EN LAS ARENAS DE ARRAKIS

jueves, 9 de noviembre de 2017

Kazuo Ishiguro: Sorprendido por el Premio Nobel 2017








Kazuo Ishiguro:
Sorprendido por el Premio Nobel 2017

La amistad es un puente que une
A través del tiempo y el espacio
Agradezco a mi querido
Amigo Rodrigo Salinas 
Tantos momentos juntos 

El nuevo premio nobel de literatura Kazuo Ishiguro no debería ser una sorpresa para nadie, es un escrito que lleva décadas entregándonos excelente literatura. Con un estilo refinado y elegante construye los más complejos acertijos narrativos que se sostienen en una idea central que se va debelando paso a paso en el relato, logrando a través de una atmosfera sugerente la conclusión de su historia, es un narrador que no necesita ni los excesos, ni imágenes dantescas detalladas, ni tampoco un lenguaje vulgar para lograr penetran en la inmensidad del hombre como un ser cósmico y complejo.
Kazuo tiene todo lo que se requiere para ser un extraordinario escritor, cultura, intelectualidad, tradición, conocimiento del espíritu humano y su problemática, y por sobre todo, un talento narrativo excepcional que ha dado como fruto una serie de buenos libros, por tanto no es sorpresa que fuera galardonado con uno de los premios más destacados de la literatura universal, la sorpresa  hubiese sido que no lo obtuviera, como ha pasado con otros escritores como es el caso de Kafka o Borges. La academia sueca este año acertó con él galardonado sin lugar a dudas y de esta manera no tuvimos que lamentar otra locura de los especialistas que bajo criterios desconocidos, pero sin lugar a dudas no literarios, le han dado el premio a personajes como Winston Churchill o Bob Dylan haciéndose realidad las proféticas palabras de Borges al decir que “los suecos tienen una extraña tradición nórdicas”  para entregar el Nobel de Literatura.
Como conocí a este escritor, es una historia muy personal de lector a narrador, fue a través de una película llamada “Lo que queda del día”, del director norteamericano James Ivory (1993), que fue magistralmente interpretada en los papeles protagónicos por los actores Anthony Hopkins (Señor Stevens) y Emma Thompson (Señora Kenton). Estuvo en cartelera hace ya unas décadas en el viejo y muy querido Cine Arte Normande, de grandes y hermosos recuerdo, esta sala de cine ésta enclavada en el casco antiguo de la ciudad de Santiago y para muchas  personas se trasformó en un verdadero faro de buen y verdadero séptimo arte en medio de la barbarie de películas entretenidas y muy comerciales de nuestras nuevas salas de exhibición  cinematográficas para el relajamiento mental y moral de los espectadores.

 Volviendo a la cinta en cuestión, fui ese día de verano con un querido amigo que le debo mucho de mi actual intelectualidad a ver esta película de sugerente título “Lo que queda del día”. De principio a fin la cinta fue una verdadera obra de arte, y utilizo este terminó desde lo más profundo de su significado estético y no como una simple forma retorica para avalar mi gusto personal. Como dijera el film estaba sostenido por una belleza de las formas, una extraordinaria actuación, pero por sobre todo por un relato que escarbaba en la naturaleza más profunda del hombre occidental del siglo XX, una problemática existencial de la vida, en esta sociedad de la rutina y el confort. Por tanto, solo puedo decir que la película es una verdadera sinfonía en todos los sentidos, visual, argumental, musical y actoral.
No recuerdo en este momento si hice algún comentario sobre el autor del libro en que se basaba la cinta, un tal Kazuo Ishiguro, un desconocido japonés para mí en ese momento, ya que me dejo anonadado con su capacidad para indagar en las fibras más profundas y sensible del espíritu puramente inglés. Con los años y ya conociendo parte de su obra supe que en realidad Kazuo tenía muy poco de japonés en lo cultural y todo de inglés, ya que desde los seis años vivía en Inglaterra y todos sus estudios los había realizado en aquel país del norte de Europa.
Ahora que lo pienso más profundamente, creo que no realice ningún comentario a mi buen amigo sobre el autor de la novela en que se basaba la película, pero si debo confesar que me enamore de este film y lo fui a ver un par de veces más ese verano, para luego comprar el DVD y así poder disfrutar del cuantas veces quisiera. Así pasaron algunos años, un día nuevamente de verano y paseando entre las pocas, pero buenas librerías de Santiago Centro, me quede por un momento paralizado cuando vi un libro en un estante con un título que me evocaba aquella magnífica película y este era “Los Restos del Día”, lo sostuve entre mis manos y lo estuve hojeando unos minutos, eso me basto para darme cuenta que se trataba de la novela en la que se había basado la película, por supuesto lo adquirí me lo lleve a casa y lo devore en menos de tres días, se debe tomar en cuenta que era la época veraniega y por tanto de vacaciones lo que me permitía leer cuanto quisiera y lo que quisiera a la hora que lo deseara.
 La novela estaba escrita magistralmente, el argumento se sostenía por sí mismo de principio a fin en la idea existencial de una lúcida  reflexión acerca de la vacuidad y esterilidad de tantas vidas humanas. El libro se iniciaba con una  dedicatoria a la memoria de mistress Leonore Marshall gran poeta norteamericana que Kazuo tenía cierta predilección literaria.   

El libro empezaba su relato en las memorias de un viejo mayordomo que había hecho del servicio en una gran mansión como lo era Darlington Hall, una virtud cardinal y fin último de su vida, de ahí que el servicio sea todo lo que comprende como la existencia, este mundo construido en una burbuja irreal se quiebra cuando el dueño lord Darlington fallece y esta es rematada al mejor postor por una familia que solo desea dejar el infame nombre de Darlington atrás, por sus vínculos con el régimen Nacional – Socialista germano. La mansión es comprada en julio de 1956 por un multimillonario empresario y político norteamericano, el señor Farraday que simboliza el quiebre de una vieja tradición estructurada en la perfección del servicio y la tradición inglesa decimonónica, por la visión practica y consumista de la vida lejos de las tradiciones nobles. El nuevo dueño desea dejar a punto su casa antes de la llegada de su familia desde los Estados Unidos, y para ello, invita al viejo mayordomo de apellido Stevens a solucionar el problema de la servidumbre y que además se tome unas vacaciones, acción que nunca ha realizado en su vida este último. De esta forma el protagonista el “señor Stevens” realiza un viaje fuera del mundo envolvente de la mansión Darlington, viaje que a la vez lo hará evocar su propia vida de servicio y errores que ha cometido en esta al negarse vivir la vida, para entregarse a la perfección de su trabajo, por tanto la novela está construida hábilmente en dos viajes simultaneo, uno físico y en tiempo presente, y un segundo viaje, al tiempo de la memoria y del pasado inexorable. Durante esta pequeña odisea que llevara algunos días realizarla a su protagonista, será a todas luces la última gesta de su vida “…lo que queda del día”. El mayordomo con esta acción veladamente desea torcer el destino que el mismo forjo paso a paso, trayendo de vuelta a la mujer que ahora reconoce como el amor de su vida y que dejo ir por aquel capricho de su visión de la existencia, la señora Kenton, la ama de llaves quien vive en un extremo del país, en la apacible y bella localidad costera Weymouth, con la cual inicia el recuerdo de los aciagos días cuando “… el mundo político y empresarial de Inglaterra iba a Darlington Hall”, cuando su señoría lord Darlington aún vivía y era un hombre respetado por todos, cuando aún existía ese romanticismo de la tradición y la perfección inglesa en todos los sentidos del término, tan cara en la literatura decimonónica popular como queda atestiguado en la novela “Orgullo y Perjuicio” de la escritora Jane Austen.

Durante este doble viaje que está enmarcado en una psiconarración y la retrospección de un pasado oscuro, el protagonista pasa las etapas de su vivencia amorosa con la señorita Kenton y las vicisitudes del servicio en la mansión de lord Darlington, hombre que es descrito con sentimientos contradictorios, ya que posee nobles gestos, pero que se oscurecen frente a las acciones viles y serviles frente a la política germana, sobre todo ideológica del nazismo al cual esta apoyando, esto se debe a que carga con el amargo sino de no haber cumplido una promesa a un viejo amigo alemán, que una vez terminada la conflagración de la Gran Guerra (Primera Guerra Mundial) beberían como buenos amigos un trago, pero que el odioso e injusto tratado de Versalles trunco toda posibilidad de un acercamiento entre las partes que lucharon en la conflagración del año 1914, el tratado que no dejo feliz a nadie, es la representación gráfica de la inercia – culpabilidad de las grandes potencias europeas como Inglaterra y Francia, que al no desear un nuevo conflicto dejaron que se expandiera la furia fascista germana de la mano de una política agresiva por parte de Hitler, quien era la encarnación de la locura irracional nacionalista radical, muchos hombres de buenos sentimientos y visiones románticas políticas como  lord Darlington no pudieron apreciar.  Lord Darlington es por tanto la encarnación de las ideas de políticos de la época como el Primer Ministro  Chamberlein y de una Europa sumida en el sopor de la dudas y la mantención de la paz a ultranza, que intentan por todos los medios detener la nueva tormenta de acero a la que el mundo se precipita por obra y gracia del fascismo germano, haciendo cosas inimaginables como la concesión de territorios y la aceptación de la entronización del régimen del terror y fanatizado del Tercer Reich, tema que el libro trata con magistral acierto, haciendo reflexionar al mayordomo de su culpabilidad también por no decir “NADA”, transformándose como muchas personas de la época en cómplices mudos de las atrocidades cometidas en nombre de la Paz.
Lord Darlington en la novela es manipulado por la política oscura germana, lo que lo lleva como muchos políticos ingleses a caer en las redes de Hitler y no siendo partidarios de este, a aceptar tácitamente sus acciones por un bien superior, quedando de esta manera como un colaboracionista de este régimen y por supuesto un verdadero “Chivo expiatorios” de una política Inglesa y Europea que fue mal realizada, que temía más a la barbarie comunista que a la barbarie fascista. El mayordomo Stevens se ve envuelto en este mundo de la alta política como un espectador de primera clase,  que considera esencial la discreción y la no intervención en nada, incluso considerando las acciones de su Lord como cosas que están más allá de su entendimiento, de esta suerte para él Darlington es casi un ser superior y por ello acepta sin problemas humillaciones y acciones que están en contra de sus sentimientos e ideas.
El mundo del señor Stevens está cerrado a la vida, ha destruido la esencia de su existencia o sea sus más puros y hermosos sentimientos como el amor, pero durante este viaje en busca de la antigua ama de llaves van nuevamente aflorando los sentimientos que humanizan al personaje, el primero de estos que aflora y que sostiene el protagonista como un pesado  morral, es el  arrepentimiento a una vida desperdiciada. De esta manera después de negar como judas el conocer y servir a Lord Darlington durante la primera parte de su viaje por sus conexiones con el fascismo germano, se percata que el primer paso para liberalizarse de ese pasado que lo abruma es enfrentarlo con la verdad, esto ocurre cuando un gentil médico de una pequeña localidad campestre conocedor muy bien de lo que se dice e informa de Lord Darlington lo ayuda con una “pana de bencina”. Frente a este médico, el señor Stevens  realiza un mea culpa y un juicio de valor muy honesto de un hombre noble que fue arrastrado al mal como muchos hombres de la época. Luego de reconocer su parte de culpa en los funestos hechos anteriores a la Segunda Guerra Mundial, el señor Stevens le anuncia al médico su oculto deseo de poder recuperar algo de su tiempo perdido llevándonos a recordar el pasaje del libro “Un Cuento de Navidad” de Charles Dickens cuando “Ebenezer Scrooge dice: …que Dios perdone el tiempo perdido…”, y al igual que el libro de Dickens en el mejor momento de su vida “la vejez”, de esta manera Kazuo Ishiguro logra sumergir al lector en lo que es su objetivo principal, desojando la casca dura y hermética de un ser humano y exponiendo sus sentimiento con pureza y fuerza, incluso aquello que están más escondidos y encerrados, como el amor,  de esta manera el descubrir se vuelve la fuerza básica y central de la historia, el señor Stevens es la encarnación de una vida compleja con muchos “pudo ser diferente” o “tal vez” para alcanzar un ideal que al final no llena al individuo habido de trascendencia y no de éxito profesional,  que en realidad es la pobre justificación de nuestro tiempo perdido inexorablemente y que ha destruido nuestra  existencia.


El libro de Kazuo Ishiguro por su temática es para meditar y disfrutar de una reflexión de nuestra propia existencia y de las acciones que realizamos en esta.
Nuestro autor sin duda es un brillante escritor que ha merecido el nobel por su amplia y prodigiosa biografía literaria, Este japonés que nació en la ciudad de Nagasaki por el año de 1954, pero que se trasladó junto con toda su familia a Inglaterra en 1960 y por tanto se convirtió en todo un inglés, que ha estudiado en la prestigiosa universidad de Kent y se doctoro en escritura creativa en la universidad de East Anglia y que en su vida a recibido los reconocimientos más importantes como ser nombrado Oficial de la Orden del Imperio Británico y Caballero de las Artes y las Letras por el gobierno francés. Su obra reconocida y conocida mundialmente ha obtenido una serie de premios como Winifred Holtby, Whitbread, Booker, Cheltenham y Novela Europea Casi­no de Santiago, no hay sorpresa de su triunfo.

Amos Oz
Recordemos que su viaje al mundo de las de letras se inicia por la década de los años ochenta, aun cuando ya había publicado una serie de cuentos y artículos en los setentas, pero su primera novela “Pálida luz en las colinas” la cual obtuvo una extraordinaria acogida, con esta novela recibió  su primer premio resonante llamado “Winifred Holtby”. De este punto sin retorno Kezuo se lanzó con toda su fuerza a la narrativa creadora, así en los siguientes años aparecieron novelas como “Un artista del mundo flotante” (1986), “Los restos del día” (1989), El desconsolado (1995), entre otras obras. Kezuo todavía tiene mucho que dar al mundo de la buena y reflexiva narrativa y así esperamos con ánimo los lectores, haciendo del oficio de escritor un arte y una tarea noble, tal y como la definía Alexander Solzhenitsyn: “Sin embargo, existe cierta peculiaridad en la esencia de la belleza, una peculiaridad en el rango del arte y es que el poder de convicción de una auténtica obra de arte es completamente irrefutable y obliga a la rendición hasta a un corazón opositor”.  Así también Kazuo Ishiguro ha rendido a detractores y seguidores con su arte, y por supuesto, seguirá descubriendo mundos siderales y terrenos nuevos en tierras baldías construidos en un limitado tiempo para crecer y crear, para creer y amar, este escritor nos ha devuelto la fe en el  premio más preciado de la literatura universal, el nobel. Para terminar una recomendación para la academia, esperemos que el próximo año se lo adjudiquen a Amos Oz.






4 comentarios:

  1. Hola.

    Que emocinante formar parte de un recuerdo tan relevante.

    Recuerdo con exactitud cada vez que fui a ese cine, solo o acompañado y el ambiente que rodeaba cada película que disfruté. Para mí no es solo una sala de proyección, sino una etapa de mi vida.

    Sobre esta cinta recuerdo que me intrigó mucho que se anunciara como basada en una novela escrita por alguien de nombre japonés, pero no indagué más en el asunto. No lo comentamos y en esa época tú no tenías por costumbre poner atención en los créditos, costumbre que quizá aún conservas.

    Al salir del cine en aquella ocación, nuestro tema de conversación giró en torno a la dimensión psicológica de los personajes y la relación que tenían con nuestras propias vidas, creo que de no haber estado estudiando y por lo tanto haber tenido un poco más de lucas, habríamos ido a tomar algo y hubiésemos tenido alguna conversación de varias horas, pero nuestra condición económica nos forzaba a salir del cine, conversar mientras caminábamos al metro y despedirnos hasta la próxima.

    Yo expresaba mi cercanía con el personaje de Stevens, pues entendía su entrega total a su trabajo, llevándolo con pasión; tú te burlaste de mí indicando que era ridículo olvidar la propia vida a causa de los demás. Sigo teniendo cercanía con ese personaje, a pesar que mi vida ha sido tan caótica como la de la señora Kenton al abandonar la seguridad de la mansión.

    En esa época Anthony Hopkins disfrutó una bonanza laboral impresionante, convirtiéndose en el caballero victoriano perfecto: su cinismo, mirada inescrutable, voz comedida y movimientos fríamente calculados, le hacían parecer un hombre sacado de una vieja fotograía de época.

    El cine británico nos enseña que una buena actuación, llena la historia y, en eso, esta película es una clase magistral, desde Emma Thompson, James Fox, hasta el desaparecido y sub valorado Christofer Reeves, formas todos facetas de una sola mente compeja, creo que este tipo de películas se prestan más para la interpretación gestáltica de la vida y nosotros mismos.

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  2. Hola Rodrigo
    No había tenido mucho tiempo para ver mi blog, es fin de semestre y por tanto más trabajo que nunca. Con relación a tu comentario, para mi al igual que para ti el viejo y querido cine Normande era un lugar en donde uno podía pasar horas deleitandose con cine de calidad real y or un precio muy bajo, o sea de estudiante, y es verdad que ese día conversamos al salir del cine sobre el protagonista del libro y lo cercano que te era, y claro yo me burle sobre que la vida s algo más que una rutina, cuestión que sigo pensando hasta el día de hoy, porque la existencia no puede ser una rutina solamente por mucha seguridad que esta otorge, creo que ese es el punto relevante de la cinta al menos por un momento torcer ese rumbo y hacer lo imprevisto, lo que te devuelve al mundo de la bebulosa cambiante, porque la seguridad es solo un espejismo. Me alegra en parte que tu vida sea un poco caotica, tiene existencia, me recuerdo de una película catalana que era sobre el fin del mundo y los personajes debían luchan encontrar de una extraña enfermedad que les impedía salir a la calle y uno de ellos le dice "que bueno, por fin sucedió algo importante en nuestras vidas". Con relación a otro punto es verdad aun no coloco atención en los créditos, pero el nombre del japones aparece al comienzo de la película de ahí mi impresión.
    Gusto de recordar viejos tiempos, cuando aun todo era perfecto.

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  3. Hola Roberto!
    Leyendo tu artículo me acordé de un diálogo entre la Reverenda Madre Bene Gesserit y Dama Jessica, que me quedó muy grabado por la inteligencia que puso Frank Herbert en crearlo:
    "La Reverenda Madre, mostrando tres dedos le decía a Dama Jessica: el trípode es el equilibrio político más inestable".
    Lo menciono porque voy entendiendo el equilibrio político de los años 30 como una guerra fría a tres bandas: liberalismo, fascismo y comunismo. Y que colapsó en 1939.
    Por otro lado, considero a la rutina como la amistad fiel, de esas que por acompañarte siempre al final uno termina despreciando...
    Un abrazo

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  4. Hola Gabriel
    Tienes razón al hacer el alcance sobre el concepto político del trípode, efectivamente es el sistema más inestable, leyendo articulo sobre Frank Herbert este hacia mención a que la democracia sufre de este problema al dividir el poder en grupos como la ciencia, política y economía desplazando a la fuerza más creadora que es la religión a ámbitos oscuros y privados, pero que al final como dice Dawson son el verdadero motor de la historia humana, con relación a tu segundo punto, la rutina ese una verdadera compañera de la vida, pero de vez en cuando debemos despeinarnos para sentir la existencia entre nosotros. Muy bueno tu comentario.

    Sardauka desde las tierras de Arrakis, tierras desiertas.

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