EN LAS ARENAS DE ARRAKIS

lunes, 29 de enero de 2018

WALTER M. MILLER JR. LA NOVELA CÁNTICO POR LEIBOWITZ: UNA ODA A LA BUSQUEDA DEL SER HUMANO









Walter M. Miller Jr.
LA NOVELA Cántico por Leibowitz:
una oda a LA BUSQUEDA  DEL SER humanO

Dedicado a mi querido amigo
Gabriel Bustamante, al cual nunca he olvidado
A pesar de nuestros largos silencios


            Hablar de Walter M. Miller Jr, es hablar de uno de los más profundos y reflexivos escritores de la literatura de aproximación, su verbo a diferencia de muchos otros escritores de este género literario, no se queda ni en las formas, ni en lo estético, sino que  escarba en los recovecos más profundo de la existencia humana, en busca de una respuesta a acerca de la gran interrogante metafísica del <<Ser>>: ¿Cuál es la finalidad del hombre?
Para Walter escribir temas relacionados con la ciencia ficción, al igual que para Stanislaw Lem, es solo un telón de fondo, para tratar cuestiones más profundas que se refieran a la existencia misma del ser humano, es así que el escritor norteamericano en sus relatos toca temáticas como: la esencia de la vida, la trascendencia y la divinidad. Dentro de estos grandes temas, él también desarrolla cuestiones de moral práctica, conceptos del tiempo y problemáticas políticas – económicas, que son vitales a su juicio para comprender a la sociedad y en última instancia al hombre como individuo.
Cómo Walter llega a la escritura de aproximación y a las reflexiones que trabaja en sus relatos, es una de las cuestiones más complejas de su vida, se sabe que un hecho traumático generó en él, un espíritu sensible y artístico, el deseo por escribir, ese vuelco fue su participación en uno de los actos más salvajes y sin fundamentos, de los miles que ocurrieron en la Segunda Guerra Mundial, nos referimos al bombardeo del monasterio benedictino de Montecassino, durante la batalla de nombre homónimo, baluarte por más de mil años de la civilización occidental, que fue hecho añicos por un “error” estratégico del ejército norteamericano, reconocido por Estados Unidos en 1969, cuando ya no tenía ninguna forma de justificar, lo injustificable, pidiendo disculpas a los monjes y a las víctimas civiles que murieron durante esta destrucción.  Gracias a la acción inteligente del comandante germano que saco la biblioteca y las obras de arte, enviándolas al Vaticano antes de la batalla, se pudieron salvar las invaluable reliquias que guardaba el monasterio y hoy no tendríamos que lamentar otra perdida cultural más por la estupidez humana. En este bombardeo aéreo participo Walter como radio escucha de uno de los aviones. Este hecho de ver uno de los pilares y símbolo de la gran civilización cristiano-occidental destruida, lo llevo a una profunda reflexión, que termino con su conversión del ateísmo a la religión católica en 1947, y al estudio de la historia de esta como institución trascendental en su doble vertiente terrena y celestial.


Por tanto, la gran mayoría de los especialistas en su obra creen que si los fatídicos hechos de 1944 en Italia no hubieran ocurrido o si Walter no hubiera participado tan activamente, es muy probable que éste no habría escrito sobre los temas que trato, quizás ni siquiera fuera escritor, es claro que los fantasmas de la guerra y la brutalidad humana produjeron un detonante en su reflexión de escritor, en este punto no puedo impedir volver a realizar una relación con el escritor Stanislaw Lem, quien el trauma de la Segunda Guerra Mundial y posteriormente la entronización de la tiranía comunista en su patria, lo llevó por la senda de un escritor profundo y serio de aproximación. Porque la experiencia es una maestra dura y cruel en algunos casos como nos dice C.S. Lewis, y en este caso para Walter fue un hecho tremendo, ya que nuestro autor al encontrar belleza en la tragedia de la existencia humana, se volvió un gran narrador, y que más trágico que la guerra misma, en donde el hombre saca lo peor de sí, y también lo mejor, como queda bien reflejado en la película “Las Flores de la Guerra” del destacado director Chino Zhang Yimou, en donde un grupo de prostitutas se vuelven las héroes contra la acción artera de los japonés, los cuales dentro de sus innumerables bestialidades que hicieron durante la toma de la ciudad de Nankín, deseaban violar unas niñas de un colegio católico, pero las prostitutas se lo impidieron .
Conocí a este destacado escritor en mi paso por la universidad, en este punto deseo  realizar una remembranza sobre un profesor del departamento de Ciencias llamado Juan Espinoza Gutiérrez, quien a mi parecer en un arranque de osadía, implemento por poco tiempo, por desgracia, un curso facultativo o de formación complementaria que en este momento no recuerdo bien su nombre, pero que me parece que sonaba algo así como “ …para la apreciación de la literatura de ciencia ficción…”, si me equivoco, me pueden corregir, ya que han pasado casi veinte años de estos hechos.  Esta cátedra fue realmente revolucionaria en las aulas universitarias de Chile, ya que la narrativa de aproximación y fantasía era vista por entonces, casi por todos los profesores universitarios, como una literatura muy básica y sin importancia, en el mejor de los caso entretenida, por este motivo el profesor Juan Espinoza se la jugó en un área que a todas luces no contaba con el beneplácito de la comunidad doctoral universitaria.



Paracaidistas germanos defendiendo Montecassino
Durante este curso se nos pidió leer tres cuentos y realizar un informe de ellos, uno de estos era “Cántico por Leibowitz”, ese fue mi primer encuentro con Miller. Su relato era una extraña, pero bien lograda mezcla de un mundo post apocalíptico nuclear y una sociedad surgida de las cenizas de la destrucción, con características de arcaica y medieval, con una cultura apenas sostenida por la mera existencia, y con la religión católica como único faro guardián de una civilización destruida. El relato era una analogía soberbia que reproducía en líneas generales la caída del mundo romano – helénico de la antigüedad y los dos siglos de caos que lo sucedieron, por tanto nuestro autor le da un papel preponderante a la religión católica para salvaguardar la cultura en peligro de extinción, es así que la Iglesia salvo a occidente en la Edad Media, también la misma iglesia salvará los restos de civilización que queden después de una devastación nuclear, ya que parte de su tarea es justamente civilizar y ser testigo de la obra de Dios entre los hombres.  
Ahora entrando en la narración de Miller, como buen investigador de la historia de la Iglesia, en su obra Cántico por Leibowitz, nuestro autor concluye que no toda la religión Católica en la Alta Edad Media europea había servido de centinelas del conocimiento, sino que este peso había recaído principalmente en las ordenes contemplativas monásticas, que se habían creado en los confines nórdicos de Europa, como en las islas de Irlanda e Inglaterra, como nos confirma el historiador inglés Cristopher Dawson en su libro “El Origen de Europa”. 


Montecassino antes del ataque aéreo norteamericano
La trama de esta narración era simple, pero perfectamente trabajada desde dos puntos de vista, que el autor logra magistralmente plasmar, la primera de esta radica en la psicología de los personajes, particularmente del protagonista, el novicio y posterior hermano Francis Gerard, quien realizando los ejercicios espirituales de descernimiento  en el desierto, para lograr su ordenación, recordemos que la máxima de todo religioso es “…que Dios lo a elegido y no es la persona que desea ser religioso…”, por esto necesita retirarse a un lugar apartado, en el silencio y la soledad Dios habla con la persona que recibe su llamado. Durante esta meditación tiene la aparición de lo  que él cree un ser celestial, en este punto la duda se trabaja con maestría, ya que siguiendo nuestro escritor la cita bíblica “Dios escribe recto en reglones torcidos”, nos deja la sensación que esta aparición milagrosa puede tener dos explicaciones, una real visita del cielo o simplemente la falta de comida y la extrema mortificación corporal del monje hace que tenga visiones. Este punto es muy importante tenerlo en cuenta, ya que Miller nos presenta la gran disyuntiva existencial del hombre contemporáneo, aquel que tiene fe y por tanto pasa por la vida creyendo, y el que no la tiene, y coloca su seguridad existencial en otras cosas como la ciencia humana, y por tanto, pasa la vida dudando, tema muy bien tratado por cierto en la película <<Señales>> del director norteamericano M. Night Shyamalan.    
Montecassino después del bombardeo

El segundo punto que trabaja el autor, es penetrar  en el ethos histórico – religioso y a través de este puede entrelazar en su narración una problemática que se arrastra desde la ilustración en Occidente, y es el divorcio forzado entre ciencia y fe. El caso lo presenta a través del fundador de la orden Arbertina, un ingeniero conocido como I. E. Leibowitz, que durante la era post-nuclear o de la “Simplificación” en el  cuento, fundo este grupo de monjes con la idea de buscar a Dios a través de resguardar el conocimiento científico que quedaba después de la hecatombe nuclear y la consecuente barbarización social humana, que buscando un “chivo expiatorio” a sus propias culpas, atacó a todo conocimiento científico, tratando de erradicarlo por completo a través de la destrucción de la tecnología y el asesinato de los sabio, de hecho el fundador Leibowitz, fue martirizado por su amor a Dios y al conocimiento, en este punto Miller acierta sobre parte de la esencia humana, ya que el hombre en situaciones de creencia extremas, actúa con singular bestialidad, solo debemos observar la destrucción dejada por los fanáticos <<islamistas>> en Siria e Irak, y digo islamista, ya que ellos en ningún caso representan la religión predicada por el profeta Muhammad, hombre bueno, piadoso y justo, amante de la cultura. En la narración del escritor norteamericano han pasado seiscientos años de esta locura y la sociedad apenas comienza a reconstruirse de sus cenizas, es en este mundo en donde el hermano Francis se encuentra, un tiempo en que el fundador de su orden aún no ha sido elevado a los altares, y su proceso de canonización continua en la Nueva Roma (Vaticano post apocalíptico), el portento que había tenido el hermano Francis podría cambiar esta situación para bien de su fundador y la finalidad de su orden, pero aún más para la humanidad completa, ya que sigue la lógica de la parábola del “grano de Mostaza”, un pequeño acto con fe puede germinar en una gran acción.
ataque donde participo Walter Miller Jr

Como hemos dicho, la visión de este hombre-ser por parte del hermano Francis, el cual le señala un sitio en donde se encuentra un antiquísimo manuscrito, que es un plano de una “maquina” que el hermano no comprende, pero que si puede darse cuenta que es de su fundador, el venerado Leibowitz, por el nombre gravado en un lado del papel, y por tanto este hallazgo lo da como un portento frente a su comunidad, la cual como buena maestra de la fe guarda sabio silencio e investiga el caso, antes de sumarse al milagro ocurrido, pasando los años en esta larga  reflexión, en este punto Miller demuestra su amplio conocimiento de la psicología social que mueve a una comunidad religiosa y el manejo del tiempo es uno de los elementos cruciales, esto se explica mejor con una anécdota que le ocurrió al director alemán Philip Groning, quien deseaba firmar un documental sobre la vida de la comunidad Cartuja, una orden católica de monjes muy rígida, que el titulo como: "El gran silencio". La anécdota en cuestión fue que al pedir permiso a la comunidad para realizar su trabajo fílmico, le respondieron que lo conversarían entre ellos y lo volverían a llamar, ya que aún no era tiempo, pasaron diez años y un día recibió en su oficina un telefonazo de la comunidad cartuja, la cual le informaba que tenía el permiso para realizar su documental, ya que ahora sí era el momento. Este hecho grafica perfectamente la concepción del tiempo como parte de un regalo de Dios a los hombres según lo expresa San Agustín de Hipona, y por tanto se debe de usar en forma sabía y reflexiva, y no apurada, con un sentido de inmediatez como se comprende en la actualidad, bajo la óptica de obtener cuestiones materiales o placeres sensuales, ya que en el mundo actual es mejor PARECER que SER como nos lo expresa el filósofo de origen coreano Byung Chul-han.   
Byung Chul-han

El resto de la vida de Francis o sea el tiempo de Dios en la tierra lo dedica con maestría a copiar en la gran sala  “Memorabilia”, que nos recuerda claramente los criptorum y bibliotecas monacales, lo que será su gran y única obra, la cual va a ser expuesta en Nueva Roma para la canonización del fundador de la Orden, ya que el portento que él relato se tomó como verídico, a través de la prueba material que entregó.
Uno de los momentos centrales de la narración, es cuando Francis viaja a Nueva Roma con el trabajo de años y es asaltado en el camino, ese punto refuerza la idea de la finalidad de la vida que es la trascendencia a través de la obra “Maestra”, ese infinito regalo que Dios da a los hombres para realizar el trabajo de su vida y a través de este glorificarlo, para esto solo debemos observa las grandes catedrales góticas de Europa para darnos cuenta de este punto. Como decíamos el hermano Francis es  asaltado y los delincuentes al ver que no hay mucho de valor que llevarse se dedican a molestar al “hombre de Dios” y para eso amenazan con destruir el icono que Francis realizó, éste lucha con ellos incluso a golpes por salvar lo que fue su existencia  material trascendente en la tierra, lo que se conoce en la máxima teológica como “…ser testigo del sentido sagrado de la vida que es incluso más importante que la vida misma.”  cuestión que los bandidos notan y lo dejan en paz, logrando llegar con la reliquia a la Sagrada Ciudad, donde quedara como anónimo trabajo para la posteridad y servirá de base para el surgimiento nuevamente de la ciencia, en este punto se puede palpar como Miller desea resaltar que Dios es el “Señor de la Historia” y como acomoda las piezas de esta para que todo calce con perfección en su plan, incluso las injusticias más terribles como nos dice el preclaro C.S. Lewis con voz de trueno “…el dolor es el megáfono que utiliza Dios para despertar un mundo de sordos.”


C.S. Lewis 

   Francis representa aquellos monjes anónimos de la Alta Edad Media que se recogen en la contemplación y el misticismo más puro, en un acercamiento a la divinidad que les permite comprender la verdadera finalidad del hombre, que es la búsqueda del conocimiento a través de Dios, ya que Dios es conocimiento. Miller logra que el lector a través de este mundo post apocalíptico comprenda que la religión lejos de ser contraria al saber científico, es depositaria de éste, contraviniendo la idea que se encuentra en el libro existencialista de Umberto EccoEl Nombre de la Rosa”, en donde un grupo de monjes guardan con celo en forma hermética el conocimiento, ya que el hombre es incapaz de conocer el ser, por tanto estos monjes por su puesto son impotentes de entregar al mundo estos saberes, simbolizado por el monje ciego “De Borge” y la biblioteca en forma de laberinto. En el caso de Walter Miller, esté comprende mucho mejor la finalidad del saber monacal y oponiéndose a las ideas existencialistas, nos propone que la finalidad del hombre es conocer el ser, para luego verter este conocimiento en el mundo, de esta forma vivir en plenitud, por esto los mojes no guardan el conocimiento, sino que lo desarrollan, para luego entregarlo al resto de la sociedad, porque no existe un antagonismo entre  fe y  ciencia, sino que son complementario y están intrínsecamente unidos, ya que pertenecen a una misma razón de ser, que es Dios fuente única de todo conocimiento, por tanto muy lejos del vacío del existencialismo.



Pasaron algunos meses y me entere que aquel texto era en la práctica parte de una novela mayor, publicada en partes, yo solo había leído la primera llamada “Fiat Homo” o hágase el hombre, publicada en 1955 en la revista especializada de ciencia ficción <<Magazine of Fantasy and Science Fiction>> muy adecuado el título del capítulo, sí pensamos que la racionalidad, esa capacidad de imaginar, hace del hombre lo que es, hombre como aparece muy bien descrita en los mitos originales del Génesis o la Teogonía, por tanto tuve la necesidad de poder leer la continuación, aun que como en la Santísima Trinidad, solo basta conocer una parte de Dios, para conocer a la Divinidad misma.
Walter Miller en el segundo capítulo “Fiat Lux” (Hágase la luz) aparecido en 1956, nos presenta el monasterio 600 años después de los acontecimientos del hermano Francis, la sociedad ha cambiado de los aciagos y oscuros años de barbarie, a un mundo más desarrollado técnicamente, este orden nos recuerda a la época del Renacimiento Italiano, con pequeñas, pero poderosas repúblicas independientes como Florencia o Génova, gobernadas por una burguesía rica y soberbia en su poder, que busca a través de la manipulación del arte, la religión y la ciencia ventajas sobre sus rivales políticos. Es así, que el otrora reino de América en la novela se ha fragmentado en una serie de estados, el viejo monasterio de “San Leibowitz” como el benedictino de Montecassino, ha quedado dentro de los límites de una de las repúblicas, en el caso de San Leibowitz  de Texarkano, lo que provoca roces entre las autoridades religiosas del monasterio y Nueva Roma con los gobernantes seculares del estado burgués habido de poder. Miller nuevamente haciendo gala de conocimientos históricos del periodo de las luchas entre el papado y los monarcas, y la visión rupturista del secularismo que buscaba por todos los medios quebrar la unión entre fe y ciencia, solo para sacar ventajas inmediatas y egoístas. Entrelaza su narración en una complicada tela de araña de luchas políticas, que utiliza los elementos más ruines en está conflagración intelectual como por ejemplo la creación de una serie de mitos o leyendas negras de la Iglesia, como son en la realidad las historias tergiversadas y fantasiosas de Hipatía de Alejandría y Galileo Galilei, que aún se predican como verdades sacrosantas por los hombres que odian a la Iglesia Católica.
El nuevo protagonista del capítulo es Thon Taddeo, un seglar que encarna los principios del hombre renacentista e ilustrado, el hombre nuevo que no necesita a Dios para conocer el mundo, por tanto es la personificación de este largo periodo de separación entre fe y ciencia que va desde el siglo XVI hasta el XIX. Thon posee un conocimiento universal, culto y científico, pero que al mismo tiempo es soberbio en su saber, por tanto, un verdadero positivista que ve la fe como algo caduco, pasado de moda y sin capacidad de generar conocimiento, en otros términos es un fanático de su religión laica y científica.



Este hombre ilustrado es enviado al monasterio por parte del estado de Texarkano, con la intensión de ver las defensas del lugar y dar un informe sobre el comportamiento de los monjes hacia el estado secular, este punto grafica las luchas de los estados por someter la libertad de la religión a sus caprichos que se inicia con la intervención de las monarquías absolutistas, pasando por la revolución francesa y desembocando en las ideologías comunista, fascista y liberal del siglo XX. La fachada para el espionaje es estudiar la impresionante biblioteca de la “Memorabilia”. Al principio las relaciones son corteses, pero pronto Thon  no puede dejar de disimular sus aprensiones hacia la religión, a la cual considera superstición, los diálogos entre él y Hannegan es el centro gravitante de la fuerza del capítulo,  ya que se confrontan ideas preconcebidas, minimalistas y mitos por parte de Thon, versus la lógica escolástica, muy bien trabajada por Miller, y la verdad de los hechos, que el  Abad del convento defiende. Es importante detenerse en este personaje, me refiero al Abad Hannegan, quien representa a los grandes maestros de la Iglesia Católica como San Buenaventura, o Santo Tomás de Aquino, y que por momentos parece tener características en su argumento lógico – pasional al filósofo francés contemporáneo Jacques Maritain, por tanto no se debe pensar cómo han hecho algunos analistas de la obra de Miller, que el personaje Thon es el protagonista absoluto, dejando de lado a Hannegan, ya que sería como desechar a Héctor en virtud que Aquiles es el protagonista del poema homérico de “La Ilíada”.   
Mientras se da el debate, un monje científico sacude los argumentos de Thon, que religión y ciencia no pueden estar de la mano, cuando éste le muestra un fabuloso invento, que es una ampolleta eléctrica, lo que deja anonadado a Thon que desea sacar a este hermano y llevarlo al mundo de las ciencias puras y laicas, sin percatarse que este religioso por vivir en el mundo de la religión puede hacer tales progresos técnicos – científico,  a través de su profundo  amor hacia Dios, y casi no puede comprender como el monje rechaza su invitación por voluntad y no por imposición. Finalmente el capítulo termina con un Thon volviendo a su mundo laico, sin sentido, enfermo de un vacío existencial, ya que pudo palpar la grandeza de una razón trascendente para el conocimiento, por tanto Miller nos grafica  que el quiebre entre fe y razón es inevitable, no porque exista argumentos sólidos para tal caso, sino por la inconsistencia y los deseos políticos y egoístas que subyacen detrás, que son la causa final y real de esta ruptura. El estado de Texarkano por tanto, es símbolo del quiebre de esta unión y el surgimiento de un nihilismo cultural y científico, que en la práctica es el símbolo de la intolerancia e ignorancia fanática de los autodenominados seculares (revolución francesa) que desean romper la relación entre fe y ciencia en forma artificial, esto llevará inevitablemente a la tragedia, ya que una ciencia sin moral, está llamada a realizar los actos más bajos y despreciables en contra de su esencia, el progreso y bienestar del hombre y la naturaleza que lo rodea, de esta manera se puede comprender como hombres supuestamente de ciencias son capaces de experimentar con seres humanos, como es el caso del médico germano Josef Mengele, del biólogo japonés Shirō Ishii y su fatídico escuadrón 731, que experimento con prisioneros en China o los científicos que crearon la bomba atómica, conociendo su poder devastador y las implicancias que tendría si se usaba, por tanto este capítulo es clave para realizar una reflexión de la necesidad de que la ciencia vuelva a las tierras de la moral, donde siempre debió estar.

Monjes Benedictinos
La tercera parte y final de la novela publicada en 1957, es otro salto en el tiempo de 600 años más, Fiat Voluntas Tua” (Hágase tu voluntad), esta parte, nos recuerda el Apocalipsis de San Juan, el ser humano se precipita sin remedio a un final trágico, esto se debe a que la ruptura entre fe y ciencia ha  llegado al cenit, los detractores de la iglesia han triunfado en su maldad y han logrado que la religión sea vista por las masas de personas como un elemento arcaico, retrograda, que debería desaparecer por completo, ya que Dios en el nuevo orden político, científico y social del hombre no tiene cabida. Este mundo que nos presenta Miller en esta tercera parte simboliza el triunfo del nihilismo, la amoralidad y el individualismo absoluto, vacío de contenido, pero lleno de slogans políticos, económicos y sociales. Este nuevo escenario  post – segunda guerra mundial, que nos representa Miller es el triunfo de la ideología por sobre la idea,  ya que el mundo otra vez está dividido en dos visiones extremas políticas antagónicas y absolutas, lo que Orwell definiría como las ideologías del odio, una de carácter “comunista” y otra “liberal – democrática”, ambas se arrogan todas las virtudes y las grandezas humanas.
  En este mundo en crisis bipolar, el protagonista de esta historia ya cíclica del hombre, recordándonos el “mito del eterno retorno”, es el abad del monasterio Dom Jethras Zerchi, hombre pausado y profundo que debe enfrentar el mayor reto de la iglesia y su comunidad, desde los aciagos días de la simplificación y la destrucción nuclear, una nueva hecatombe producto de la irracionalidad en que se ha sumergido la sociedad a partir de las visiones univocas, ideológicas y absolutas, en este caso del estado –ateo (comunismo) o del mundo liberal y consumista, que solo los une una cosa, su deseo de no tener a  Dios entre sus prioridades, y por tanto, desechando cualquier elemento moral en su actuar, por ello prefieren la relatividad existencial, sobre estimulada de una tecnología de consumo, en este punto la frase de Albert Einstein se vuelve profecía auto cumplida: “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad; el mundo solo tendrá una generación de idiotas”, la tecnología se vuelve un instrumento para manejar mejor a las masas irracionales de personas.
 En este mundo post – segunda guerra mundial, en donde la orgía de la destrucción y el exterminio ha llegado a su máximo esplendor con los campos de exterminio nacional –socialista, comunista o el lanzamiento de la bomba atómica por parte de la democracia - liberal, los poderosos estados, laicos y soberbios, que ha deformado la ciencia en post de ideas egoísta y lejos de la finalidad de esta. Es en este mundo de egoísmo, de armas atómicas y ateísmo dominante en las altas cúpulas de poder, de minorías que desean imponer sus criterios individualistas al resto por la fuerza, es en donde se desatara nuevamente la tragedia irracional del hombre, a través de la incapacidad del ser humano de poder comprender la verdadera naturaleza de su propia existencia.
Durante este mundo convulsionado Miller nos lleva a planos prácticos morales, que tienen que ver con la lucha por la vida y la dignidad de las personas, una escena importante en esta tercera parte, es cuando el abad Dom rebate los argumentos retorcidos y en apariencia complejos a favor de la Eutanasia, colocando una vivencia personal y simple para ello. Algunos críticos de Miller desean ver en este apartado una moral ingenua y no le dan tanta fuerza al capítulo como a los otros dos, incluso “perdonan la falta de fuerza argumentativa de los personajes”, esto se debe a que ellos mismos gustan de esas ideas que rebate Miller. La novela, en este último capítulo es  lógico que  remate la evolución del hombre en un proceso de decadencia moral, en donde la ciencia desmoralizada sirve para sostener los argumentos más genocidas e inmorales como la eutanasia, el aborto, entre otros, por tanto el apartado es fuerte en su exposición de la condición  a - moral humana actual.
Hannh Arendt 
  
   Antes de la inminente catástrofe y después de luchar por impedir la debacle final, la Iglesia Católica se presenta como en la antigüedad tardía, un faro de esperanza para que todo lo bueno del hombre no se pierda por la brutalidad del mismo, es así como nuevamente la congregación Albertiana de Leibowitz debe volver a los orígenes de su fundación y  cuidar el conocimiento científico fuera de los límites de la tierra, y cuando una parte de la orden sale a colonizar nuevos planetas se desata la furria irracional humana a través de un nuevo cataclismo nuclear.
El capítulo es una clara alusión a que mientras la ciencia no regrese a las tierras de la fe, no será ciencia sino que una brutal arma en manos de hombres a - morales dispuestos al exterminio incluso de ellos, si a través de esto sacan alguna ventaja mezquina, no puedo pasar por alto en esta trágica conclusión realizada por Miller, las ideas vertidas por la  Hannh Arendt en su libro “Eichmann en Jerusalén o la banalización del mal”, cuando la filósofa nos dice: “En otras palabras, cuando más superficial es alguien, mayor probabilidad hay que ceda al mal…” , y ese es quizás el elemento más aterrador que subyace en la obra de Miller,  en este último capítulo, en donde a partir de un  dialogo en contra de la eutanasia nos presenta a los defensores de esta idea perversa y malvada en extremo,  como  personas superficiales, utilizando como argumento para avalar el acto genocida “la libertad de elegir”, como si fuera una camisa o un producto de supermercado,  que más simple y cotidiano que esto, por tanto Walter al igual que Arendt a punta a comprender como la sociedad ha banalizado el mal, como una cuestión necesaria, burocrática y sistémica, un buen ejemplo de esto es, cuando un país democrático y defensor de los derechos humanos y  de los ciudadanos, como lo es Estados Unidos, lanza dos bombas atómicas, arrasando dos ciudades llenas de civiles e inocentes, para luego sin una pizca de vergüenza exponer una muy peregrina explicación, que era su derecho, ya que “buscaba un bien superior salvar vidas de sus ciudadanos (…) además que los japoneses los habían atacado primero y sin previa declaración de guerra”, que nos muestra esto, que la ciudadanía pasiva norteamericana aplaudieron el fin de la guerra sin ver nada malvado en su accionar, pero lo curioso es que son esas mismas personas las que luego lloraron sobre las imágenes de los campos de exterminio nacional –socialista y clamaron justicia sobre los criminales, pero sin caer en cuenta que ellos fueron participe de un acto tan cruel, malvado y criminal,  como los mismos campos de exterminio, ya que planificaron y ejecutaron un acto preconcebido de una irracionalidad que escapa al entendimiento humano, esto se debió  simplemente por una sociedad de una inercia y superficialidad que raya en lo abismante.
     .
La novela a pesar de tener cierto grado de pesimismo sobre el actuar de los hombres, es un claro canto a la esperanza de que las cosas pueden ser mejor, si las personas de bien luchan por los grandes ideales perdidos, por conocer al “otro”, que es espejo del “Yo”, y no dejarse superar por la selva del  neoliberalismo  con sus terribles tenáculos del consumismo sin sentido, el individualismo, del exitismo pornográfico y el poder de la nada, esta sociedad construida en estos conceptos nihilistas degenera en lo que existe en la actualidad una <<democracia del espectador>>. Por cierto Miller, le da a este punto sobre relacionarse con el otro a través del AMOR gran importancia y hace de la Iglesia Católica, y porque no decirlo, de todas las religiones la fuerza del amor en acción, para contener y cambiar el camino, volver a la senda correcta, en donde ciencia y fe están unidas, y las virtudes como el amor son más importante frente al vacío existencial nihilista.
 Walter Miller Jr. en esta novela juega con la visión cíclica de la historia, con el “mito del eterno retorno”, con ese mito bíblico del origen, desarrollo y apocalipsis de la historia humana, de hecho nuestro autor justamente desea rescatar ese poder del mito para regenerar al hombre en la esperanza de un mañana mejor, por eso desata toda su pasión literaria en busca de una reflexión del individuo y la sociedad, por este motivo Miller es un escritor  absolutamente vigente en su visión y reflexión, vale la pena leer y pensar como nos dicen Robert Scholes y Eric S. Rabin en su libro <<La Ciencia Ficción. Historia, Ciencia, Perspectiva>>: “…este «cántico», esta canción religiosa de alabanza, explora el carácter de las luchas épicas del hombre e investiga las posibles fuentes tanto de su autodestrucción como de su grandeza…”  y así comprender las palabras de la Biblia cuando nos dice: “pues: Donde abunda sabiduría, abundan penas, quien acumula ciencia, acumula dolor”, ya que la ciencia vacía de contenido es mera técnica y nada más.   


Walter M. Miller Jr nos legó una soberbia novela sobre la existencia y crítica histórico -social que se ha elevado a los altos sitiales de la ciencia ficción, por desgracia nuestro escritor no nos dejó una gran cantidad de relatos y después de su trágica  muerte se publicó su segunda novela llamada “San Leibowitz y la mujer caballo salvaje” finalizada por expreso pedido de él, por el escritor Terry Bisson. Conocer a Walter Miller Jr. Ha sido una de las grandes deudas intelectuales que tengo con el profesor Juan Espinoza Gutiérrez y de aquel curso de Ciencia Ficción en la Universidad, que añoro tanto.