EN LAS ARENAS DE ARRAKIS

lunes, 17 de julio de 2017




EL LIBRO NEGRO DE LA NUEVA IZQUIERDA LATINOAMERICANA

UNA RECOMENDACIÓN INTERESANTE

Yukio Mishima:
¡Es el colmo de la estupidez!
(Referencia al Feminismo)
           
     La expansión de la agenda homosexual y feminista de la “tercera ola” en las últimas décadas, ha tenido una vertiginosa y poderosa ascensión que casi no se puede comprender por el reducido número de sus militantes y por algunas peticiones que rayan en la extravagancia y lo exótico. Una de sus demandas, por ejemplo, es la de crear e imponer un lenguaje «neutro» o «ambiguo» para redefinir el concepto de «sexo» más allá de la biología, o sea, que existiría un patrón cultural y no natural en la concepciones de un «él» o «ella», por esta razón, cabría en este caso un «lo», es decir, ambigüedad absoluta, dato que está en contra de la naturaleza misma de ser humano. La homosexualidad y el feminismo fanático activo es un tema de discusión diaria en los medios de comunicación masivos, como la radio o la televisión, lo que ha hecho que las personas «tomen» cierta conciencia del «problema» en cuestión. Sin embargo, si se realizara una encuesta entre las masa de ciudadanos comunes, esto es, no especialista en la materia, se podría apreciar que la ignorancia sobre las verdaderas banderas de luchas de estos grupos es evidente. La gran mayoría apoyaría que no existiese una persecución en contra de estas «minorías», pero sin conocer a qué se está refiriendo claramente con «persecución»; por otro lado, cabe preguntarse si efectivamente son minorías de las que estamos hablando, lo que nos lleva a realizar el siguiente cuestionamiento: ¿cómo es posible que demuestren tanto poder en colocar sus agendas políticas y sociales, logrando que estas se acepten en muchos países si son minorías? Parece que no estamos hablando de verdaderas minorías, sino de élites de poder muy bien situadas y ejecutando un plan bien concebido con el apoyo directo de partidos políticos y empresariales.

            Es en este escenario de controversia y profundo cuestionamiento sobre la realidad de estos grupos de homosexuales y feministas  extremistas, en que se en marca «El libro negro  de  la  nueva  izquierda» de los periodistas argentinos Nicolás Márquez y Agustin Laje. Debo confesar, antes de proseguir que una vez que obtuve el mencionado  libro, no tenía muchas expectativas de este, primero, porque los autores en cuestión son periodistas y la experiencia personal en textos escritos por reporteros ha sido muy mala, por esta razón no tenía mucha  fe en su trabajo investigativo y teórico, me parecía una «charlatanería» más de unos periodistas habidos de protagonismo; en segundo lugar, porque el tema que trata el libro llama a una sincera reserva, debido a que podía caer en una generalización alegre en donde “moros y cristianos” fueran puestos en la misma balanza, porque una cosa es referirse a los grupos extremistas y fanatizados, bien estructurados pero carentes de una amplia plataforma de apoyo, y otro es hablar a las justas reivindicaciones de las mujeres y el respeto por la dignidad de las personas de inclinación homosexual.

No obstante, debo reconocer mi error y el injusto prejuicio que tuve del libro sin haberlo leído, ya que una vez comenzada la lectura pude apreciar que desde la hipótesis central hasta las conclusiones definitivas, está muy bien construido, con un basamento teórico fuerte, sustentado en literatura seria y en hechos comprobables y comprobados, por esta razón, la investigación en sí posee un mérito superior. Es un libro que recomendaría leer.

El texto en ningún caso cae en los ataques personales o en diatribas estridentes como sí lo han hecho y hacen  grupos religiosos de diferentes credos ultra conservadores y de la extrema derecha, si no que los investigadores nos presentan su hipótesis inicial, para luego exponer un graneado y jugoso arsenal de hechos, escritos y expresiones que sustentan su mirada teórica sobre las verdaderas motivaciones que subyacen en estos mal llamado grupos minoritarios en su deseo de imponer una agenda que en nada beneficia la sana convivencia entre las personas que han construido una igualdad social y jurídica ganada a base de sudor, lágrimas y mucha sangre de inocentes. Estos grupúsculos organizados que dicen arrogantemente simbolizar y liderar a las masas de mujeres, en el caso de las feministas extremistas, y las organizaciones homosexuales desean edificar un nuevo edificio social con una “especie” de seres humanos superiores, con un  mayor grado de derechos civiles que otros, en una clara distorsión del principio de “igualdad” a la que con tanto esfuerzo se ha deseado llegar, alegando en forma visible y ostentosa que ellos merecen estos derechos y protecciones por parte del Estado por ser los «perseguidos de la tierra», cosa que en la actualidad no lo son, ya que la sociedad es más pluralista y tolerante. Ahora es el momento de preocuparse y reflexionar sobre el tema, y pensar hasta dónde como sociedad estamos dispuestos a otorgar derechos «especiales» a estas minorías, sin violar nuestros propios derechos como individuo y colectivo.

            La tesis de Nicolás Márquez y Agustín Laje es muy simple, pero al mismo tiempo compleja y temeraria. La dialéctica se da en el sentido que su simplicidad está basada en la idea de que los grupos homosexuales, lésbicos y feministas organizados políticamente en «seudo-agrupaciones de defensa por los derechos civiles» se presentan con un discurso de la lucha por «los derechos civiles», pero en la práctica solo responde a una ideología que está detrás y no sería otra que la marxista. Este fenómeno se debe en gran medida a que los partidos tradicionales de izquierda han perdido su fuerza e influencia en las masas  de proletarios, que han desaparecido por  obra y gracia del sistema neoliberal, por esta situación el discurso de las fuerzas de izquierda ha cambiado su consigna de la clásica lucha de clases, por un tema más fino y rebuscado que no sería otro que la lucha «cultural» subyacente en el discurso ideológico de izquierda, pero relegado a un ámbito secundario en la gran lucha revolucionaria antes de 1992. Con este cambio en la dirección de la lucha de la nueva  izquierda post caída del muro de Berlín, que ahora es más neoliberal  con una ideología de «la tercera vía» y con un comunismo que se ha transformado en empresarial, estos partidos de izquierda desean presentar una renovada cara revolucionaria apoyando las reivindicaciones extremistas de homosexuales y feministas de la tercera ola para poder distanciarse de los partidos de derecha.

La nueva izquierda está creando un «mito» primigenio de injusticia y lucha cultural-social que ha existido en la historia de la humanidad: La supremacía y consolidación de una visión heterosexual que a través de los mecanismos de represión de la superestructura, se ha impuesto a las minorías sexuales y a las mujeres como un sistema represivo basado en una visión cultural «correcta» y «alienante». Los grupos homosexuales y feministas han desatado su lucha por la reivindicación de sus «derechos», lucha que ha sido de carácter histórica, como se podrá comprender en lenguaje dialéctico. La idea central de este pensamiento, es que tanto el hombre como la mujer, no son seres biológicos en primer lugar y culturales en segundo lugar, sino que son construcciones absolutamente culturales, de esta manera la sexualidad es simplemente accidental a la cultura en que se está inserta, por tanto la cultura dominante es la que determina la sexualidad. Este interesante mito puede llenar páginas de libros de psicología y sociología, pero no de biología, por tanto la forma adecuada para destruir este sistema de dominio es a través de la lucha “contra esta cultural de dominación” y la apertura social sin límites, socavando cada uno de los lazos que se oponen a los cambios revolucionarios sexuales, como la religión, las leyes, la concepción de familia, entre otros, para lograr esta finalidad.  Los grupos organizados de homosexuales y feministas de la tercera ola no ocupan el antiguo sistema de lucha violenta (algunas veces sí), sino que utilizan cada medio social a su disposición, como las comunicaciones de masa, el arte, la literatura, entre otros elementos, con el interés de lograr sus propósitos, copando de esta manera el interés público con un tema que solo representa un porcentaje mínimo de la sociedad y creando al mismo tiempo la falsa idea de que debe existir una solución a este grave problema.

            Esta tesis, si bien es temeraria y compleja, por la características de los hechos a investigar, no resulta para nada ilógica, aún más, tiene un asidero bastante firme. Recuerdo que cuando estudiaba mi maestría en filosofía política, conversando con un compañero, le hacía presente mis dudas acerca del discurso de la izquierda, le exponía que me parecía muy extraño que un país que tiene un record de cuatro millones de pobres, la agenda social hubiese cambiado hacia el «matrimonio homosexual» y el «aborto» como metas justas y necesarias en nuestro Estado. Me parecía por lo menos  curioso que las injusticias sociales se mantuvieran incólume y campantes, ya que  el mundo no se había vuelto justo socialmente por arte de magia, todo lo contrario el brutal egoísmo humano parecía la consigna victoriosa, y era eso lo que me preocupaba. ¿Dónde estaba aquella izquierda que lloraba las ideas del extinto presidente Salvador Allende? Al parecer había desaparecido para dar paso a otra izquierda, una que se encontraba totalmente feliz con los cambios neoliberales en Chile.  Los años han pasado y esa pregunta tuvo una terrible respuesta: una corrupción de las fuerzas políticas de izquierda, que ya no son partidos de lucha social, sino verdaderas maquinarias empresariales que desean por todos los medios trasquilar a los que otrora defendían. Ahora sí se puede comprender un poco mejor la alianza entre estas minorías de carácter sexual a las luchas de los partidos de izquierdas corruptos y decadentes, ya que le dan un nuevo aire, una razón de existir, porque lo contrario sería decir la trágica verdad y es que todos los partidos son neoliberales, aunque este punto es una reflexión personal que no se expresa en el libro que aquí comento.

La primera parte del libro es la investigación de Agustin Laje que él titula «Postmarxismo y feminismo radical». Antes de iniciar su exposición del tema, hace hincapié que él siempre ha estado de acuerdo con las reivindicaciones políticas de las mujeres, aquellas que se referían al derecho a la educación, la libertad de expresión, la capacidad de participar en política, entre otras tantas, que el autor las denomina como «nobles» y «justas». Creo que hace esta salvedad, para que no se le ataque como un intolerante antifeminista, o sea, un machista impenitente como muchas de estas feministas de la tercera ola gusta etiquetar a los que no están de acuerdo con sus ideas.

            Laje inicia su exposición del tema, con una síntesis histórica del feminismo, aclarando que este movimiento ha tenido dos etapas anteriores que él define como primera y segunda ola, las cuales lucharon por justas reivindicaciones sociales y políticas, hasta lograr la igualdad jurídica. Pero esta lucha inicial ha sido traspasada e invadida por grupos marxistas que Laje denomina de la «tercera ola», los cuales cambiaron la configuración inicial de las demandas femeninas por conceptos nocivos en los cuales colocan como eje central «que el hombre es el burgués y la mujer el proletario», creando de esta manera un conflicto irresoluble entre los sexos, que después del triunfo de la revolución proletaria debería quedar solucionado. Sin embargo, el desplome de los socialismos reales, motivó que el discurso de los partidos socialistas y comunistas tuviera un cambio, la nueva izquierda que nació de las cenizas del otrora «segundo mundo» perfiló su discurso con la idea de absorber a toda minoría descontenta con el sistema para sobrevivir en las tierras de la política donde los proletarios ya no se sentían representados por estas ideologías de carácter marxistas. Es en este punto donde hace irrupción un tipo de feminismo violento, impositivo, con una agenda política que busca desestructurar la cultura e imponer una nueva concepción «en las relaciones de hombre y mujer», que lejos de querer la igualdad, desea imponer una superioridad que traspasa los límites de lo aceptable por ser bizarras y autodestructivas con la naturaleza humana misma, así aparecen discursos de grupos como “Queer” y lésbicos extremistas, que son el ejemplo vivo de la intolerancia e insensatez humana.
     
            El lenguaje de Agustin Laje en su apartado es directo, concreto, muy intelectual, pero con términos simples que permiten a todo lector comprender su postura. Sus ideas están sostenidas por una abundante bibliografía de fácil acceso a través de la red de internet, haciendo continuo contraste con las  fuentes, logrando que sus argumentos tengan mayor peso aún.  También es destacable que durante su exposición, explique al lector visiones y teorías en forma clara y no realizando complejos juegos dialécticos para demostrar su capacidad de conocer y comprender estas teorías. Ahora bien, como crítica constructiva, sería apropiado una mejor explicación de filosofías más complejas, como el existencialismo y las variables que apoyan a estos grupos feministas de la tercera ola, para que el lector comprenda la relación entre materialismo, existencialismo y feminismo extremista con mayor claridad, ya que todos los existencialistas no son ni marxistas, ni feministas.

            La segunda parte del libro es la obra de Nicolás Márquez quien lo titula «Homosexualismo ideológico». Al igual que su compañero hace un fuerte hincapié a que su escrito no apunta a criticar las relaciones homosexuales, muy por el contrario, expone estas como la acción voluntaria de personas que han decidido establecer una relación de carácter sentimental–sexual, y por tanto, entra en el ámbito de lo estrictamente privado. El problema se plantea cuando grupos homosexuales con una agenda político–social intentan imponer por la fuerza sus ideas y conceptos que son propios de su inclinación, pero con claro tinte marxista y dictatorial.

            Nicolás inicia su trabajo mostrando una paradoja en el mundo político–ideológico homosexual y es la relación entre marxismo  y  homosexualismo. Con ejemplos concretos, muestra cómo las políticas de los estados comunistas fueron de persecución y destrucción de la homosexualidad, ya que era vista como una depravación, una decadencia; para graficar mejor este punto nos habla de las políticas de Stalin en la Unión Soviética, Mao Zedong en la China Popular o Fidel Castro después de la revolución cubana, que fueron desde su prohibición hasta su exterminio como política de estado.  Lo curioso para Nicolás es que aquellos mismos grupos perseguidos por los totalitarismos de izquierda, en la actualidad participan activamente de las políticas de la nueva izquierda, ya que no solo los han aceptado sino que se han hecho parte de su nuevo stand de petitorios sociales, la agenda de los partidos de izquierda de esta forma han instrumentalizado la causa de los homosexual en su causa de acción.

Con el apoyo de la nueva izquierda, post derrumbe de la Unión Soviética y de importantes ONGs del mundo neoliberal que tienen gran influencia en el mercado internacional, los homosexuales se han abierto camino hacia los medios masivos de comunicación, logrando imponer por la fuerza de un discurso en apariencia «igualitario» y basado en «los derechos a expresión», toda una dislocación del uso correcto del lenguaje, creando términos como “gay” u “homofobia”,  introduciendo su forma de vida como «buena» y «aceptable», creando la falsa idea de que son una muy numerosa e importante minoría, exigiendo cambios curriculares en la educación, las políticas de salud, los contratos de trabajos, el matrimonio, la adopción de hijos, la imposición legal de la aceptación de la idea de género como una construcción cultural valida y única; la prohibición de ser criticados públicamente a través de una legislación proteccionista que so pretexto de defender la igualdad, solo busca amordazar e intimidar a los que no concuerdan con su visión de sociedad Incluso Márquez, con pruebas concretas, ha demostrado que algunas de estas agrupaciones extremistas de homosexuales desean legalizar la pedofilia como forma sana de relaciones sexuales.
Nicolás Márquez a diferencia de Laje, construye gran parte de sus argumentos con una pluma irónica y ditirámbica, acercándose al humor negro para graficar varias de sus apreciaciones, esto hace que el texto sea tremendamente entretenido y fácil de digerir para todo lector, no restándole este estilo de escritura el alto grado de intelectualidad, ni la fuerza argumentativa e investigativa del texto, aún más estimula el deseo de conocer y estudiar las fuentes y las ideas de las personas que aparecen citadas. 

El libro termina con una serie de conclusiones en las cuales los autores se hacen cargo de la tesis inicial. No me cabe duda que el trabajo de los periodistas Laje y Márquez ha sido serio y de un espíritu constructivo en la discusión sobre los movimientos feministas de la tercera ola y homosexuales, sin embargo, debo hacer una crítica a la tesis central. Es evidente que existe una conexión entre la antigua y nueva izquierda con los movimientos mal llamados «minorías» desde el punto de vista ideológico, de militancia y de acción, cosa que el libro demuestra ampliamente, pero existen otros dos factores tan importantes como  el anterior en la imposición de la agenda homosexual y feminista «tercera ola» en occidente, me refiero a  la  imposición  del «neoliberalismo» como única forma correcta de comprender el mercado y la sociedad por  un lado y a  la democracia burguesa  liberal por  otro. Me  explico:  el individualismo y egoísmo feroz que predican ambas tienen la fuerza para que grupúsculos bien organizados y por supuesto bien financiados entren a batallar por sus supuestos derechos, pero para que eso se logre debe existir una sociedad predispuesta a escucharlos y aceptar sus demandas y es en ese punto donde las ideas de «individualismo», «egoísmo» y «nihilismo» de occidente se hacen presente a través de los medios masivos de comunicación que son por naturaleza poco reflexivos y muy entretenidos. A mi juicio los periodistas deberían indagar más en profundidad sobre este fenómeno. Sin duda, esto no le quita ni sustento, ni validez al trabajo, ya que además los autores se han referido en una serie de debates y entrevistas que su tesis es «una de las causas a establecer» y no la única de este fenómeno de la ideología de género.  Deseo terminar diciendo que es un libro que vale la pena leer y analizar en profundidad, felicitaciones a sus autores por tener un poco de valentía en este mundo de los «políticamente correctos» en donde hasta las bromas tienen etiqueta, para escribir de un tema tan controversial y delicado. 


     

       

4 comentarios:

  1. Ya conocía este libro, bien escrito y sobre todo bien entretenido. Concuerdo en que en absoluto está contra la «homosexualidad» o el «feminismo» sino contra la ideología de género, que no tiene que ver con la justa igualdad ante la ley sino contra el totalitario uniformismo logrado mediante la ley tan propio de las políticas estatistas. Por otro lado, también concuerdo en que le falta la crítica al neoliberalismo económico y al liberalismo político, pero claro, eso dría para un nuevo volumen.
    Este es un post bastante atinente a los días de hoy, luego del bullado caso del Bus de la Libertad, donde pudimos ver por pantalla, sin que nadie nos lo diga de dónde venía la violencia y de dónde viene el odio.

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  2. Hola Amigo
    Es interesante el comentario que realizas, desde un tiempo estoy viendo como las peticiones de los homosexuales y feministas de la tercera ola se hacen mayores, una cosa es exigir una ley en contra de la violencia o discriminación y otra es pedir que a travestí se le diga mujer y que se le permita jugar en una liga femenina o que las agresivas feministas agredan a las personas y las instituciones religiosas porque no están desacuerdo con sus extravagancias, lo curioso que son grupusculos que no representan al todo, después de leer el libro me di cuenta que existe toda una corriente en Europa y Estados Unidos en contra de esta imposición de la denominada ideología de Genero, ya que ellos llevan más de 20 años sufriendo los ataques de estas personas extremistas. Creo que llego el momento de decir cual es el limite antes que me encierren como lo que hicieron con un pastor luterano en Suecia por leer las cartas de San Pablo que habla de los "Sodomitas". espero no llegar a ese nivel de dictadura de las minorías.

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  3. Hola.
    El cambio de agenda en los partidos de izquierda, es una tendencia que comienza en los países nórdicos, en los años 70, como una estrategia de supervivencia política. La diferencia radica en que en esos países, la situación social había mejorado a tal nivel, que el proletariado tradicional, razón de ser y fuerza del pensamiento marxista, había simplemente desaparecido. Es así como en todo el abanico que comprende desde Holanda hasta Islandia, los antiguos comunistas de reciclaron como ECOLOGISTAS.
    El motivo es simple: dentro de sus territorios el problema medioambiental no es crítico, como puede ser en Chile o Namibia. No es el resultado de un esquema de productividad profundo, masivo y millonario, es decir hablan del daño al medio ambiente que se produce fuera de sus fronteras, y, curiosamente, no pueden dejar de usar los productos (o mercancías, como diría Marx)que son fruto de esa producción sucia.
    En el caso de nuestros países, una fuerza política que se abandere por el medio ambiente, atacaría directo al corazón del capital empresarial.
    Si me explico, es más inofensivo pedirle a Lukcic que contrate transexuales en el directorio, que obligarlo a pagar los impuestos que le debe al país.

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  4. Querrido Amigo el libro Negro de la Nueva Izquierda Latinoamericana es un interesante texto, porque expone la historia de estos movimiento, pero debo decirte que el dato que tu dices sobre los países nórdicos no se encuentra tan bien explicado como lo haces, es verdad que la perdida de conexión entre el proletariado y los partidos de izquierda es evidente, ya que los partidos y personas de izquierda están cada vez más en crear sus propias empresas como el caso de la Universidad Arcis y el partido comunista en Chile, o el Partido de los Trabajadores de Brasil que eran literalmente los dueños de la petrolera "estatal". La ideología de genero les da un respiro y una linea a estos izquerdistas neoliberales y como muy tu señalas, es más sentimental dar un puesto en una oficina a un travesti u homosexual con SIDA que hacer cumplir las leyes a personas como Luskic o Piñera que dicho sea de paso el desvergonzado vuelve a la presidencia, como dijo Vargas LLosa ahora votamos por los dictadores.

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