
Tiempos Modernos” o “Solaris”,
la lista podría seguir extendiéndose casi al infinito, el tema es que estas
obras citadas no solo buscan la mera entretención, sino que tienen como
finalidad escarbar en verdaderos problemas laberinticos humanos, aquí se
encuentra el meollo del asunto “nadie en
su sano juicio se le ocurriría buscar la verdad sobre el crimen en las novelas
policiacas. Si alguien busca esa verdad, tendrá que fijarse en Crimen y
Castigo. Comparado con Agatha Christie, Dostoievsky es un tribunal de apelación
más elevado, pero nadie en su sano juicio condenaría por ello las historias de
la autora inglesa. Tienen derecho a ser consideradas las obras entretenidas que
son, y la misión que se autoimponga Dostoievsky no tienen nada que ver con
ellas.”
Un relato de entretención no es malo perse, como hemos
dicho antes, no tiene una carga artística, ni busca una finalidad superior,
simple y llanamente es <<entretención>>, para un lector aburrido de
los largos viajes en las megas ciudades después de estresantes horas de
trabajo, como no resultara evasivo entrar en el mundo de las conspiraciones
fáciles de deducir, de hecho no se deducen sino que se le entrega en una bandeja,
leer sobre el intelectual “Robert
Langdon” de la saga del escritor Dan Brown,
quien realiza una burda síntesis histórica en un solo capitulo,
desenterrando una verdad velada por siglo. Con respecto a esto último, para
avalar su relato conspirativo, debe decir que es un excelente medio de
relajación, pero no de reflexión, sería muy torpe creer los pobres argumentos
del libro y darlos por un hecho real, estaríamos en frente no solo de un lector
pobre en ideas, sino que además esquizofrénico, pero esto no sería la culpa de
Dan, puesto que el libro nunca busco este punto en particular.
En este momento los detractores de Stanislaw podrían
realizar una pregunta de perogrullo ¿Cómo se podría saber cuándo una novela es
solo de entretención o es más que eso? Adelantándose a ese tipo de conjetura,
el escritor polaco nos habla del método comparativo. Para poder utilizar este
sistema, en primer lugar, el lector no se debe llevar por el “mero gusto” o “el impacto que causó en un plano afectivo de su vida”, eso es un argumento
muy común, pero tremendamente subjetivo y que no sirve para un estudio serio de
un relato, algunas personas pobres en
ideas y que buscan trascendencia fácil utilizan su poco desarrollado criterio
intelectual como medida de todas las cosas, obviamente se escudan bajo el imperativo
de ejercer su derecho de libertad, y si bien es cierto que cada persona tiene
derecho a elegir “algo” que en este caso es leer, no es menos cierto que los
argumentos a utilizar no pueden ser “bonito”, “impresionante” o “genial”,
porque si bien estas palabras encierran un significado, no son en sí mismas una
definición de porqué un texto es profundo en particular. Por lo tanto, desechando “los sentimientos”,
podemos comparar una narración con otra, por ejemplo, Agatha Christie es quizás una de las más
amenas escritoras del género policial inglés, en sus libros nos propone
acertijos que resolver, siempre en un ambiente muy victoriano, pero si comparo
sus obras con las de su coterráneo Chesterton relacionadas con el sacerdote -
detective Brown, las obras de la señora Christie son más bien un entretenido
relato, ya que Chesterton utilizando los elementos fundamentales de la
filosofía escolástica para construir en apariencia sus simples historias de
problemas policiacos. Bajo este parámetro de las comparaciones, podría
dilucidar motivaciones profundas en una obra con amenos relatos y de esta
manera el criterio del lector se profundizaría más, pero también cabe el riesgo
de que el lector solo esté habituado a relatos de entretención y sea incapaz de
poder palpar la complejidad literaria, dado que ese punto está atrofiado en su
persona.
En un
tiempo que parece que el criterio subjetivo ha ganado la partida, aún quedan
personas que pueden levantar la bandera de la lucha por una literatura seria y
que no sea avasallada por unas editoriales habidas de beneficios y una
población lectora pobre en criterio narrativo. El papel de los escritores es
crucial y quizás determinante para exponer crudamente su trabajo como un “divertimento” y nada más, el caso de
King debería ser imitado por todos estos escritores, porque ha demostrado tener
honestidad a pesar de sus pingues ganancias, ser socio de editoriales e incluso
con su propia productora de películas siempre ha dicho ser un escritor de
entretención, que no busquen más que eso, porque no lo encontrarán, para eso
lean otro tipo de libros. La lucha por contrarrestar la poderosa arremetida de
las editoriales por posesionar sus escritores y libros como “serios” es
impresionantemente fuerte y no escatiman recursos para criticar a todos los que
se les oponen, no aceptando el concepto que ellos tanto predican, es decir, “el derecho de expresión”, muestra de esto
es el mismo Stanislaw que fue expulsado de la Sociedad de escritores de ciencia
ficción y fantasía solo por ejercer ese derecho que tanto la nación del Norte
ha predicado. La senda para reconocer las narraciones entretenida de la
literatura seria está marcada, lo importante es seguirla, porque si esto
continua como está, pronto solo existirán novelas de divertimento y mediocres
escritores posesionándose de todos los premios importantes, no olvidemos que
algunos “escritores” propusieron a King para el premio Nobel, y dejando aún más
solo al hombre “occidental”, perdido en el laberinto que construyo piedra a
piedra.
Mi estimado, me gustó mucho tu post sobre Lem y su ensayo "Un visionario entre charlatanes". Es totalmente aplicable a un estudio de la lamentable situación actual de la literatura de consumo, en general. Y para ser más amplios aún, y quizá equilibrados, tanto para la SF como para la literatura mainstream de consumo, pienso que se puede aplicar la llamada Ley de Sturgeon (por el escritor norteamericano Theodore Sturgeon) que señala “El noventa por ciento de todo es basura”. Derivado de una cita del escritor de ciencia ficción Theodore Sturgeon, que una vez dijo, “sin duda, el 90% de la ciencia ficción es mierda. Eso es porque el 90% de todo es mierda".
ResponderBorrarAsí de claro, no?
Que honesto lo de Stephen King, me reconcilia con él como persona... lo terrible son sus fans duros, que lo elogian hasta la verguenza ajena, en blogs llenos de panegíricos delirantes y elogios bizarros!!! Pero ahi también hay que tratar de analizar la cuestión, aunque sea un poco, y aquí cito a un amigo mío y el comentario que dejó en un blog a propósito de otra cosa, pero que bien se puede usar aquí:
"Lo otro es que ya estoy hasta la bandera de opinólogos de blog. Cero investigación, cero estructura, solo opiniones, encima con una cara de como si estuvieran escribiendo en el NY times, y la verdad es que no los lee nadie. Cero aporte y lo que es peor, flaco favor hacen a la credibilidad de lo que se escribe en la red. Para contar lo que te gusta o lo que no... mejor te montas un foro...y ahí ya te despachas a gusto"
¡Así de claro!!!
Bueno mi amigo, un gusto leer tus textos.
Y termino con una crítica constructiva, debes cuidar más las formas y evitar errores como "Cheterton", "perce" o "Novel".
Un abrazo!!
Disculpa Miguel por no haberte respondido antes pero sufrí un percance con internet, tu comentario esta muy acertado y en la línea del ensayo de Stanislaw, es comprensible que la literatura ha sido invadida por la narrativa de entreteneción y la esta destruyendo, la situación es complicada por que cada día los escritores con talento cae en la mediocridad por la necesidad y las políticas editoriales muy fuertes que hay, me alegro que hayas disfrutado con el texto
ResponderBorrarNo se si el artículo es optimista o ingenuo, ya que después de un largo día de trabajo, la gente común, no va leyendo a Dan Brown o Stephen King; van metidos en sus tablets, viendo el último video del mono que aprende a andar en patines.
ResponderBorrarRodrigo
ResponderBorrarCreó que esa realidad es peor aun, pero los que leen están haciendo este tipo de lectura, probablemente el gran problema sea que la literatura deba competir con ese tipo de videos.
Rodrigo
ResponderBorrarCreó que esa realidad es peor aun, pero los que leen están haciendo este tipo de lectura, probablemente el gran problema sea que la literatura deba competir con ese tipo de videos.
Es el problema de la actual cultura de la entretención. Un libro debe competir en atención con el último implante de silicona de la modelo o las reacciones después del superclásico..
ResponderBorrarMenos ayuda que se considera cada vez más válido usar la emoción como argumento, para contrarrestar la aridez del razonamiento lógico... Además del vox populi vox dei, que como diría Goebbles, por repetición convierte en verdad cualquier cosa...
Lo que comenta Lew es corolario de algo más profundo que citaste de otro polaco, Juan Pablo II
Saludos
Así es querido amigo, la situación que nos presenta Lew es terrible, cuarenta años más tarde se ha vuelto insostenible y preocupante totalmente, parece que uno debiera comprarse una isla y refugiarte en ella.
ResponderBorrarLem, no Lew... Se me dio vuelta la letra... :P
ResponderBorrarPor otro lado, respecto al uso de la emoción o la popularidad como argumentos, ¿que tal el Nobel de literatura a Bob Dylan?. Una crítica que leí decía que en el fondo la academia sueca se premió a sí misma, porque ellos en sus tiempos de juventud vacilaban con las canciones de dicho cantante. Es como si le dieran el premio nacional de literatura a Jorge González por sus letras de Los Prisioneros durante la dictadura.
Aunque sinceramente, no me atrevo a juzgar eventual talento literario o no que tengan las canciones...